MANIFIESTO
DEL GENERAL BERNARDINO BILBAO RIOJA.
A
LA NACIÓN, A MIS CAMARADAS DEL
EJÉRCITO Y EX COMBATIENTES.-
Ante
un imperativo de verdad debo hacer conocer ciertos detalles de los
acontecimientos ocurridos en La Paz, durante estos últimos días.
El
día jueves del presente, a horas 18:30 recibí un llamado telefónico del Edecán
del Servicio, Mayor Eleodoro Galindo a nombre del Presidente Provisorio de la
República, Gral. Carlos Quintanilla, insinuándome asistir a las 19:00 horas a
un Consejo de Gabinete que debía realizarse en Palacio. A esa hora estaba yo en
mi oficina de trabajo, dando instrucciones a los señores Jefes y Oficiales
sobre asuntos del servicio.
Una
vez en el Palacio de Gobierno a horas 19 indagué por el señor Coronel Meltón
Brito, Ayudante General de la Presidencia de la República a quien expresé haber
sido notificado para concurrir al Consejo de Ministros. El Coronel Brito me
manifestó que no existía esa orden de citación y por consiguiente podía
retirarme.
El
Consejo de Ministros que en efecto se había reunido, deliberaba en una de las
salas del tercer piso del Palacio de Gobierno.
En
circunstancias en que bajaba del tercer piso del Palacio hacia el “Hall”
principal, por las estrechas escalinatas que unen los distintos pisos, fui
atacado de hecho, violentamente por unos veinte policías y militares
disfrazados de civiles, pertenecientes a la “Guardia de Honor” del Presidente, todos ellos tarijeños.
Los
veinte “gánsteres criollos” armados de pistolas, laques y manoplas, se lanzaron
furiosamente contra mi persona, reduciéndome a la impotencia en pocos minutos
de lucha desesperada por mi parte.
Como
consecuencia, recibí tres heridas en la cabeza, fractura del pómulo, dos dientes
destrozados, contusiones severas en la cara y en todo el cuerpo, quedando
ensangrentado.
La
famosa cuadrilla de “gánsteres tarijeños” al mando del Capitán Ichazo, del
“Escolta de Honor”, no satisfecha del ultraje material y moral que se me había
inferido, se apoderó de mis prendas personales entre ellas una cartera con
1500 bolivianos, una pistola de
bolsillo, una pluma fuente, un reloj pulsera, un aro de matrimonio y todos los
documentos privados que llevaba conmigo.
Apresado
en la forma descrita y con pleno conocimiento del Consejo de Ministros, Cuerpo de Edecanes y Guardia de Palacio, no
recibí auxilio de nadie, a pesar de mis reiteradas protestas y llamadas al
orden y al cumplimiento del deber en defensa y resguardo debidos por parte de
todos ellos a su General en Jefe. Fui llevado a un calabozo de Palacio donde
permanecí tendido en el suelo por espacio de dos horas, con esposas en ambas
manos y fuertes ligaduras en los pies. Ocho centinelas armados montaban guardia
con instrucciones de asesinarme al primer llamado de alarma.
Transcurridas
las dos horas, aumentadas las ligaduras en todo el cuerpo, amordazado y vendado
me trasladaron a un automóvil previamente dispuesto frente a la entrada
principal de la Policía.
En
estas condiciones, tendido en el piso del automóvil, fui conducido hasta las
afueras de Viacha con el acompañamiento escalonado de seis automóviles que
llevaban tropa armada y a los directos responsables principales del asalto:
Coronel Brito, Coronel Ichazo, Capitán Ichazo, Dr. Quintanilla (hermano del
Presidente) y otros, según relato de mis acompañantes.
Transbordado
en Viacha a un autocarril, viajé hasta 15 km antes de llegar a Arica con las
ligaduras, mordaza y seguridades brutales adoptadas por los que me escoltaban.
