Gastón Cornejo Bascopé
Ex Senador de la República
Cochabamba, 27 de septiembre de 2017
No soy periodista,
apenas un ciudadano que le gusta expresar por escrito sus inquietudes. Fui
columnista de Opinión pero la nueva dirección de ese medio ordenó silenciar mis
notas después de dos decenios de publicación del registro literario e histórico
de mis vivencias personales. El contenido de mis escritos fue respetuoso y
aunque no siempre elevado en puridad literaria trató de ser honesto y
comprometido con mi quehacer de médico, de senador y de ciudadano común.
He salido por los
fueros de la justicia y del honor de los profesionales y he cuestionado la
deshonestidad política de los últimos gobiernos con la que jamás fui
permisible. En relación a la mala práctica médica organicé el primer Comité de
Bioética de la facultad de medicina de la UMSS y el último escrito Zarpazos contra el Acto Médico, es un asunto
polémico que está en proceso en el Legislativo. Hoy la perversidad política se vierte
sobre la respetable profesión del periodismo. Se proyecta insertar en el Código
penal la negligencia, impericia, imprudencia e irrespeto a las normas,
aplicadas a los comunicadores sin considerar la Ley de Imprenta. A posteriori
esta intencionalidad será aplicada a todas las profesiones, menos al accionar político
partidario, espacio proclive a la dictadura donde esas figuras se hipertrofian
en corrupción, doble moral, tráfico de influencias, falsedad, acuerdos y
alianzas nefastas, ineficacia administrativa, persecución y otros ripios
conocidos de nuestra historia nacional.
Pienso en la mala praxis de la comunicación; desde los simples
errores de imprenta, los cambios de títulos a los escritos, las imágenes
truculentas, las especulaciones, la falsedad, la información de eventos
tendenciosos, las posturas alienantes, la compra venta de consciencias, el daño
moral, asuntos todos que pueden determinar la muerte civil de las víctimas.
Si el médico trabaja con arcilla humana feble
y el acto conlleva un riesgo mortal; el periodista trabaja con temas cognitivos
sensibles al intelecto, al honor y al espíritu. Ambas profesionales tienen
fines nobilísimos.
La Iatrogenia, los
riesgos o complicaciones ocurridas en el acto médico jamás tienen intencionalidad
de daño, deben ser evaluadas y juzgadas por tribunales médicos. El periodista
en los casos similares, por los propios; otra es la situación de los gestos dolosos
de cualquier accionar humano cuando existe la intención de ejecutar un delito.
A propósito de la
respetada profesión, imposible olvidar a algunos canallas del extranjero que denigraron
a seres honestos de la patria, pienso en un bribón canadiense, un americano
(CIA) y otro de Puerto Rico (CIA) que filmó un delito ficticio contra un
magistrado impoluto o el “Triple cretino” de una reconocida periodista boliviana
que especuló asuntos delicados sobre Franz Tamayo. Celebro el periodismo de
jerarquía publicada en Los Tiempos en su Editorial y absolutamente en todos sus
escritos; el suplemento literario “El Duende” de La Patria de Oruro, los
debates de fin de semana en Radio Panamericana, la sapiencia y jerarquía
intelectual de Carlos D. Mesa; la amenidad valiente de Amalia Pando, la fina coprolalia
y veracidad de Carlos Valverde quien ejemplarmente retornó a la patria; finalmente, espero la reintegración de otro destacado
en el exilio Wilson García Mérida.
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