viernes, 29 de septiembre de 2017

LA PRIMERA OVARIOTOMÍA (*) PRACTICADA EN EL PERÚ

Dr. Francisco Fuentes.  La Gaceta Médica
Lima, 23 de Julio de 1878
En los archivos particulares del Dr. Cleómedes Blanco Ferrufino, médico natural de Cochabamba, hijo del primer presidente boliviano el Gral. Pedro Blanco Heredia asesinado por los militares Ballivián, Armaza y Vera, en la Recoleta de Sucre. Egresado de la universidad de San Marcos en Lima, Perú; se encontró el siguiente protocolo quirúrgico cuya minuciosa lectura además de sorprender,  testimonia un capítulo  de la historia de la cirugía americana, aprendida y efectuada a posteriori en su tierra natal por un maestro cirujano, médico cochabambino que durante el bombardeo del Callao tuvo heroica participación profesional y mereció la Medalla de Honor en grado de Héroe por el Congreso del Perú gracias a su atención valiente efectuada durante ese evento de invasión marina española, cuando Perú, Chile y Bolivia acordaron una Alianza inédita titulada UNION AMERICANA, la misma que declaró la guerra a España por pretender con su flota de navíos armados reconquistar sus colonias.  La historia clínica tiene el registro de haber sido efectuada un año previo a la invasión chilena al Litoral boliviano y la ocupación de la Capital del Perú en la infausta Guerra del Pacífico. Se ha conservado la ortografía original sin hacer mención de la prosa científica exquisita ni hacer comparación alguna tecnológica con la metodología contemporánea.
Historia clínica firmada por el Dr. Don José Lino Alarco.
“La señora P.R. de B, natural de Motupe (Pueblo de la provincia de Lambayeque) de cuarenta y dos años, ha gozado hasta hace pocos años de buena salud; su constitución es fuerte y está acostumbrada a realizar  frecuentes y largas jornadas a caballo. Sus padres  murieron de edad muy avanzada y no adolecieron de enfermedad alguna hereditaria. La conformación de la señora es buena, su carácter frío, sufrido y reservado.
Casada a los quince años de edad, dio a luz un niño al cabo de dos años de verificado su matrimonio; este niño murió a los doce meses. Doce años después, habiendo Conrado segundas nupcias, tuvo un aborto que ella refiere del siguiente modo: á causa de un fuerte susto sufrió una abundante metrorragia y expulsó un cuerpo pequeño y duro, de color blanco envuelto en una tela llena de agua, que un médico dijo ser un feto.  Después de este aborto experimentó un dolor fijo en la región pubiana que duro pocos días y desde entonces, todos los años, según afirma,  por la misma época, le repetía el dolor con tanta intensidad que le obligaba a estar en cama por tres a cuatro días. El dolor fue haciéndose  menos agudo cada año hasta que llego à desaparecer. Pero la enferma, que no puede precisar las fechas, asegura que no se vió por completo libre de él, sino cuando el vientre le creció bastante, es decir cuando aumentaron sus dimensiones. Sus funciones catameniales se ejercían con regularidad, durante sus menstruaciones, siete días; pero que desde que el vientre aumentó de volumen, la pérdida menstrual era solo de un día y no muy abundante.
 Habiéndose excedido un día en el uso del licor, del que no acostumbraba a tomar, sufrió una fuerte caída sobre los glúteos, y desde entonces empezó à quejarse diariamente de plenitud en el vientre y de malestar general.
Al mes de la caída, tuvo durante algunos días accesos nocturnos de fiebre, precedidos de escalofríos, fiebre de poca intensidad que desapareció sin tratamiento. Un tiempo después notó el vientre más duro y elevado; elevación y dureza que aumentaban cuotidianamente y daban lugar á persistente tenesmo rectal y vesical.
Atormentada por sus continuos sufrimientos resolvió trasladarse á Lambayeque, donde se hizo asistir por un médico que no consiguió aliviarla; a los dos meses emprendió su viaje á Lima. Después de haber consultado á varios facultativos, recurrió al Dr. José Lino Alarco, quien, en junta, hecho el diagnóstico de un quiste de ovario, propuso a sus colegas y á la enferma practicar la operación; no habiéndose decidido por el momento la señora á sufrir la ovariotomía y acometida, por otra parte de fiebres intermitentes, tomó el partido de regresar á su pueblo, después de seis meses de permanencia en Lima, proponiéndose volver á la capital una vez curada de las fiebres intermitentes.
Su estado al partir era mucho peor que cuando vino. No residió largo tiempo en Motube, pues afligida por sus padecimientos se trasladó a Lambayeque y se puso en manos del Dr. Montjoy.