Hago
constar que debía asistir al Consejo de Ministros en mi calidad de General en Jefe y en un acto
de servicio, lo que agrava singularmente el acto delictuoso del Gobierno y de
sus servidores incondicionales.
Dejo
el análisis y el comentario de estos hechos a la conciencia honrada de todos
los bolivianos y especialmente a los Generales, Jefe y Oficiales del Ejército
porque abrigo la esperanza de que la corrupción de ciertos elementos maleados
no pueda haber contaminado la pureza de sentimientos de mi pueblo y noble Ejército.
Porque
pregunto: ¿Es posible concebir una afrenta semejante a un General en jefe, en
pleno ejercicio de sus funciones, sin que mediara ningún antecedente, ni
siquiera alguna causa para el establecimiento de un proceso? En la historia de
América, este es el primer caso en que un Gobierno que se dice respetuoso de la
Constitución y de las determinaciones del Ejército que lo llevó al Poder,
comete este atentado contra el General en Jefe, infiriendo al mismo tiempo, el
más hiriente ultraje a la institución armada en la persona de su representante.
Es
del dominio público que más de cuarenta y cinco distritos de la República, ex
Combatientes, instituciones obreras y sindicatos de casi todo el país, han
proclamado mi candidatura a la Presidencia de la República. Mi deseo más
vehemente era llegar a ésta por los medios legales, habiendo desechado
numerosas peticiones para derrocar al actual gobierno mediante un acto de
violencia, desde que me hice cargo de la Jefatura del Comando.
Declaro
terminantemente que el actual Comandante en Jefe, Coronel Antenor Ichazo, que
ha sido hasta el último día mi colaborador inmediato en la Jefatura del Estado
Mayor, ha sido el principal instigador para que asumiera la Presidencia
mediante un golpe de Estado habiendo recibido mis francos rechazos a tales
proposiciones fundado en el anhelo de la unión nacional y el prestigio de
Bolivia y su Ejército en el exterior. Señalo a la opinión pública la conducta
falaz de este Jefe que lo inhabilita moralmente para el desempeño de su cargo.
Estoy
en condiciones de manifestar con toda
pureza de conciencia, que desafío a cualquier militar o civil para que declare
si en alguna oportunidad le he manifestado mi deseo de perturbar el orden
establecido, atentando en lo más mínimo la estabilidad del Gobierno.
Lo
que hay de cierto, en la actual situación política de Bolivia, es que el
Ministro de Gobierno, Bernardo Navajas Trigo, cuñado del Presidente Provisorio,
se ha presentado a última hora como candidato a la Presidencia contando a su
favor, como únicos antecedentes para cumplir su aspiración, con todos los
resortes que un Ministro de Gobierno en funciones puede tocar además de los
dineros del Estado. Sin olvidar el apoyo del capitalismo de los partidos
tradicionales de derecha.
Ya
lejos de la Patria por un destierro obligado y después de haber sufrido toda la
brutalidad de un atentado sin precedentes en América, hago un llamado a la
reflexión de mis compatriotas y camaradas para que consideren si los actos delictuosos a que me
he referido, merecen su aprobación o su repudio en resguardo de la nación y del
Ejército.
A
pesar de todo lo acontecido y aún desde la distancia en que me coloca el
destierro, no me cansaré de encarecer a mis camaradas que mantengan la unidad
del Ejército, tanto en la acción como en el pensamiento, prestigiándolo aún
más, si cabe, siguiendo siempre por el camino del trabajo, la disciplina y la
lealtad, sin que esto quiera decir que se deje sin sanción a aquellos que, en
el actual momento político, desentonan con la conducta caballerosa de los
servidores del país y la actitud heroica de los defensores del Chaco.
(Fdo.) GRAL. BERNARDINO BILBAO RIOJA.
Arica,
28 de octubre de 1939.
