martes, 26 de julio de 2016

HISTORIA DE UNA CANALLADA


MANIFIESTO DEL GENERAL BERNARDINO BILBAO RIOJA.
A LA NACIÓN,  A MIS CAMARADAS DEL EJÉRCITO  Y EX COMBATIENTES.-


Ante un imperativo de verdad debo hacer conocer ciertos detalles de los acontecimientos ocurridos en La Paz, durante estos últimos días.
El día jueves del presente, a horas 18:30 recibí un llamado telefónico del Edecán del Servicio, Mayor Eleodoro Galindo a nombre del Presidente Provisorio de la República, Gral. Carlos Quintanilla, insinuándome asistir a las 19:00 horas a un Consejo de Gabinete que debía realizarse en Palacio. A esa hora estaba yo en mi oficina de trabajo, dando instrucciones a los señores Jefes y Oficiales sobre asuntos del servicio.
Una vez en el Palacio de Gobierno a horas 19 indagué por el señor Coronel Meltón Brito, Ayudante General de la Presidencia de la República a quien expresé haber sido notificado para concurrir al Consejo de Ministros. El Coronel Brito me manifestó que no existía esa orden de citación y por consiguiente podía retirarme.
El Consejo de Ministros que en efecto se había reunido, deliberaba en una de las salas del tercer piso del Palacio de Gobierno.
En circunstancias en que bajaba del tercer piso del Palacio hacia el “Hall” principal, por las estrechas escalinatas que unen los distintos pisos, fui atacado de hecho, violentamente por unos veinte policías y militares disfrazados de civiles, pertenecientes a la “Guardia de Honor”  del Presidente, todos ellos tarijeños.
Los veinte “gánsteres criollos” armados de pistolas, laques y manoplas, se lanzaron furiosamente contra mi persona, reduciéndome a la impotencia en pocos minutos de lucha desesperada por mi parte.
Como consecuencia, recibí tres heridas en la cabeza, fractura del pómulo, dos dientes destrozados, contusiones severas en la cara y en todo el cuerpo, quedando ensangrentado.
La famosa cuadrilla de “gánsteres tarijeños” al mando del Capitán Ichazo, del “Escolta de Honor”, no satisfecha del ultraje material y moral que se me había inferido, se apoderó de mis prendas personales entre ellas una cartera con 1500  bolivianos, una pistola de bolsillo, una pluma fuente, un reloj pulsera, un aro de matrimonio y todos los documentos privados que llevaba conmigo.
Apresado en la forma descrita y con pleno conocimiento del Consejo de Ministros,  Cuerpo de Edecanes y Guardia de Palacio, no recibí auxilio de nadie, a pesar de mis reiteradas protestas y llamadas al orden y al cumplimiento del deber en defensa y resguardo debidos por parte de todos ellos a su General en Jefe. Fui llevado a un calabozo de Palacio donde permanecí tendido en el suelo por espacio de dos horas, con esposas en ambas manos y fuertes ligaduras en los pies. Ocho centinelas armados montaban guardia con instrucciones de asesinarme al primer llamado de alarma.
Transcurridas las dos horas, aumentadas las ligaduras en todo el cuerpo, amordazado y vendado me trasladaron a un automóvil previamente dispuesto frente a la entrada principal de la Policía.
En estas condiciones, tendido en el piso del automóvil, fui conducido hasta las afueras de Viacha con el acompañamiento escalonado de seis automóviles que llevaban tropa armada y a los directos responsables principales del asalto: Coronel Brito, Coronel Ichazo, Capitán Ichazo, Dr. Quintanilla (hermano del Presidente) y otros, según relato de mis acompañantes.
Transbordado en Viacha a un autocarril, viajé hasta 15 km antes de llegar a Arica con las ligaduras, mordaza y seguridades brutales adoptadas por los que me escoltaban.
Hago constar que debía asistir al Consejo de Ministros  en mi calidad de General en Jefe y en un acto de servicio, lo que agrava singularmente el acto delictuoso del Gobierno y de sus servidores incondicionales.
