Gastón
Cornejo Bascopé
Cohabamba, junio de 2017
El escritor Paz Soldán sentencia: ¡El crecimiento espiritual se refleja en lo
que escribes”.
La escritora Lupe Cajías, por atacar –con razón o sin
ella- a David Choquehuanca, el ex canciller, destruye su bien cimentado
prestigio profesional al incidir el origen genealógico de D. Franz Tamayo.
En base a especulaciones de baja estofa, infundadas,
inventadas por un tal Escobari, escarba
temas de suyo delicadas e intocables. El Hombre Bolivia que fue, es y será, don
Franz Tamayo Solares, reaccionó en su tiempo calificando al difamador con una
sentencia cruel de ¡TRIPLE CRETINO!
¡PARA SIEMPRE! Y argumentó: “No
tengo costumbre de injuriar a los muertos para indicar que una de las últimas
majestades que aún queda en pie sobre la tierra, es la majestad de la muerte
que confiere a los individuos una suerte de divinidad. Se necesitaría un alma
de rufián para desconocer esta ley y esta tradición del mundo civilizado”.
Lanzó el
hermoso pensamiento: “Hablaré en defensa de las dos cosas más sagradas que
tiene el hombre sobre la tierra: El culto de los padres y la defensa de los
hijos indefensos”.
Sobre su madre: “El
difamador se atrevió a difamar mi madre sin la menor justificación. Todas las
virtudes de la antigua mujer americana, aureoladas ya por la luz del
cristianismo resplandecen sobre la india soberbia que era mi madre. La frente
de mi madre resplandece con la misma majestad no de siglos sino de milenios que
sobrecogen cuando se contemplan por un instante Tiwanacu o Palenque. Cuantos de
mis abuelos fueron los arquitectos de Huiñay Marka, la ciudad eterna, los
Tamayo de hace 4 mil años. Por sus frutos los conoceréis y el evangelio,
cretino estupendo, no miente nunca”. “Pies para siempre helados de mi madre en la
tumba, desde aquí os estoy besando y de rodillas”.
Copié el escrito difamante de “Página 7” para dar
lectura de su contenido en la sesión de poetas y escritores de Cochabamba, ante
Luis Urquieta Molleda, Óscar Arze Quintanilla, Gaby Vallejo Canedo, Velia
Calvimontes y otros insignes escritores. Al iniciar detuve mi intensión por
respeto a la autora y a las personalidades nombradas, aquel que debe primar en
la familia de los artistas de la palabra, tuve vergüenza ajena.
La historia recuerda al abogado Choquehuanca que
recibió al Libertador Bolívar en el
Cusco con la afirmación: “Tu gloria
crecerá con los siglos como las sombras cuando el sol declina”. En 1825, ya
existían profesionales con ese apellido. Conocí en el Senado, desde el Comité
de RREE, a David Choquehuanca, canciller 2006-2010. Fue un ministro respetable.
Cometió su criticable yerro aprobando el Borrador del Silala. A pesar de ello,
el apellido es respetable como es el de Tamayo o el de Cajías, Baptista,
Gumucio.
Desprendámonos de todo vestigio racista; sobre todo,
cuando se trate de seres emblema. Atacar a Franz Tamayo es atacar a la patria
en su seno sublimado de trascendencia y eternidad.
Sería altamente encomiable que Doña Lupe Cajías
presentara sus disculpas a la familia Bascopé Tamayo, descendiente del
personaje que trasciende bolivianidad y que, él mismo es Bolivia, la patria de
nuestros amores.
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