Talleres
Impresora de la “Gaceta Popular” - Arica
– 35-
……………………………………………………………………………
En
“El DIARIO” de La Paz. 27 octubre de
1940, se publicó el siguiente escrito: “A UN AÑO DEL MÁS INAUDITO ATENTADO QUE
REGISTRA LA HISTORIA Y QUE EL EJÉRCITO Y EL PUEBLO AÚN LO IGNORA”
Hagamos
memoria y recordaremos por un instante
siquiera los días en que estrujado el corazón del pueblo, destilaba la más
profunda amargura, al saber que las acciones de nuestras armas en el Chaco
trocaban las victorias en derrota, los avances en desordenadas retiradas, y las
esperanzas en crueles desengaños.
Recordemos
también las victorias de Kilómetro 7, Strongest y el Campo atrincherado de
Villamontes que tuvo su culminación en la uno y mil veces heroica actividad de
Méndez Arcos y sus bravos compañeros que inmolaron su vida en defensa de la
Patria.
Aquellas
acción es guerreras embotaron el sentimiento patriótico y éstas otras, por
contraste, la sublimizaron.
Los
actores directos o indirectos de estos desastres, sabe el pueblo sobradamente
quiénes son. Sabe también que las acciones victoriosas tuvieron un ejecutor, un
espíritu superior a quien estuvieron confiadas; una voluntad firme que las hizo
realidad; un corazón patriota bien centrado que comunicó sus palpitaciones
plenas de amor a Bolivia en el ejemplo personal dado a sus soldados; una moral
mezclada de modestia y estricta austeridad, inigualadas que les dieron ese
relieve y, un todo consagrado al triunfo, ese todo fue el genio militar del
General Bernardino Bilbao Rioja.
Así
se consagró al decir del propio Estigarribia, en el campo de batalla, la más
recia personalidad del guerrero boliviano, cuyo nombre no figuró en los
comunicados de guerra.
Ahí
radica el cariño que siente el pueblo de Bolivia porque cada uno y todos los
que fueron sus subordinados son testigos vivientes de la justicia y los méritos
que enunciamos entre 1932 a 1939, fue en la paz y en la guerra, el paréntesis
que destaca esta personalidad.
Una
vida, una voluntad, una mano y un revólver, que trocaron súbitamente la
historia de Bolivia en Agosto de 1939, dieron a Bilbao la oportunidad de ocupar
el cargo que con más derecho que nadie
debía y podía desempeñar. Bilbao se negó a esa misión porque su espada y su
conciencia puestas siempre al servicio de la Constitución, le mandaban
imperativamente a aceptar un cargo que la casualidad desgraciada dejó en
vacancia. (La muerte de Busch)
Bilbao
impuso en la Presidencia a un amigo suyo, vencedor también de uno y mil
acciones guerreras que a la sazón, era el primer soldado armado de la
República. El país recibió con profundas muestras de desengaño esa exaltación
que no rimaba tampoco con las glorias
del Presidente que envuelto en los pliegues de la bandera nacional yacía en una
capilla funeraria. Se había producido seguramente un derrocamiento inmediato
del nuevo Jefe de Estado si el nuevo Comandante en Jefe del Ejército, General
Bernardino Bilbao Rioja no hubiera respaldado con toda su autoridad moral, al
nuevo mandatario.
Bilbao
estabilizó al nuevo Gobierno, el país volvió a la normalidad y él mismo declaró
que debía democráticamente decir, en plazo breve, sobre el destino que mejor le convenía.
Amigos
suyos, viejos patricios, le consideraban porta estandarte de ésta patria digna
de mejor suerte y le proclamaron candidato a la Presidencia de la República,
misión que aceptó por que era misión del Gobierno convocar prontamente a
elecciones generales.
Bilbao,
hombre honrado y pobre, no disponía de otros recursos que no fueran sus
sueldos para hacer su campaña política.
