lunes, 17 de julio de 2017

UN LAPSUS EN LA VIDA DE UNA GRAN ESCRITORA

Gastón Cornejo Bascopé
Cohabamba, junio de 2017

El escritor Paz Soldán sentencia: ¡El crecimiento espiritual se refleja en lo que escribes”.
La escritora Lupe Cajías, por atacar –con razón o sin ella- a David Choquehuanca, el ex canciller, destruye su bien cimentado prestigio profesional al incidir el origen genealógico de D. Franz Tamayo.
En base a especulaciones de baja estofa, infundadas, inventadas por  un tal Escobari, escarba temas de suyo delicadas e intocables. El Hombre Bolivia que fue, es y será, don Franz Tamayo Solares, reaccionó en su tiempo calificando al difamador con una sentencia cruel de ¡TRIPLE CRETINO! ¡PARA SIEMPRE! Y argumentó: “No tengo costumbre de injuriar a los muertos para indicar que una de las últimas majestades que aún queda en pie sobre la tierra, es la majestad de la muerte que confiere a los individuos una suerte de divinidad. Se necesitaría un alma de rufián para desconocer esta ley y esta tradición del mundo civilizado”.
Lanzó el hermoso pensamiento: “Hablaré en defensa de las dos cosas más sagradas que tiene el hombre sobre la tierra: El culto de los padres y la defensa de los hijos indefensos”.
Sobre su madre: “El difamador se atrevió a difamar mi madre sin la menor justificación. Todas las virtudes de la antigua mujer americana, aureoladas ya por la luz del cristianismo resplandecen sobre la india soberbia que era mi madre. La frente de mi madre resplandece con la misma majestad no de siglos sino de milenios que sobrecogen cuando se contemplan por un instante Tiwanacu o Palenque. Cuantos de mis abuelos fueron los arquitectos de Huiñay Marka, la ciudad eterna, los Tamayo de hace 4 mil años. Por sus frutos los conoceréis y el evangelio, cretino estupendo, no miente nunca”.  “Pies para siempre helados de mi madre en la tumba, desde aquí os estoy besando y de rodillas”.
Copié el escrito difamante de “Página 7” para dar lectura de su contenido en la sesión de poetas y escritores de Cochabamba, ante Luis Urquieta Molleda, Óscar Arze Quintanilla, Gaby Vallejo Canedo, Velia Calvimontes y otros insignes escritores. Al iniciar detuve mi intensión por respeto a la autora y a las personalidades nombradas, aquel que debe primar en la familia de los artistas de la palabra, tuve vergüenza ajena.
La historia recuerda al abogado Choquehuanca que recibió al Libertador Bolívar  en el Cusco con la afirmación: “Tu gloria crecerá con los siglos como las sombras cuando el sol declina”. En 1825, ya existían profesionales con ese apellido. Conocí en el Senado, desde el Comité de RREE, a David Choquehuanca, canciller 2006-2010. Fue un ministro respetable. Cometió su criticable yerro aprobando el Borrador del Silala. A pesar de ello, el apellido es respetable como es el de Tamayo o el de Cajías, Baptista, Gumucio.
Desprendámonos de todo vestigio racista; sobre todo, cuando se trate de seres emblema. Atacar a Franz Tamayo es atacar a la patria en su seno sublimado de trascendencia y eternidad.
Sería altamente encomiable que Doña Lupe Cajías presentara sus disculpas a la familia Bascopé Tamayo, descendiente del personaje que trasciende bolivianidad y que, él mismo es Bolivia, la patria de nuestros amores.
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