Dejo el análisis y el comentario de estos hechos a la conciencia honrada de todos los bolivianos y especialmente a los Generales, Jefe y Oficiales del Ejército porque abrigo la esperanza de que la corrupción de ciertos elementos maleados no pueda haber contaminado la pureza de sentimientos de mi pueblo y noble Ejército.
Porque pregunto: ¿Es posible concebir una afrenta semejante a un General en jefe, en pleno ejercicio de sus funciones, sin que mediara ningún antecedente, ni siquiera alguna causa para el establecimiento de un proceso? En la historia de América, este es el primer caso en que un Gobierno que se dice respetuoso de la Constitución y de las determinaciones del Ejército que lo llevó al Poder, comete este atentado contra el General en Jefe, infiriendo al mismo tiempo, el más hiriente ultraje a la institución armada en la persona de su representante.
Es del dominio público que más de cuarenta y cinco distritos de la República, ex Combatientes, instituciones obreras y sindicatos de casi todo el país, han proclamado mi candidatura a la Presidencia de la República. Mi deseo más vehemente era llegar a ésta por los medios legales, habiendo desechado numerosas peticiones para derrocar al actual gobierno mediante un acto de violencia, desde que me hice cargo de la Jefatura del Comando.
Declaro terminantemente que el actual Comandante en Jefe, Coronel Antenor Ichazo, que ha sido hasta el último día mi colaborador inmediato en la Jefatura del Estado Mayor, ha sido el principal instigador para que asumiera la Presidencia mediante un golpe de Estado habiendo recibido mis francos rechazos a tales proposiciones fundado en el anhelo de la unión nacional y el prestigio de Bolivia y su Ejército en el exterior. Señalo a la opinión pública la conducta falaz de este Jefe que lo inhabilita moralmente para  el desempeño de su cargo.
Estoy en condiciones de manifestar con toda  pureza de conciencia, que desafío a cualquier militar o civil para que declare si en alguna oportunidad le he manifestado mi deseo de perturbar el orden establecido, atentando en lo más mínimo la estabilidad del Gobierno.
Lo que hay de cierto, en la actual situación política de Bolivia, es que el Ministro de Gobierno, Bernardo Navajas Trigo, cuñado del Presidente Provisorio, se ha presentado a última hora como candidato a la Presidencia contando a su favor, como únicos antecedentes para cumplir su aspiración, con todos los resortes que un Ministro de Gobierno en funciones puede tocar además de los dineros del Estado. Sin olvidar el apoyo del capitalismo de los partidos tradicionales de derecha.
Ya lejos de la Patria por un destierro obligado y después de haber sufrido toda la brutalidad de un atentado sin precedentes en América, hago un llamado a la reflexión de mis compatriotas y camaradas para que  consideren si los actos delictuosos a que me he referido, merecen su aprobación o su repudio en resguardo de la nación y del Ejército.
A pesar de todo lo acontecido y aún desde la distancia en que me coloca el destierro, no me cansaré de encarecer a mis camaradas que mantengan la unidad del Ejército, tanto en la acción como en el pensamiento, prestigiándolo aún más, si cabe, siguiendo siempre por el camino del trabajo, la disciplina y la lealtad, sin que esto quiera decir que se deje sin sanción a aquellos que, en el actual momento político, desentonan con la conducta caballerosa de los servidores del país y la actitud heroica de los defensores del Chaco.

(Fdo.)  GRAL. BERNARDINO BILBAO RIOJA.
Arica, 28 de octubre de 1939.
Talleres Impresora de la “Gaceta Popular”  - Arica – 35-
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En “El  DIARIO” de La Paz. 27 octubre de 1940, se publicó el siguiente escrito: “A UN AÑO DEL MÁS INAUDITO ATENTADO QUE REGISTRA LA HISTORIA Y QUE EL EJÉRCITO Y EL PUEBLO AÚN LO IGNORA”
Hagamos memoria  y recordaremos por un instante siquiera los días en que estrujado el corazón del pueblo, destilaba la más profunda amargura, al saber que las acciones de nuestras armas en el Chaco trocaban las victorias en derrota, los avances en desordenadas retiradas, y las esperanzas en crueles desengaños.