No podía envilecer su conciencia con pactos que le habrían arrebatado. En estas
circunstancias, es cierto que cometió errores de tacto político, atribuibles a
la inocencia en cuestiones de tal
índole, Creía que la lucha política era de mérito a mérito. No midió que cuanto
dijo en Villamontes al despedirse de sus valerosos soldados en inolvidable
proclama, repercutiría después como repercutió el beso que diera Napoleón a su
bandera en Santa Elena. Los que medraron en la guerra como en la paz, de la
fortuna de Bolivia, los malos hijos que no cumplieron su deber, los que no
pueden ver el sol porque su luz les ofusca, le combatieron solapada y traidoramente.
Bilbao
creyó tener el apoyo a su candidatura, todo el respaldo cívico que puede
apetecer un hombre de bien, creyó que el militar profesional se debía ante todo
al Ejército que amaba con verdadera grandeza de corazón, decidió, y esto pocos
lo saben, renunciar la candidatura y a ese efecto se preparaba un manifiesto
que debía salir el domingo 29 de octubre, pero el 26 fue capturado. Su
preocupación era la reorganización de
las fuerzas armadas de Bolivia. Su competencia profesional, su autoridad moral
le autorizaban plenamente para esa misión.
Eso
pensaba este hombre que colocó en el pecho de su amigo la insignia presidencial
que en el suyo habría estado honrada. Seguramente, los fundadores de Bolivia
sintieron la sincronización de las grandes inquietudes patrióticas que sólo se
justiprecian cuando se tiene la conciencia en paz, y cuando se ha hecho todo lo
que el deber impone hacer.
Recibió
en su trabajo una llamada telefónica del Palacio de Gobierno para asistir a un
Consejo de Gabinete y allá, el Comandante Jefe del Ejército boliviano,
candidato consagrado a la Presidencia de la República, el militar pundonoroso,
el ejemplar soldado del Chaco, fue víctima de un “cerco” que en otros sitios no
diera resultado. Le golpearon, le hicieron rodar por las escalinatas del Palacio que desde entonces no es más la augusta Casa Presidencial, sino una miserable “comisaría”; y abofeteado,
con la cabeza rota en varias partes, con
los dientes trisados, con las costillas
magulladas, con las piernas golpeadas
con feroz instinto, despojado de sus prendas personales, reloj, anillo
matrimonial y billetera con dinero que le fueron robados en pleno Palacio de
Gobierno, fue echado al destierro, llegó
a Arica como un “atado” sin conocimiento, casi exánime.
El
vencedor del Chaco que en otro país hubiera sido orgullo de la nacionalidad,
reliquia patriótica, rodó como un objeto las gradas del Palacio. En Arica
mereció la caridad de un Coronel venezolano, días antes huésped nuestro, que le
obsequió una camisa, porque la suya
estaba rota a jirones y ensangrentada.
Ahí
principia y termina la historia de un régimen que ultrajo el honor de la
institución armada. El Comandante en Jefe, el más digno de cuantos llevan el
uniforme, fue así vejado. Esto consta en la carta personal que envió de Arica
el Gral. Bilbao protestando por el ultraje. Esta carta algún día será conocida
por el pueblo. En ella se destaca la gratitud
del hombre que pagó el servicio con un garrote despiadado. Ahí principia
la nueva historia de Bolivia que bajo la ficción de la democracia y de una
“concordancia” inexistente ensombreció como nunca el panorama de la República. Ahí
principia para el país un nuevo calvario que no sabemos cuántas estaciones
tendrá.
Ahí
se fundamenta una presidencia provisoria que pudiendo ser benefactora como lo
fue en 1930-1931, se trocó en funesta.
La
víctima vive alejada de Bolivia. El Gral. Peñaranda, actual presidente de la
patria tiene sobre sí el deber de reparar tamaña injusticia, y habiendo
amnistiado a los autores de este atentado, tiene el deber de conciencia de
obrar, no por favor, sino por justicia porque un Presidente debe ser presidente
de todos los bolivianos, debe pues restituir al Gral. Bilbao y encomendarle una
función técnica necesaria para la defensa nacional.