Este médico le hizo, el 10 de noviembre de 1877 una punción en la línea blanca y extrajo veinte y seis libras de líquido seroso. Á los pocos días se reprodujo el líquido y el 5 de diciembre el citado doctor volvió a repetir  la operación extrayéndole 18 libras del mismo líquido; en esta ocasión, vacío ya el vientre, le hizo una inyección yodada que, probablemente, a causa de estar mal preparada, dio por resultado que al extraer la inyección solo salió el agua, habiéndose precipitado el yodo en la cavidad del vientre. Estalló como era natural una peritonitis que, por felicidad de la enferma,  no fué general y consiguió dominarse á los pocos días.
La enfermedad siguió su curso; el líquido se reprodujo otra vez y la señora R,… cada día más alarmada volvió á Lima el 9 de abril del presente año. Desde enero padecía de disentería contra la cual no había empleado remedio alguno porque su médico en Lambayeque le había asegurado que no era aquello sino un síntoma poco alarmante de su enfermedad principal.
Asistida por el Dr. Alarco cuyos cuidados vino a reclamar directamente, sanó de la disentería á los veinte días  de una medicación apropiada.
Después de serios y repetidos exámenes, confirmada la presencia de un quiste de ovario, convocó el Dr. Alarco a los doctores Odriozola, Macedo, Salazar, Romero, Villazón, León, quienes aceptaron el diagnóstico y fueron de opinión de practicar la ovariotomía.
La enferma desde mediados de mayo, se instaló en el Barranco para tomar baños de mar y seguir allí un tratamiento tónico y reparador. Sus digestiones se regularizaron, tenía buen apetito y se repuso pronto de su mal-estar.
El 19 de Mayo y el 8 de Junio, las dimensiones del vientre, tomadas por el Dr. Fuentes, eran las siguientes:
                                Registro                                                            19-V       8 VI         
1º Del apéndice xifoides á la sínfisis del pubis…………..     48 cent.   49 cent
2º Del apéndice xifoides a la espina ant-sup derecha …    40  id        41 id
3º   “    a la izquierda ………………………………………  ……….    42 id        44 id
4º Circunferencia superior del vientre………………………    86 id
5º. Circunferencia inferior del vientre ………………………  107 id.
6º De la 1ra vértebra lumbar al ombligo, derecho ………  52  id       55 id.
7º   Id al lado izquierdo ……………………………………………    56  id       58  id
8º Circunferencia  del vientre á nivel del ombligo ……   108 id      113 id
Hecha la percusión en el vientre, estando la enferma acostada de espaldas, se notaba sonido mate en todo él y de mayor intensidad en el centro; la matidez  describía una curva de  convexidad superior que llegaba hasta la base del tórax. En el lado derecho se apreciaba la resonancia intestinal á dos traveses de dedo debajo del hígado y en una extensión de cuatro centímetros; hacia la región lumbar el mismo lado la percusión producía un sonido claro; allí estaban rechazados los intestinos: en el lado izquierdo la resonancia no existía, todo daba un sonido mate.
De pié, la enferma la línea curba de convexidad superior, lo contrario de lo que sucede en la ascitis que señalaba el límite entre la resonancia y la matidez del vientre, era variable en altura, dicha línea se hallaba á tres traveses de dedo debajo del reborde costal; á nivel del apéndice xifoides, á dos traveses; en el hipocondrio izquierdo perdíase á nivel de las costillas; esa curba subía pues oblicuamente de derecha a izquierda y de abajo arriba.
Por las medidas que hemos dado del vientre se comprende que este no afectaba una forma simétrica y en efecto, acostada la enferma sobre un plano bien horizontal y examinada cuidadosamente, notábase mayor elevación de  sus paredes  sobre la mitad lateral izquierda. La fluctuación se percibía clara y evidente. La cicatriz umbilical se hallaba bastante distendida pero sin formar hernia.
El examen por el tacto del útero dió a conocer que éste órgano se hallaba inmóvil como enclavado en la pelvis y en completa ante versión; su cuello grueso tomentoso y ligeramente entreabierto su orificio inferior; los fondos de saco vaginales anterior y posterior no presentaban nada de particular, siendo imposible percibir la fluctuación á través de ellos. La vejiga excretaba con frecuencia orina, normal. En el recto se notaba un paquete hemorroidal externo y el tacto, practicado en este órgano, nada reveló digno de llamar la atención; sin embargo de que, deprimiendo fuertemente las paredes abdominales, á pocos centímetros del púbis, se sentía aunque confusamente, un cuerpo duro, redondeado, fijo e inmóvil en su posición.
Con el deseo de averiguar si la cavidad del útero se hallaba completamente vacía, se procedió á su exploración. Colocada la enferma en la posición conveniente fue examinada por los doctores Alarco y Fuentes; aplicóse el espéculum de Marion Sims; tirando con un tenaculum el cuello, se descubrió el útero; fue así posible introducir el histerómetro y medir su diámetro vertical que tenía seis y medio centímetros desde el hocico hasta el fondo. El útero presentaba cierta movilidad, era pues evidente que estaba completamente libre.