Recordemos también las victorias de Kilómetro 7, Strongest y el Campo atrincherado de Villamontes que tuvo su culminación en la uno y mil veces heroica actividad de Méndez Arcos y sus bravos compañeros que inmolaron su vida en defensa de la Patria.
Aquellas acción es guerreras embotaron el sentimiento patriótico y éstas otras, por contraste, la sublimizaron.
Los actores directos o indirectos de estos desastres, sabe el pueblo sobradamente quiénes son. Sabe también que las acciones victoriosas tuvieron un ejecutor, un espíritu superior a quien estuvieron confiadas; una voluntad firme que las hizo realidad; un corazón patriota bien centrado que comunicó sus palpitaciones plenas de amor a Bolivia en el ejemplo personal dado a sus soldados; una moral mezclada de modestia y estricta austeridad, inigualadas que les dieron ese relieve y, un todo consagrado al triunfo, ese todo fue el genio militar del General Bernardino Bilbao Rioja.
Así se consagró al decir del propio Estigarribia, en el campo de batalla, la más recia personalidad del guerrero boliviano, cuyo nombre no figuró en los comunicados de guerra.
Ahí radica el cariño que siente el pueblo de Bolivia porque cada uno y todos los que fueron sus subordinados son testigos vivientes de la justicia y los méritos que enunciamos entre 1932 a 1939, fue en la paz y en la guerra, el paréntesis que destaca esta personalidad.
Una vida, una voluntad, una mano y un revólver, que trocaron súbitamente la historia de Bolivia en Agosto de 1939, dieron a Bilbao la oportunidad de ocupar el cargo que con más  derecho que nadie debía y podía desempeñar. Bilbao se negó a esa misión porque su espada y su conciencia puestas siempre al servicio de la Constitución, le mandaban imperativamente a aceptar un cargo que la casualidad desgraciada dejó en vacancia. (La muerte de Busch)
Bilbao impuso en la Presidencia a un amigo suyo, vencedor también de uno y mil acciones guerreras que a la sazón, era el primer soldado armado de la República. El país recibió con profundas muestras de desengaño esa exaltación que no rimaba tampoco con  las glorias del Presidente que envuelto en los pliegues de la bandera nacional yacía en una capilla funeraria. Se había producido seguramente un derrocamiento inmediato del nuevo Jefe de Estado si el nuevo Comandante en Jefe del Ejército, General Bernardino Bilbao Rioja no hubiera respaldado con toda su autoridad moral, al nuevo mandatario.
Bilbao estabilizó al nuevo Gobierno, el país volvió a la normalidad y él mismo declaró que debía democráticamente decir, en plazo breve, sobre el destino que  mejor le convenía.
Amigos suyos, viejos patricios, le consideraban porta estandarte de ésta patria digna de mejor suerte y le proclamaron candidato a la Presidencia de la República, misión que aceptó por que era misión del Gobierno convocar prontamente a elecciones generales.
Bilbao, hombre honrado y pobre, no disponía de otros recursos que no fueran sus sueldos  para hacer su campaña política. No podía envilecer su conciencia con pactos que le habrían arrebatado. En estas circunstancias, es cierto que cometió errores de tacto político, atribuibles a la inocencia  en cuestiones de tal índole, Creía que la lucha política era de mérito a mérito. No midió que cuanto dijo en Villamontes al despedirse de sus valerosos soldados en inolvidable proclama, repercutiría después como repercutió el beso que diera Napoleón a su bandera en Santa Elena. Los que medraron en la guerra como en la paz, de la fortuna de Bolivia, los malos hijos que no cumplieron su deber, los que no pueden ver el sol porque su luz les ofusca, le combatieron solapada y traidoramente.
Bilbao creyó tener el apoyo a su candidatura, todo el respaldo cívico que puede apetecer un hombre de bien, creyó que el militar profesional se debía ante todo al Ejército que amaba con verdadera grandeza de corazón, decidió, y esto pocos lo saben, renunciar la candidatura y a ese efecto se preparaba un manifiesto que debía salir el domingo 29 de octubre, pero el 26 fue capturado. Su preocupación era la reorganización  de las fuerzas armadas de Bolivia. Su competencia profesional, su autoridad moral le autorizaban plenamente para esa misión.
