viernes, 29 de septiembre de 2017

¿PERIODISMO EN EL CÓDIGO PENAL?

Gastón Cornejo Bascopé
Ex Senador de la República

Cochabamba, 27 de septiembre de 2017

No soy periodista, apenas un ciudadano que le gusta expresar por escrito sus inquietudes. Fui columnista de Opinión pero la nueva dirección de ese medio ordenó silenciar mis notas después de dos decenios de publicación del registro literario e histórico de mis vivencias personales. El contenido de mis escritos fue respetuoso y aunque no siempre elevado en puridad literaria trató de ser honesto y comprometido con mi quehacer de médico, de senador y de ciudadano común.
He salido por los fueros de la justicia y del honor de los profesionales y he cuestionado la deshonestidad política de los últimos gobiernos con la que jamás fui permisible. En relación a la mala práctica médica organicé el primer Comité de Bioética de la facultad de medicina de la UMSS y el último escrito Zarpazos contra el Acto Médico, es un asunto polémico que está en proceso en el Legislativo. Hoy la perversidad política se vierte sobre la respetable profesión del periodismo. Se proyecta insertar en el Código penal la negligencia, impericia, imprudencia e irrespeto a las normas, aplicadas a los comunicadores sin considerar la Ley de Imprenta. A posteriori esta intencionalidad será aplicada a todas las profesiones, menos al accionar político partidario, espacio proclive a la dictadura donde esas figuras se hipertrofian en corrupción, doble moral, tráfico de influencias, falsedad, acuerdos y alianzas nefastas, ineficacia administrativa, persecución y otros ripios conocidos de nuestra historia nacional.
Pienso en la  mala praxis de la comunicación; desde los simples errores de imprenta, los cambios de títulos a los escritos, las imágenes truculentas, las especulaciones, la falsedad, la información de eventos tendenciosos, las posturas alienantes, la compra venta de consciencias, el daño moral, asuntos todos que pueden determinar la muerte civil de las víctimas.
 Si el médico trabaja con arcilla humana feble y el acto conlleva un riesgo mortal; el periodista trabaja con temas cognitivos sensibles al intelecto, al honor y al espíritu. Ambas profesionales tienen fines nobilísimos.
La Iatrogenia, los riesgos o complicaciones ocurridas en el acto médico jamás tienen intencionalidad de daño, deben ser evaluadas y juzgadas por tribunales médicos. El periodista en los casos similares, por los propios; otra es la situación de los gestos dolosos de cualquier accionar humano cuando existe la intención de ejecutar un delito.
A propósito de la respetada profesión, imposible olvidar a algunos canallas del extranjero que denigraron a seres honestos de la patria, pienso en un bribón canadiense, un americano (CIA) y otro de Puerto Rico (CIA) que filmó un delito ficticio contra un magistrado impoluto o el “Triple cretino” de una reconocida periodista boliviana que especuló asuntos delicados sobre Franz Tamayo. Celebro el periodismo de jerarquía publicada en Los Tiempos en su Editorial y absolutamente en todos sus escritos; el suplemento literario “El Duende” de La Patria de Oruro, los debates de fin de semana en Radio Panamericana, la sapiencia y jerarquía intelectual de Carlos D. Mesa; la amenidad valiente de Amalia Pando, la fina coprolalia y veracidad de Carlos Valverde quien ejemplarmente retornó a la patria;  finalmente, espero la reintegración de otro destacado en el exilio Wilson García Mérida.

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