Desde el 1º de Junio, la enferma que se quejaba de constipación intestinal, quedó sometida al uso de una cucharada de aceite de ricino todas las mañanas, dos tónicos en sus alimentos y baños diarios en el mar. Éste régimen continuó  hasta el día 11, víspera de la operación.
El 8 de Junio las dimensiones del vientre comparadas con las cifras anteriormente apuntadas demostraban que el volumen aumentaba  lenta pero progresivamente; y en la evidencia de que se trataba de un quiste de ovario, era necesario operar lo más pronto posible. El 12 de Junio se practicó la ovariotomía.
OPERACIÓN
Se procedió á la operación en el pueblo de Barranco, con asistencia de los doctores Odriozola, Salazar, Romero, Villagrán, Bravo, Fuentes, Sánchez, Concha, Arias y Soto, Pimentel y el prácticamente Quiroga.
Arreglados y dispuestos por orden los instrumentos, se hizo vestir completamente de franela a la enferma y se la acostó en una mesa mandada construir expresamente para esta ocasión. Los doctores Salazar y Odriozola se encargaron de cloroformizar á la paciente y de vigilar el pulso y la respiración. Los doctores Romero y Sánchez Concha de proteger las paredes del vientre por medio de franelas mojadas en agua caliente bien exprimidas y de ejercer una compresión metódica en caso de sobrevenir vómitos una vez abierto el vientre impidiendo de ese modo la salida del paquete intestinal.
La cloroformización empezó á la 1 y 5 minutos del día; á la 1 y diez la excitación duró como 3 minutos; a la 1 y 25 anestesia completa, insensibilidad de la conjuntiva ocular y relajación muscular absoluta. Pulso y respiración en buen estado. Se continuó propinando el cloroformo hasta  el fin de la operación tomando las medidas de precaución necesarias. Se hizo cateterismo inmediato de la vejiga  para vaciar su contenido y se dejó en permanencia la sonda.
A la 1.5 dio principio el doctor Alarco á la incisión del vientre. Que se extendió desde 2 cm debajo del ombligo hasta 2 cm por encima del púbis. Cortada la piel y el tejido celular grasoso que era muy abundante siguió cortando capa por capa  hasta llegar á la línea blanca, entrecruzamiento de la aponeurosis  de los oblicuos y transversos del abdomen, señalados por su color nacarado. Algunos pequeños vasos que sangraban fueron torcidos o tomados con las pinzas de Pean. Atacada la línea blanca en su parte media se incidió la capa celulosa subperitoneal. Separadas lateralmente todas estas capas por los ayudantes, presentóse la hoja peritoneal que fue incidida sobre la sonda acanalada. Antes de proseguir fue necesario restañar por completo  la más pequeña pérdida de sangre á fin de impedir su penetración en el vientre. Se llegó a una segunda hoja peritoneal que ofrecía un aspecto de color azulado, surcada de numerosos vasos venosos y arteriales bastante dilatados y de filetes nerviosos muy claros y evidentes.  La segunda hoja peritoneal fue tomada  durante un momento gracias a su aspecto excepcional por el quiste y punzada en consecuencia con el trocar de Nélaton; muy resistente y  sin gran apoyo por detrás, el trócar la penetró  con gran dificultad y dio salida a abundante cantidad de líquido seroso; retirado el trocar é introduciendo con mayor cuidado un dedo por la apertura que aquel dejó, se notó que el quiste estaba detrás. Se incindió esa hoja peritoneal en toda la extensión de la herida exterior ligándose en ese momento algunas arterias que fueron cortadas a pesar de las previsiones que se tomaron para evitar herirlas; apareció el quiste situado por detrás de dicha hoja, su color era sui géneris gris nacarado; estaba surcado por vasos de notable grosor y se encontraba tan adherido al mesenterio. al epiplón, al peritoneo y la matriz, que no se le hizo punción desde luego por temor de que su contenido cayera en el vientre.