Entre tanto hemos oído una sólo exclamación
del Gral. Bilbao: “Perdono a todos mis detractores y a quienes me apalearon. Deseo
la paz interna y la unidad nacional, la consolidación de la disciplina militar
para lograr la grandeza de la Patria”
Perdona
también a quien, tiene sólo dos acciones
descalificadas para no ser el mejor “Mariscal” del mundo; la primera el
“Boquerón” del Chaco y, la segunda el “Boquerón” político.
……………………………………………………………………………….
COMENTARIO GASTON CORNEJO BASCOPÉ.
Ese
relato sucedió en 1939. A inicios del año 2006, la Bancada Oficialista de
Diputados y Senadores, de la cual fui
Jefe político, fue convocada para asistir al Palacio de la Plaza Murillo. En el
salón del segundo piso se debía coordinar la emisión de disposiciones legales
inmediatas en el Legislativo: aprobar la Ley de Austeridad primaria, nadie
debía ganar más de diez mil bolivianos, el Presidente de la República bajaría
su sueldo a 15 mil Bs. mensuales. Otra disposición debía ordenar la prohibición
de ofrecer cargos públicos a familiares y amigos. Ambas propuestas saludables fueron
aprobadas en el fatídico Palacio de Gobierno.
Mientras
subíamos en el ascensor metálico inglés, el senador Antonio Peredo me contó que
fue en ese elevador que propinaron una tremenda golpiza, los adeptos del Gral.
Carlos Quintanilla al ex Combatiente en Jefe del Ejército, héroe máximo de Km
7, Alihuatá, Cañada Strongest y Villamontes, Gral. Bernardino Bilbao Rioja.
Ahora
sé, por el Manifiesto personal de Bilbao Rioja, que fue en los tortuosos
pasillos del Palacio en el extremo aledaño a la catedral y escalinatas que
bajan desde el tercer piso al hall central de entrada. Por supuesto, veinte
esbirros fueron repartidos en esos espacios, con órdenes precisas del
Presidente Quintanilla y su cúpula para ejecutar la violencia contra el reconocido
candidato a la Presidencia que tenía el apoyo de todo el pueblo de Bolivia. Debía
sentarse un precedente inicuo ante el honor y el patriotismo respetuoso de la
constitución y la dignidad de la Patria.
Fue
en esos pasillos del tercer piso donde trabajaba el Secretario del Presidente Gualberto
Villarroel, Luis Uría de la Oliva, nieto del juez que sentención de muerte por
bolillo a uno de los tres hermanos Jáuregui, por la muerte del Gral. Pando; aquel
inocente que lo maldijo antes de ser fusilado; se cumplió la maldición en ese
malhadado día, en ese pasillo mataron al Secretario y lo colgaron junto a
Villarroel, “Huaco” Ballivián y Roberto Hinojosa, los otros héroes de la
historia nacional. Cuántas veces repasé imaginando, al visitar los ambientes
del Palacio Quemado, el crimen del Tte. Cnel. Gualberto Villarroel ese fatídico
domingo del 21 de Julio de 1946; su heroísmo y nobleza en la hora crítica prohibiendo
disparar contra el pueblo. Lo victimaron sin piedad los asesinos piristas que
ingresaron cual fieras desatadas de furor. Dispararon una ráfaga de
ametralladora, arrastraron los despojos hasta el balcón y echaron a la calle; luego,
lo colgaron semidesnudo en el farol inmediato. A Roberto Hinojosa, bajaron del
techo del Hotel París, lo mataron a palos, arrastraron y colgaron del farol frente
a la catedral. Posteriormente el provisorio Tomás Monje observó impasible el
crimen popular contra Oblitas, Eguino y Escobar desde su oficina en el Palacio
de Gobierno.
Siete
años antes, con el Héroe Bernardino Bilbao Rioja, pretendieron hacer lo mismo
desde la cumbre del poder, se estaba entrenando la canalla.