Eso pensaba este hombre que colocó en el pecho de su amigo la insignia presidencial que en el suyo habría estado honrada. Seguramente, los fundadores de Bolivia sintieron la sincronización de las grandes inquietudes patrióticas que sólo se justiprecian cuando se tiene la conciencia en paz, y cuando se ha hecho todo lo que el deber impone hacer.
Recibió en su trabajo una llamada telefónica del Palacio de Gobierno para asistir a un Consejo de Gabinete y allá, el Comandante Jefe del Ejército boliviano, candidato consagrado a la Presidencia de la República, el militar pundonoroso, el ejemplar soldado del Chaco, fue víctima de un “cerco” que en otros sitios no diera resultado. Le golpearon, le hicieron rodar por las escalinatas  del Palacio que desde entonces no es más  la augusta Casa Presidencial,  sino una miserable “comisaría”; y abofeteado, con la cabeza rota en varias partes,  con los dientes trisados,  con las costillas magulladas, con las piernas  golpeadas con feroz instinto, despojado de sus prendas personales, reloj, anillo matrimonial y billetera con dinero que le fueron robados en pleno Palacio de Gobierno,  fue echado al destierro, llegó a Arica como un “atado” sin conocimiento, casi exánime.
El vencedor del Chaco que en otro país hubiera sido orgullo de la nacionalidad, reliquia patriótica, rodó como un objeto las gradas del Palacio. En Arica mereció la caridad de un Coronel venezolano, días antes huésped nuestro, que le obsequió una camisa, porque  la suya estaba rota a jirones y ensangrentada.
Ahí principia y termina la historia de un régimen que ultrajo el honor de la institución armada. El Comandante en Jefe, el más digno de cuantos llevan el uniforme, fue así vejado. Esto consta en la carta personal que envió de Arica el Gral. Bilbao protestando por el ultraje. Esta carta algún día será conocida por el pueblo. En ella se destaca la gratitud  del hombre que pagó el servicio con un garrote despiadado. Ahí principia la nueva historia de Bolivia que bajo la ficción de la democracia y de una “concordancia” inexistente ensombreció como nunca el panorama de la República. Ahí principia para el país un nuevo calvario que no sabemos cuántas estaciones tendrá.
Ahí se fundamenta una presidencia provisoria que pudiendo ser benefactora como lo fue en 1930-1931,  se trocó en funesta.
La víctima vive alejada de Bolivia. El Gral. Peñaranda, actual presidente de la patria tiene sobre sí el deber de reparar tamaña injusticia, y habiendo amnistiado a los autores de este atentado, tiene el deber de conciencia de obrar, no por favor, sino por justicia porque un Presidente debe ser presidente de todos los bolivianos, debe pues restituir al Gral. Bilbao y encomendarle una función técnica necesaria para la defensa nacional.
 Entre tanto hemos oído una sólo exclamación del Gral. Bilbao: “Perdono a todos mis detractores y a quienes me apalearon. Deseo la paz interna y la unidad nacional, la consolidación de la disciplina militar para lograr la grandeza de la Patria”
Perdona también  a quien, tiene sólo dos acciones descalificadas para no ser el mejor “Mariscal” del mundo; la primera el “Boquerón” del Chaco y, la segunda el “Boquerón” político.
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COMENTARIO GASTON CORNEJO BASCOPÉ.             
Ese relato sucedió en 1939. A inicios del año 2006, la Bancada Oficialista de Diputados y Senadores,  de la cual fui Jefe político, fue convocada para asistir al Palacio de la Plaza Murillo. En el salón del segundo piso se debía coordinar la emisión de disposiciones legales inmediatas en el Legislativo: aprobar la Ley de Austeridad primaria, nadie debía ganar más de diez mil bolivianos, el Presidente de la República bajaría su sueldo a 15 mil Bs. mensuales. Otra disposición debía ordenar la prohibición de ofrecer cargos públicos a familiares y amigos. Ambas propuestas saludables fueron aprobadas en el fatídico Palacio de Gobierno.