 Colocadas pinzas de Pean en los vasos del peritoneo y epiplón que daban alguna sangre y ligados otros de mayor calibre se procedió a destruir las adherencias que eran fuertes y extensas; destrucción que reclamó cerca de una hora, teniendo el Dr. Romero mientras el operador se lavaba las manos y descansaba un momento separar las últimas adherencias que permitieron dejar libre el pedículo, en lo que empleó como un cuarto de hora. Volvió á su puesto el Dr. Alarco á continuar la operación, descubrió  completamente el pedículo formado por el ligamento ancho, la trompa y resto del ovario izquierdo, tenía apenas pulgada y media de alto y era muy grueso. Aislado el quiste por completo fue punzado en tres puntos distintos. La primera con el trocar de Nélaton dió salida á abundante cantidad de líquido seroso; la segunda efectuada con el bisturí hizo salir líquido melicérico espeso, siruposo y la última, también con bisturí, dio salida a pus de buena calidad. Durante todo ese tiempo se tuvo cuidado con los doctores Romero y Sánchez Concha, el especial cuidado de impedir la penetración de la más pequeña cantidad de estos líquidos a la cavidad peritoneal. Cuando se aisló y vació el quiste por completo, fue preciso tomarle un pedículo, pues el suyo corto, profundo y muy grueso, no era suficiente; entonces tirando a viva fuerza pudo aumentarse un poco su longitud lo bastante para rodearlo  por un asa metálica doble y comprimirlo enérgicamente por medio de un aprieta-nudos. El pedículo tenía vasos arteriales bastante gruesos. Una vez ligado y al abrigo de toda hemorragia, se procedió a excindir el quiste, rodeándolo antes de esponjas y servilletas para poner a cubierto la cavidad peritoneal. Se separó el quiste cortándolo con bisturí por encima del asa metálica. En ese momento se presentó en el pedículo una hemorragia que se hizo cesar apretando aún más el asa metálica.
Durante todas estas maniobras la vejiga estaba protegida pues la sonda colocada en su cavidad marcaba su sitio. El otro ovario y el útero, según pudieron apreciar el operador y los circunstantes, estaban sanos. Los intestinos y el mesenterio que estaban á descubierto pero protegidos con franelas  humedecidas en agua caliente fueron tan bien contenidos que no abandonaron la cavidad del vientre ni un solo momento. Antes de proceder a las suturas fue necesario disponer en su estado natural el epiplón, de modo que rodeara el pedículo sin cubrirlo haciendo así un pedículo extra peritoneal. Una parte del epiplón maltratada fue rodeada por una ligadura.
 Se procedió al importante tiempo que los franceses  llaman la toilette du péritoine; bien lavado y escrupulosamente esponjado el peritoneo, se notó que un vaso daba abundante cantidad de sangre, se le ligó;  se procedió á revisar las ligaduras del epiplón, se quitaron las pinzas de Péan;  se lavaron las paredes del vientre y en seguida se practicó la sutura del abdomen según el procedimiento de Koeberlé haciendo suturas profundas de los planos aponeuróticos y superficiales de la piel, previa aplicación de servilletas entre los bordes de la herida y practicando alternativamente una sutura profunda de puntos separados con seda de la China y otra superficial ensortijada, siete suturas superficiales y  siete profundas; la seda de estas últimas retorcida en sus extremos quedaba sujeta entre los labios de la herida. Las suturas no cerraban toda la herida pues en su ángulo inferior quedó abierta en una extensión de 3 pulgadas porque, como se ha dicho, el pedículo fue corto y muy ancho  y no hubo posibilidad de hacerlo llegar á nivel de los labios exteriores de la herida para fijarlo ahí por medio de un clamp, ó de un hilo de fierro ó de los broches de Péan; quedó pues el pedículo al interior del vientre comprimido fuertemente por la asa metálica  colocada y torcida con el aprieta-nudos. Se puso en seguida una capa gruesa de panqueque (algodón aprensado), un vendaje de cuerpo en el vientre y se colocó á la enferma en cama. Eran las 3.5 de la tarde, la operación duró 2 horas y media contando desde el momento en que empezó a darse el cloroformo a la enferma que permaneció hasta  después de hecha la ultima sutura bajo la acción del anestésico. Se empleó 2.5 onzas de cloroformo sin haberse notado nada extraordinario. Al despertar pidió con exijencia que se la dejase orinar pero esa necesidad fue ilusoria pues no emitió nada y producida por las tracciones ejercidas sobre el pedículo.
EVOLUCIÓN
Al separarse los médicos de la paciente, quedó en buenas condiciones y á su lado permanecieron el Dr. Sánchez Concha y el practicante Quiroga Interno del “Dos de Mayo”. Se prescribió que tomara cada 2 horas una píldora de medio gramo de extracto  de tebaico y coñac con agua helada.   
A las 6 de la tarde sobrevinieron  escalosfríos intensos, la enferma palideció y se quejaba de frío general. El semblante que hasta entónces estaba animado, tomó el aspecto del más profundo abatimiento; el pulso se puso pequeño y frecuente;  fue necesario recurrir a la aplicación alrededor de todo el cuerpo, de saquitos llenos de afrecho caliente. A las 2 horas se notó grande alivio; tomó su píldora de tebaico, pidió nieve y no se quejaba de nada. A las 11 de la noche la enferma sintió naúseas, sobrevinieron vómitos biliosos muy abundantes y el pulso latía 120 por minuto; volvióse a descomponer el semblante tomando un aspecto angustioso; la piel estaba urente; los ojos tenían un brillo particular. Los vómitos se repetían con una frecuencia desesperante y los intestinos impelidos por el diafragma tendían a separar los labios de la herida. Los asistentes protegían las paredes del vientre y evitaban así un desenlace que hubiera sido fatal. En cuanto se manifestaron los vómitos se quitaron la venda y el apósito de algodón y se le puso sobre el vientre dos vejigas llenas de nieve. Se continuó con la píldora de extracto de tebaico, cada hora hasta el amanecer.
