martes, 16 de junio de 2020

A LOS ESTUDIANTES QUE INICIAN EL ESTUDIO DE LA MEDICINA


Gastón Cornejo Bascopé
Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud
Cochabamba, junio de 2020

Bienvenidos ustedes bienaventurados. Ingresan al portal de la medicina y se los recibe con aplausos, con depurado sentir, como Hijos Pródigos de una familia sagrada `porque sacralidad contiene la profesión de los benefactores. La medicina es un quehacer de beneficio total que cosecha la humanidad; es sacerdocio de consagrados apóstoles.


La medicina  tiene una historia antigua. Se inició en el Olimpo de los dioses con el centauro Kirón y el Dios Asclepio, La ejercieron el padre Hipócrates. Galeno y continuaron el ministerio de esa teo-visión insertada en al alma, los elegidos,  miles de miles de médicos anónimos. Se afirma que en la caverna atendió el homo chamán primigenio aspirante a médico y luego de la ingesta colectiva amaneció la sonrisa en el rostro herido, calmados que fueron sus dolores.

El mágico dominio tuvo una historia heroica, sublime, hasta el nuevo siglo actual. Científicos fueron la Curie, Pasteur, Froid, Fleming, Crick y Watson; apóstoles Albert Schweitzer en Ambarene, Cleómedes Blanco Ferrufino en el bombardeo del Callao; Julio Rodríguez Rivas prisionero del Paraguay por cuidar sus heridos en un fortín de la Guerra del Chaco. Sacrificados: Miguel Servet quemado en Ginebra, Lavoisier guillotinado en París, Francisco Salvani muerto de tuberculosis en Cochabamba del Alto Perú, Carrión se inyectó la verruga mortal en Lima y a Orihuela Montero le cortaron la cabeza los soldados paraguayos cuando curaba heridas en otro fortín del Sudeste; Eduardo Zabalaga murió en el quirófano de un hospital en Santiago de Chile cuando estalló el tubo de anestesia volátil.

La medicina es un quehacer humanitario a tiempo completo, sin descanso posible; sin embargo, nunca estuvo más próximo a Dios quien estudió medicina. Valores superlativos demanda el diploma y su ejercicio: comprometido servicio, nobleza de sangre y de alma, apostolado sensible, pureza de espíritu, proyecto ético de vida, pensamiento crítico, estudio constante y, por qué no decirlo, casi siempre apremio económico.

La Medicina descubrió el genoma, de la vida el lenguaje, la doble hélice común al mono y homo; el can le aventaja en lealtad y en olfato, la mosca en visión, la paloma en justo equilibrio. Sólo en cerebro ganamos los homo sapiens sapiens un punto. Más ahora, el homo demens ambicioso quiere lograr otro triunfo, descifrar algo mágico y milagroso, el código mental contenido en esa masa blanca, pequeña, misteriosa, de apenas mil trescientos gramos y treinta y cinco mil millones de neuronas conectadas en encendido perpetuo.

 El dilema bioético planteado será terminar con la autonomía manipulando conductas desde el exterior, o bien, aceptar el bien y la espiritualidad ofreciendo respuesta al filósofo que descubrió la conciencia, Sócrates, que interrogaba angustiado: ¿Quién soy? ¿Mitad ángel, mitad diablo? ¿Quiénes los seres humanos? ¿Dios en la interioridad del alma humana?

¡Bienvenidos sean todos ustedes, cruzados del bien!

Los recibe un viejo médico decano que degustó de la medicina hasta la esencia medular de la extraordinaria profesión.

Pienso que cuando llegue el tiempo de aproximarnos al Creador, bastará mostrar las manos abiertas y extendidas para que Él asiente conforme al apostolado y al servicio humanitario prestado y nos permita entrar al reino de los cielos sin expiar previamente, nuestras debilidades humanas. En esa sublimidad, nuevamente ¡Bienvenidos al estudio de la sagrada profesión!

Y ahora una reflexión última imposible de soslayar: ¿Cómo se trocará el discurso profundo, ahora, bajo la pandemia universal cuando no existe ejemplaridad docente, ni ejecución de aprendizaje práctico, ni cátedra libre? Y solamente disponemos de medios digitales de tecnología electrónica, en una docencia totalmente carente de valores humanos y de todo principio bioético relevante? Atención con el posible advenimiento de la nueva era robótica propia del Calibán infernal o bien, el nuevo mundo de paz y amor, el de Ariel el benefactor.

La consideración más importante que ustedes deben hacer suyo, al emprender los estudios, a propósito de solidaridad, responsabilidad, respeto a la dignidad de todo ser viviente, trascendencia y heroísmo, queridos jóvenes postulantes a héroes de la legión médica, conocer que en estos momentos se contagian de coronavirus muchos médicos, sacrificados apóstoles, que ponen en riesgo, por amor a la humanidad, su propia existencia. Honor a todos ellos héroes de la medicina contemporánea. Dios los proteja y bendiga.
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