EL POETA CHUQUISAQUEÑO
SELECTO Y EL IMPUESTO QUE DESENCADENÓ LA GUERRA DEL PACÍFICO
Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, agosto de 2017.
ADIOS A COCHABAMBA
Adiós, heroica ciudad
Hermosa como ninguna
De egréjios mártires cuna
Que te dieron libertad.
¡Adiós!, te voy à dejar
Con íntima pena amarga
Que ya es mi ausencia muy larga
De mi familia y mi hogar.
Vuelvo a mi ciudad querida
Bajo cuyo claro cielo
Llena de paz y consuelo
Se deslizará mi vida.
Allí está mi amado padre
Me llama su tierno afecto
Allí duerme el sueño eterno
Mi santa, mi buena madre.
Adiós noble juventud
Prez y gloria de este suelo
Juventud noble, modelo
De heroísmo y de virtud.
Juventud que a una señal
Vuela de la ley al lado
¡Cuánta se ha sacrificado
Por el honor nacional!
Adiós, hermoso pensil
De luz de encanto y de aromas
Blando nido de palomas
Búcaro de flores mil.
Como prueba del amor
Que me inspiras, tierra
hermosa,
Me llevo en mi amada
esposa
De tu vergel una flor.
Que siempre en tu suelo
fija
Esté la blanca bandera
De la paz; sea la
primera
Cuando la patria se
aflija.
Cuando en algún tirano
vibre
El rayo de destrucción
En ser guerrero pendón
En ser la enseña del
libre.
Y al grito de libertad
Verás que su orgullo
doma
Que son los héroes de
Aroma
Los hijos de esta
ciudad.
Jacobo Ramallo
Mayo 15, de 1877. (respetada la ortografía original)
GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ
Versos extractados del
periódico El Heraldo. Nº 1, 13 de abril de 1877.
(140 años)
Musicalidad, candor y
sentimiento se encuentra en estos versos íntimos del poeta chuquisaqueño que
vivió en Cochabamba en esos años previos a la invasión chilena al Litoral
boliviano.
1877. aún frescos estaban
en Cochabamba los recuerdos del sexenio melgarejista. Otro poeta como él, había
muerto sacrificado y de rodillas ante el tirano que disparó su revólver sobre las
sienes del bardo que amó la libertad, Néstor Galindo Argüelles, en la Cantería de
Potosí con otros dos jóvenes de la misma talla humana rezó a su madre y a Dios
en un gesto último de despedida final.
“Soledad”, Adela
Zamudio, se encontraba muy niña aún; pergeñaba sus poemas y cuentos primeros.
Más tarde llegará a la vida en Cochabamba otro bardo sublime llamado Manuel
Céspedes Anzoleaga, “Man Césped”, el panteísta excelso.
Jacobo Ramallo continuó
con sus sentidos poemas épicos cuando Chile llenó de sangre a la Patria. Honor
a la evocación del bardo que soñaba poesías y cantaba a la sacralidad de la vida
en tono tierno y cálido.
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En una próxima página de prensa de ese mes, abril de 1877, llegó la
patética noticia de un grave movimiento telúrico, un terremoto y tsunami en la
costa boliviana publicada en El Heraldo:
“TELEGRAMA OFICIAL Recibido en Tacna hoy 15, a horas 12h 20m pm.
Sr. Subprefecto:
Iquique ha sufrido menos que el 18. En las huaneras se ha
perdido mucha gente. Cobija no existe. Antofagasta y Mejillones muy arruinadas.
Pisagua e Iquique están muertos. Piden agua. ZAPATA.
Sacudimientos récios que han llenado de pánico a los
habitantes, se han sentido también en Corocoro”.
Esta escueta noticia
revela el verdadero origen del Impuesto que generó, según Chile, la ruptura de
acuerdos diplomáticos que desencadenaron la Guerra del Pacífico. El gobierno
boliviano debió atender el sufrimiento y la destrucción sísmica de sus puertos
y para ello, recurrió al financiamiento mediante el Impuesto de los 10
centavos. Ésta y no otra fue la gestión
de Bolivia. El gobierno de Chile, en forma inconsulta con su pueblo, había
preparado desde más de 40 años su expansión geopolítica al norte; pleno de guano,
salitre, azufre, cobre y plata y todo lo que se encontrara contenido pues allá
se encontraba codiciada la mina de Chuquicamata y Caracoles, todo el litoral
boliviano y peruano que prometían inmensa riqueza; además las cuencas hídricas
de los ríos y bofedales que nutrirían el desierto y las ciudades chilenas a
construir en la tierra y la costa avasallada. Podrán desviar los ríos,
canalizar las aguas de las vertientes y avanzar impunemente en todo el
territorio tomando prácticamente Potosí y Oruro. Finalmente, se logrará un
tratado de amistad a las buenas o a las malas, mediando las logias de
Valparaíso extendidas como brazos de pulpo a las autoridades y principales
ciudadanos bolivianos, comenzando por sus propias autoridades políticas y
militares: Camacho, Baptista, Campero, La Faye y los personajes liberales
encumbrados en el poder nacional.
Chile ganó su cometido en
base al encono, la sangre y la muerte de sus hermanos americanos de Perú y de Bolivia.
Bueno fue para el país de la “Razón o la Fuerza” el pretexto de los 10 centavos.
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