Día 13 de Junio. Pulso 120, respiración anhelosa, cefalalgia intensa, vómitos repetidos. Dolor vivo en la fosa ilíaca  izquierda cuando se le comprimía ese sitio; nada de meteorismo ni elevación del vientre; dureza en el sitio adolorido. Orinó sin dificultad, orina clara. Tratamiento extracto tebaico 0.5 gramo cada 2 horas; nieve intus et extra; poción de Todd, una cuchara cada 2 horas. Por la noche  remite la fiebre; baja el pulso á 94; desaparece la cefalalgia pero continúan los vómitos cada hora y media. Prescripción: creosota y  tebaico (una gota y medio grano) cada 2 horas; agua de arroz y cogñac. La enferma se duerme y está tranquila hasta el amanecer.
Día 14. Sensible mejoría. Pulso 104; apetito, lengua húmeda; ha orinado sin dificultad. Tratamiento Tebaico; punch de coñac. Nieve a pasto. Nieve al vientre. Aseo de la herida. Día 15. Sensibilidad en el lado izquierdo. Donde es fácil percibir  el pedículo duro y resistente. Apetito. Tratamiento: caldos con coñac, punch de leche; nieve intus et extra; aseo de la herida.
Día 16. A la palpación vientre flácido; ligera metrorragia que se contiene por sí sola. Tratamiento Tebaico, punch de leche; caldos con huevos; nieve al vientre Se dio dos vueltas al aprieta-nudos. Día 17 Se extrajo un alfiler de la sutura del vientre. Días 18. 19. 20. Come lo que le gusta Se extraen 3 alfileres del vientre. Día 21. Escalosfríos, taquicardia, estertores sibilantes  por delante del pecho. Tos frecuente. Duerme mal e inquieta. Tratamiento Polvos antimoniales cada 3 horas; mucílago de goma y jarabe de regaliza por cucharas. Dos vueltas al aprieta-nudos, Se extrae otro alfiler.
Día 22. Cesar la aplicación de la nieve en el vientre; polvos antimoniales, cada 2 horas alternando con acetato de amonio en agua y jarabe, cucharadas de la poción de Todd; al declinar la fiebre 24 gramos de valerianato de quinina. Otros 2 vueltas al aprieta-nudos. Se extraen 3 alfileres que quedaban en las suturas del vientre, herida cicatrizada en toda su extensión. Día 23. No ha defecado desde el día de la operación: Sulfato de quinina 3 veces al día. Bálsamo de anís de Powel. Lavativa de jarabe de goma y agua al medio día. Hizo 3 deposiciones abundantes. Por la noche alegría, bien estar general. El aprieta-nudos se mueve con libertad; Tacto vaginal se siente el pedículo en el lado izquierdo pero más deprimido.
Día 25 a las 4.5 por la tarde prévia introducción del dedo por la herida inferior con grandes precauciones se extrae el aprieta-nudos que quedó en el vientre 14 días, arrastra el pedículo y sale completamente mortificado como si hubiese sufrido una maceración. Se introdujo un tubo de caucho de Chassainac (drain) por el trayecto, se lavó bien el fondo de la herida y se dejó en permanencia el tubo. Caen 2 suturas hechas en el vientre. Julio 1-2-3-5 caen las demás suturas y algunas ligaduras que habían resistido. Sale á paseo. Anda con frecuencia en su casa sin experimentar la menor molestia. En la herida se colocan tiras aglutinantes de esparadrapo y vendaje elástico.
REFLEXIONES
El único medio de salvarle la vida era practicar la ovariotomía por la rapidez con que avanzaba la enfermedad. Ésta fue ejecutada con el voto unánime de todos los médicos que, convocados por el Dr. Alarco, estudiaron su estado. La operación presentó dificultades imprevistas; ya hemos hecho notar que el peritoneo presentaba un aspecto en extremo raro, á tal punto que, desde luego y por un momento, se creyó que fuera el quiste, sin que faltara, entre los presentes, quien no dudara que era el intestino que se avanzaba por los labios de la incisión. Á estos errores expusieron el color que presentaba, su vascularización tan pronunciada, las adherencias del quiste numerosas con los tejidos y órganos vecinos, su considerable volumen y su pedículo corto y muy ancho.