Mientras subíamos en el ascensor metálico inglés, el senador Antonio Peredo me contó que fue en ese elevador que propinaron una tremenda golpiza, los adeptos del Gral. Carlos Quintanilla al ex Combatiente en Jefe del Ejército, héroe máximo de Km 7, Alihuatá, Cañada Strongest y Villamontes, Gral. Bernardino Bilbao Rioja.
Ahora sé, por el Manifiesto personal de Bilbao Rioja, que fue en los tortuosos pasillos del Palacio en el extremo aledaño a la catedral y escalinatas que bajan desde el tercer piso al hall central de entrada. Por supuesto, veinte esbirros fueron repartidos en esos espacios, con órdenes precisas del Presidente Quintanilla y su cúpula para ejecutar la violencia contra el reconocido candidato a la Presidencia que tenía el apoyo de todo el pueblo de Bolivia. Debía sentarse un precedente inicuo ante el honor y el patriotismo respetuoso de la constitución y la dignidad de la Patria.
Fue en esos pasillos del tercer piso donde trabajaba el Secretario del Presidente Gualberto Villarroel, Luis Uría de la Oliva, nieto del juez que sentención de muerte por bolillo a uno de los tres hermanos Jáuregui, por la muerte del Gral. Pando; aquel inocente que lo maldijo antes de ser fusilado; se cumplió la maldición en ese malhadado día, en ese pasillo mataron al Secretario y lo colgaron junto a Villarroel, “Huaco” Ballivián y Roberto Hinojosa, los otros héroes de la historia nacional. Cuántas veces repasé imaginando, al visitar los ambientes del Palacio Quemado, el crimen del Tte. Cnel. Gualberto Villarroel ese fatídico domingo del 21 de Julio de 1946; su heroísmo y nobleza en la hora crítica prohibiendo disparar contra el pueblo. Lo victimaron sin piedad los asesinos piristas que ingresaron cual fieras desatadas de furor. Dispararon una ráfaga de ametralladora, arrastraron los despojos hasta el balcón y echaron a la calle; luego, lo colgaron semidesnudo en el farol inmediato. A Roberto Hinojosa, bajaron del techo del Hotel París, lo mataron a palos, arrastraron y colgaron del farol frente a la catedral. Posteriormente el provisorio Tomás Monje observó impasible el crimen popular contra Oblitas, Eguino y Escobar desde su oficina en el Palacio de Gobierno.
Siete años antes, con el Héroe Bernardino Bilbao Rioja, pretendieron hacer lo mismo desde la cumbre del poder, se estaba entrenando la canalla. 
A propósito, evoco otros gestos primitivos sucedidos en el viejo Palacio que al presente se quiere permutar por el embrujo fatal de sus designios.
Cuando sucedió el cerco paceño de Tupac Katari en 1781, frente a la casona colgaron a 250 indígenas sospechosos de levantamiento. En el segundo alzamiento por la Independencia, colgaron al héroe Murillo y a los protomártires, también frente al Palacio.
En diciembre de 1828, y esto fue en Sucre, la Capital de Bolivia, José Ballivián, Armaza, Vera y otros, tomaron preso al Presidente Pedro Blanco, lo llevaron a la Recoleta y allí, en un pasillo estrecho, asesinaron al Presidente electo por la Asamblea Constitucional. Sabino Pinilla afirma que fue el propio Ballivián que mató a sablazos el cuerpo del héroe de Junín y Ayacucho. Armaza fue premiado con un Ministerio de Guerra por Santa Cruz, el Presidente de la Confederación Perú-Boliviana que rechazó la solicitud de incorporación de Tacna y Arica a Bolivia y defeccionó en Yungay.