 La operación duró mucho tiempo, 2.5 horas bajo la acción del cloroformo. Los vómitos, la cefalalgia que sufrió en la noche no fueron debidos sino a la  absorción prolongada del agente anestésico pues se usaron doce onzas y media de este liquido. No experimento la enferma los dolores agudos propios de una peritonitis.
Siendo esta la primera vez que entre nosotros se practica la ovariotomía, el éxito no puede ser ni más feliz ni más completo; la enferma ha sanado gracias á su constitución, á las precauciones exquisitas tomadas antes, durante y después de la operación; y gracias también a la benignidad de nuestro clima que permite practicar las operaciones más delicadas, audaces y peligrosas sin las fatales consecuencias que se ven en los países europeos y de la América del Norte.
En cuanto al operador, no ha hecho sino seguir al pié de la letra los preceptos de los maestros europeos y poner de su parte toda la pericia y el ahínco que sus deberes profesionales le imponen para arrancar de una muerte segura á la enferma condenada sin remisión sino se la hubiera operado tan oportunamente.  Lima 23 de Julio de 1878”.
COMENTARIO: (*) En propiedad “Ovariectomía-Quistectomía.
” Los juicios de valor sobre el histórico evento quirúrgico están dedicados a los cirujanos y particularmente a los ginecólogos, maduros en edad y en experiencia.
Por asociación mental de responsabilidad histórica y reflexión quirúrgica pienso en la expresión significativa del escritor GIOVANNI PAPINI quien profetizó: “En todo momento somos deudores con los antepasados y acreedores en relación con los descendientes y, todos responsables, los unos con los otros, tanto los que duermen en los sepulcros como los que nacerán dentro de algunos siglos”.


Algunos datos obtenidos sobre el cirujano Dr. José Lino Alarco y su época, extractada del excelente ensayo histórico del Dr. Alejandro Graña Aramburú de Lima Perú. (Ginecólogo Oncólogo, Miembro Asociado SPOG, Miembro Titular Asociación para la Historia de la Medicina): El Dr. Lino Alarco fue un destacado pionero de las intervenciones quirúrgicas temerarias y hasta impensables de la época. Adelantado a su época emitió célebres opiniones sobre la exploración clínica y la frecuencia de los tumores benignos y malignos. El 12 de junio de 1878 realizó Lino Alarco el acto más osado de su carrera. Operó a domicilio un quiste tumoral de ovario, convirtiéndose en el primer cirujano en realizar la cirugía intraperitoneal en el Perú”
Los esbozos de la cirugía científica empiezan definitivamente a mediados del siglo XIX, tanto en Europa como en América y también en el Perú1.. Existen innumerables ejemplos de cirugía practicada antes de esta etapa científica, como la famosa histerectomía vaginal realizada por Sorano de Efeso en el siglo II y aquellas practicadas por renacentistas como Carpi y Della Croce y las trepanaciones y sangrías en el antiguo Perú. Vale recordar las cesáreas de la época romana con fines de salvar al bebé de madre fallecida, y aquellas durante el coloniaje en Perú, para suministrar el bautizo. Robert Houston, en Glasgow, reportó una histerectomía vaginal en 1726, y Baudeloque, en Francia, describió más de veinte hacia 1800 No obstante, el hito absoluto lo marca la primera ovariectomía hecha por Ephraim McDowell en 1809 en Kentucky extirpando un tumor gigante de ovario, primera cirugía intraperitoneal de la era moderna, sin uso de anestesia o antisépsia.
Pero no es hasta el advenimiento de los célebres descubrimientos realizados por el brillante químico francés Louis Pasteur en 1856, sobre la contaminación y transmisión de seres vivos denominados microbios los trabajos de Lister en 1864 sobre la antisépsia con el ácido fénico en heridas infectadas y la aplicación de la anestesia inhalada de éter por el dentista norteamericano William Morton, en 1846 y del cloroformo por el obstétra inglés James Simpson, que la cirugía avanza un gran paso hacia la era moderna y se vuelve científica.
En el Perú la cirugía se inclina hacia la modernidad con las figuras que nacieron entre 1831 y1845, lideradas por D´Ornellas y Odriozola, y por la egregia personalidad de Lino Alarco, discípulo de ambos. Maestro destacado, catedrático de Anatomía, de Clínica Externa o Quirúrgica, fundador del Hospital Dos de Mayo, Vicerector de San Marcos, fundador de la Academia Libre de Medicina de Lima22, escritor médico descollante, Senador y Vice- Presidente de la República, cargo último que no llegó a desempeñar por su inesperado fallecimiento en 1903. Eminentes personalidades de esta generación fueron Celso Bambarén; Rafael Benavides, pionero de la Obstetricia; Juan Cancio, Antonio Morales, José María Romero y José Anselmo de los Ríos.. Los hombres célebres aparecen siempre agrupados en ramilletes, como una inteligencia genética que se da cita en un mismo tiempo y lugar.
Es necesario remarcar que el siglo XIX fue dominado por los influjos del romanticismo, movimiento que se prolongó hasta 1870 e incluyó las artes y la ciencia, aportando una especial actitud y forma de vida que exaltaba el emocionalismo y las pasiones extremas, en contraposición al racionalismo de la Ilustración. Sentimientos como el horror, el triunfo, el fracaso y sobre todo el amor eran resaltados hasta sus propios límites, tomándose ejemplos como el de ¨Robin Hood¨, protagonismo del héroe desinteresado y noble. El “medievalismo emotivo renacido, admitió la presencia de seres fantásticos o sobrenaturales que se hicieron presentes en obras como el ¨Fausto¨ de Goethe, protagonizando la figura del héroe triunfador en el drama humano. El romanticismo fue creativo, sensible y altamente irracional. Enaltecía fortísimas y profundas reacciones del espíritu humano, negando como reales los postulados de la razón seca y pura. Tal el caso Napoleón, destacado héroe del período, o de Lord Byron respaldando en Grecia la rebelión contra el imperio Otomano. Surgió luego el victorianismo, una forma de romanticismo social que estresaba la vorágine apasionada y erótica de las disposiciones humanas.
No obstante, el evento más importante del siglo XIX fue la teoría de la evolución, expresada en los trabajos de Charles Darwin en su revolucionaria publicación. El Orígen de las Especies por medio de la selección natural, en 1859, más tarde complementada por Descendencia del Hombre. Afirmó la supervivencia del más fuerte o mejor adaptado a los retos naturales, algo revolucionario y escandaloso entonces, antagónico a los principios bíblicos del plan divino. El proceso evolutivo no quedó alli y fue sustentado en el plano filosófico y social por los postulados de Herbert Spencer afirmando la ¨supervivencia de grupos humanos más aptos o individuos mejor dotados. La evolución quedó ligada al progreso social, en base a naturalezas mejor dispuestas y adaptadas a los retos, algo que se llamó Positivismo. Los positivistas creían ser poseedores de cualidades innatas que hacían valer por propio derecho y voluntad. La lucha individual del ¨mejor¨ o ¨los mejores¨ era considerada atributo o cualidad de excelencia para la transformación y el avance social. Evolución y progreso resultaron sinónimos, algo dependiente de los más aptos que devino en llamarse Darwinismo Social..
Tanto el romanticismo como la teoría evolutiva dotaron al siglo XIX con los caracteres encendidos de individualismo, pasión, sentimiento abnegado y por supuesto heroísmo como meta sublime. Atributos de lucha incesante en el amor por la vida y por el triunfo heroico, con un marcado sentimiento de competitividad por la excelencia.
En este contexto transcurre el escenario de la cirugía, tanto en Europa como en América. Ante el enorme reto de lo ignoto y lo insólito y el acentuado sentimiento de progreso en busca de la excelencia, multitud de abnegados investigadores se lanzaron en pro del descubrimiento y de la gloria. Fue época de grandes descubrimientos, del estudio minucioso de la enfermedad, de los trabajos celulares de Virchow la transmisión microbiana, la asepsia y la antisépsia, la anestesia, y la búsqueda del comportamiento fisiológico.  Dotada de tales herramientas en manos de sus abnegados protagonistas, la cirugía avanzó a paso incontrolable. El contagio de los progresos en Europa y en Norteamérica contaminó irremediablemente las mentes y los espíritus de los médicos peruanos, que empezaron el gran salto hacia el otro lado del mundo en busca de frescos conocimientos. El trabajo del ilustre maestro Cayetano Heredia fue decisivo y pionero en su estímulo para el ¨perfeccionamiento¨ de los egresados del Colegio de San Fernando, que enviaba a París, ciudad luminaria, en busca de progreso. Néstor Corpancho, Denegri y Constantino T. Carvallo, por mencionar algunos pioneros de la ginecología5, hacen aportes valiosísimos, trayendo Carvallo los guantes de caucho de Halsted, los esterilizadores al seco de Poupinel, y el primer aparato de Rayos X.
Lino Alarco fue un destacado pionero de las intervenciones quirúrgicas temerarias y hasta impensables de la época. En 1858 presentó su Tesis de Doctorado ¨Abscesos del Hígado¨ y postuló la necesidad de evacuar el pus ¨sin contaminación a la cavidad peritoneal¨ para evitar la temida peritonitis, y el mismo año resecó un maxilar inferior abscedado. Un año antes había operado un neuroma del cubital con bastante éxito, que publicó en la Gaceta Médica. Emitió célebres opiniones sobre la exploración clínica y la frecuencia de los tumores benignos y malignos, y apreciaciones semiológicas sobre la consistencia, fibrosidad y movilidad o fijación de los mismos. Describe y clasifica las alteraciones mórbidas vasculares, ordenando con lucidez la etiología y clínica de los aneurismas.1. Fue uno de los cirujanos más renombrados, siendo sus opiniones respetadas y hasta concluyentes en los casos que debían intervenirse, y variadísimas las operaciones que realizaba. Incurrió en la oftalmología con una técnica personal para la remoción del pterígion, y en la urología con la talla vesical. Al igual que D´Ornellas, Dounglas y Grau, brillantes cirujanos de entonces, no se detuvo ante los mayores retos que representaba la patología quirúrgica del momento y los afrontó con conocimiento y extremo coraje.