En 1861, el terrible Placido Yáñez, por orden, desde Cochabamba, del Presidente José María de Achá, asesinó en carnicería salvaje a 21 prisioneros, entre ellos al ex Presidente Córdova en el “Loreto” Palacio Legislativo frente a la Casa de Gobierno. En 1865 sucedió la muerte del ex Presidente Belzu por Melgarejo. En 1872, murió el Presidente Agustín Morales por balazos de su sobrino Federico La Faye. En 1875, en el segundo periodo del presidente Frías, cuando La Paz quedó desguarnecida porque Hilarión Daza y los Colorados viajaron a sofocar un levantamiento en Cobija, Frías en Cochabamba contra otro intento de golpe, los conspiradores en La Paz atacaron con sabanas en llamas lanzadas al techo del Palacio desde la policía, lo quemaron totalmente.
En 1939 Germán Busch, convocó a Alcides Arguedas a Palacio para propinarle golpes de puño que ensangrentaron y fracturaron la nariz del escritor. En 1974, Hugo Banzer al ciudadano Dr. Juan Pereira Fiorilo por insinuar en Cochabamba la autoría de la muerte del General Zenteno Anaya, dio fuertes golpes contusos al rostro del prestigioso historiador.
Luis García Mesa maltrató a la Presidenta Lidia Gueiler, con paramilitares, obligándole a la renuncia so pena de muerte. Y cuántas órdenes de tortura y asesinato salieron impartidas por el verdugo San Román y los dictadores civiles y militares a su turno desde el Palacio Quemado en todo el tiempo histórico. ¡Ah! olvidaba, el 2006, Evo Morales Ayma propinó un puntapié al periné del senador Lino Villca Delgado por alguna expresión, emitida en favor de sus representados de los Yungas paceños.
Retorno al tema de la “canallada”. Lo que manifiesta el Héroe del Chaco, Bernardino Bilbao Rioja es patético e inadmisible. Nobleza en su relato, patriotismo y humanidad plena. Al presente, sé que efectivamente el Coronel Eleodoro Galindo, Jefe de la Casa Militar, se encontraba en su domicilio cuando le pidieron de Palacio convoque al Gral. Bilbao a una sesión de Gabinete. Quienes tramaron la golpiza al Jefe de Estado Mayor General, conocían las relaciones de intimidad que tenía el Jefe de Palacio con Bilbao, fue Ayudante del héroe, en el Comando Superior en Campaña durante la Defensa de Villamontes; ofrecería plena confianza en su convocatoria. Luego del violento asalto de parte de la “Logia” tarijeña a Bilbao, Galindo renegó de su función en Palacio, esa misma noche subió al tercer piso donde alojaba sus prendas personajes, arrojó el catre al patio central  en señal de desacuerdo y partió definitivamente. El escritor Augusto Céspedes confirma lo descrito y textualmente afirma en la Pág. 226 de su libro “El Dictador Suicida”· que Galindo no participó en el acto de violencia; asegura que, si Bilbao quedaba en Arica, llegaba a la Presidencia de la República casi inmediatamente. Más tarde fue Nivardo Paz con Eliodoro Galindo quienes publicaron la respectiva aclaración histórica.
El ex Presidente Gral. Carlos Blanco Galindo, dos meses previos a ese ataque, había ofrecido un homenaje al Jefe de Estado Mayor Gral. Bilbao en Cochabamba en su calidad de Presidente del Comité Pro Cochabamba. Luego de conocer la noticia del vejamen, envió un telegrama a Quintanilla el 30 de Octubre 1939, en los siguientes términos:
Al Presidente de la República. Carlos Quintanilla. La Paz.
“Le saludo respetuosamente. En mi calidad de ex Presidente y General de la República, así como he invocado los sentimientos patrióticos de mis camaradas de ésta Guarnición en mi conferencia de esta semana, invoco de Ud. igualmente los vínculos de amistad y camaradería, pidiéndole acordar una solución que a mi juicio no menoscaba la autoridad del gobierno.
La Guarnición de Cochabamba está dispuesta a continuar sus actividades normales, a sostener y respetar al Gobierno que Ud. preside resguardando el orden y el prestigio del Ejército, con el regreso del General Bernardino Bilbao, Comandante en Jefe del Ejercito, quien parece haber sido objeto de vejámenes.
La Guarnición estima que el retorno del Gral. Bilbao hasta el 10 de noviembre es inconveniente  y constituye una dilación innecesaria; en consecuencia debería comunicarse  al Gral. Bilbao que debe volver de inmediato al ejercicio de sus funciones. Stop. Creo que ante la grave situación que se ha planteado y siendo el propósito del Gobierno disponer el retorno del Gral. Bilbao en el curso de los primeros días, no se desmedra su autoridad al telegrafiar al Gral. Bilbao para que se disponga a regresar. Stop.
Invoco una vez más sus altos sentimientos cívicos y estoy seguro de que con buena voluntad evitaremos una situación de anarquía que sería fatal para Bolivia Stop.
Debo agregar que me consta que varias guarniciones de otros departamentos  han manifestado su conformidad con puntos de vista de esta Guarnición Stop. Los jefes me han expresado que su actitud obedece simplemente se debe resguardar el prestigio del Ejército y sus medidas son exclusivamente militares sin tener alguna conexión política ni extremista que mantienen el orden inalterable en esta ciudad Stop. Finalmente, me permito indicar conveniencia de no efectuar cambios de destino que agravaría la situación. Stop hablaré con Sr Ostria” Fdo.  Gral. C.Blanco.

RESPUESTA DEL PRESIDENTE QUINTANILLA: La Paz. 30 de Octubre 1939. Gral. C. Blanco G.
A suyo de hoy agradezcole gestiones realizadas por bien País confiando que su alta personalidad influya en ánimo Jefes esa Guarnición para que cordura y patriotismo se impongan objeto acatar determinaciones Gobierno, mostrando así disciplina y unidad debe reinar en ejército Stop. Únicos responsables cualquier situación a crearse serían jefes esa guarnición, todas las demás han expresado su apoyo al Gobierno. Stop. Acuerdos tomados ésta a que se refiere su telegrama no pueden modificarse por seriedad mi Gobierno. Afectuosamente Gral. Quintanilla.

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Comento ambos gestos. Conocidos los vejámenes ejecutados por lo logia “tarijeña” ordenados por el Gral. Carlos Quintanilla al insigne patriota en los pasillos del Palacio de Gobierno, y luego su exilio inmediato a Chile, encendieron la indignación de autoridades y jefes de la institución armada motivaron, mediante la autorizada voz del ex Presidente Carlos Blanco Galindo, un concienzudo reclamo exigiendo el inmediato retorno del militar vejado.
La respuesta telegráfica del autor y presidente Carlos Quintanilla revela la significación psicológica de un ser violento y soberbio que asumió el mando del Estado en forma arbitraria. Su fracaso y responsabilidad en el evento heroico de Boquerón, y su participación en el vejamen al Héroe Bernardino Bilbao Rioja, no le eximen de un juicio histórico necesariamente acusatorio.
Se sabe que Bernardino Bilbao Rioja, luego de un breve exilio temporal, viajó a Europa para continuar su formación personal. Más tarde, el Gobierno de Peñaranda, en acto de desagravio, le encargó una misión diplomática importante. Retornó a la Patria a servirla, siempre, hasta la muerte. Y nuestro héroe Bilbao, vejado en Palacio, no tiene hasta el presente, el monumento proyectado mediante Ley, de erigir en homenaje a los Combatientes del Chaco con la figura enhiesta de Bernardino Bilbao Rioja. Sus restos descansan en el Mausoleo de los Ex Combatientes del Chaco, a punto de derrumbarse en el Campo Santo cochabambino, por descuido municipal.
Como describe Mariano Baptista Gumucio en su Libro “Historia del Palacio Quemado”,  y comenta Ricardo Aguilar Agramont (La Razón, 26 de febrero 2012)Este edificio del poder político es el testigo del destino político nacional”. Concluye con este pensamiento patético “La presencia de esta vieja casona, su frontis, sus rincones, sus alrededores, sus interiores, son la imagen condensada de una ausencia: el pasado histórico de Bolivia”

Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, julio 2016.



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