El 12 de junio de 1878 realizó Lino Alarco el acto más osado de su carrera. Operó a domicilio un quiste tumoral de ovario, convirtiéndose en el primer cirujano en realizar la cirugía intraperitoneal en el Perú. Se contaba con la anestesia general de cloroformo, desplazando al éter por su mejor tolerancia y versatilidad  Fue el anestésico empleado en tan atrevida operación, bajo el celoso cuidado de los1 profesores Odriozola y Salazar.
La intervención fue un éxito y duró algo más de dos horas y media, dejándose drenaje para el retiro del asa metálica que sostuvo el pedículo ovárico por varios días, como se estilaba entonces. La cirugía intraperitoneal ya se practicaba en Europa y en Norteamérica por maestros como Koeberlé, Pean, Czerny, Billroth y otros, sin olvidar la pionera ovariectomía de McDowell en 1809, pero los avances en el Perú eran lentos y la prudencia y el temor por la afamada peritonitis seguía invadiendo el espíritu de los operadores. Koeberlé practicó una ovariectomía en 1862 y Pean la realizó en 1864. Entonces la operación era considerada de altísimo riesgo y existieron severos fracasos, mostrando las estadísticas alemanas que de 54 ovariectomías habían fallecido 51 pacientes, reportando Atlee en Norteamérica una mortalidad del 33%. No obstante, la ovariectomía practicada por Lino Alarco fue tan exitosa que tomó fama, al punto que produjo una manifestación del Supremo Gobierno, solicitando un informe a la Facultad de Medicina para poner los nuevos avances al servicio de los pacientes necesitados.
Decididamente la cirugía sufría un cambio científico revolucionario, pero puede adivinarse que fue fundamentalmente el espíritu temerario y heroico del siglo lo que condicionó el logro de tales hazañas, es decir la abnegación, el heroísmo y la búsqueda incesante del individualismo, motores propulsores de los pioneros del momento. El héroe social romántico y evolucionista volcado en pro de la medicina. Los impulsos que despertaron la abnegación, el deseo infatigable de servir, los sentimientos extremos de amor a la vida, la imparable curiosidad por lo desconocido y la búsqueda incesante del heroísmo debieron contribuír decididamente, sumados a la infatigable persecución de la meta de la excelencia, como lo prescribía ala teoría de la teoría de la Evolución Social.


Dr. José Lino Alarco Brediñana
            Lima Perú. 1805-1903
IMÁGENES DE OTROS MÉDICOS DESTACADOS EN EL TIEMPO DE LA PRESENTE HISTORIA EN COCHABAMBA, HOSPITALES SAN SALVADOR Y VIEDMA

Dr. Cleómedes Blanco Ferrufino egresado de la facultad de medicina de la Universidad de San Marcos Lima Perú 1828-1893
Dr. Julio Rodríguez Morales (contemporáneo)

Dr. Mariano Agustín Virreira
                        (Discípulo del Prof. Jacoud de Paris Francia)

Profesor Sigismond François Jaccoud
(París 1830-1913)  

Dr. José Casto Canedo. (Asistió a la Guerra del Pacífico) 
Paciente Lipoma dorsal gigante operado por el Dr. Cleómedes Blanco Ferrufino en Cochabamba. (Archivo familiar)   

La muerte del mencionado galeno benefactor cochabambino fue muy sentida en su medio social gracias a su obra filantrópica. Cuando fallece, Ricardo Mujía Linares le dedica una poesía titulada  “Cuando los Padres mueren”

“Yo lo conocí, pero su nombre /
con una vibración llega a mi oído /
Y me hizo comprender en él, al hombre /
para la ciencia y la virtud nacido.

Al hombre puro, de conciencia honrada /
como Catón en el deber, austero /
revelando su vida inmaculada /
al liberal patriota y caballero.

Supe que siempre de entusiasmo lleno /
con su saber venció al dolor humano /
que fue para su hogar un ángel bueno /
Y de los pobres el mejor hermano…”
   
Dr. Gastón Cornejo Bascopé
Ex presidente nacional de la Sociedad Boliviana de Cirugía
Ex presidente nacional de la Sociedad de Historia de la Medicina
Cochabamba, Bolivia. Octubre de 2017  
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