A
propósito, evoco otros gestos primitivos sucedidos en el viejo Palacio que al
presente se quiere permutar por el embrujo fatal de sus designios.
Cuando
sucedió el cerco paceño de Tupac Katari en 1781, frente a la casona colgaron a
250 indígenas sospechosos de levantamiento. En el segundo alzamiento por la
Independencia, colgaron al héroe Murillo y a los protomártires, también frente
al Palacio.
En
diciembre de 1828, y esto fue en Sucre, la Capital de Bolivia, José Ballivián,
Armaza, Vera y otros, tomaron preso al Presidente Pedro Blanco, lo llevaron a
la Recoleta y allí, en un pasillo estrecho, asesinaron al Presidente electo por
la Asamblea Constitucional. Sabino Pinilla afirma que fue el propio Ballivián
que mató a sablazos el cuerpo del héroe de Junín y Ayacucho. Armaza fue
premiado con un Ministerio de Guerra por Santa Cruz, el Presidente de la
Confederación Perú-Boliviana que rechazó la solicitud de incorporación de Tacna
y Arica a Bolivia y defeccionó en Yungay.
En
1861, el terrible Placido Yáñez, por orden, desde Cochabamba, del Presidente
José María de Achá, asesinó en carnicería salvaje a 21 prisioneros, entre ellos
al ex Presidente Córdova en el “Loreto” Palacio Legislativo frente a la Casa de
Gobierno. En 1865 sucedió la muerte del ex Presidente Belzu por Melgarejo. En
1872, murió
el Presidente Agustín Morales por balazos de su
sobrino Federico La Faye. En 1875, en el segundo periodo del presidente Frías,
cuando La Paz quedó desguarnecida porque Hilarión Daza y los Colorados viajaron
a sofocar un levantamiento en Cobija, Frías en Cochabamba contra otro intento
de golpe, los conspiradores en La Paz atacaron con sabanas en llamas lanzadas
al techo del Palacio desde la policía, lo quemaron totalmente.
En
1939 Germán Busch, convocó a Alcides Arguedas a Palacio para propinarle golpes
de puño que ensangrentaron y fracturaron la nariz del escritor. En 1974, Hugo
Banzer al ciudadano Dr. Juan Pereira Fiorilo por insinuar en Cochabamba la
autoría de la muerte del General Zenteno Anaya, dio fuertes golpes contusos al
rostro del prestigioso historiador.
Luis
García Mesa maltrató a la Presidenta Lidia Gueiler, con paramilitares,
obligándole a la renuncia so pena de muerte. Y cuántas órdenes de tortura y
asesinato salieron impartidas por el verdugo San Román y los dictadores civiles
y militares a su turno desde el Palacio Quemado en todo el tiempo histórico. ¡Ah!
olvidaba, el 2006, Evo Morales Ayma propinó un puntapié al periné del senador
Lino Villca Delgado por alguna expresión, emitida en favor de sus representados
de los Yungas paceños.
Retorno
al tema de la “canallada”. Lo que manifiesta el Héroe del Chaco, Bernardino
Bilbao Rioja es patético e inadmisible. Nobleza en su relato, patriotismo y humanidad
plena. Al presente, sé que efectivamente el Coronel Eleodoro Galindo, Jefe de
la Casa Militar, se encontraba en su domicilio cuando le pidieron de Palacio
convoque al Gral. Bilbao a una sesión de Gabinete. Quienes tramaron la golpiza
al Jefe de Estado Mayor General, conocían las relaciones de intimidad que tenía
el Jefe de Palacio con Bilbao, fue Ayudante del héroe, en el Comando Superior
en Campaña durante la Defensa de Villamontes; ofrecería plena confianza en su convocatoria.
Luego del violento asalto de parte de la “Logia” tarijeña a Bilbao, Galindo renegó
de su función en Palacio, esa misma noche subió al tercer piso donde alojaba
sus prendas personajes, arrojó el catre al patio central en señal de desacuerdo y partió definitivamente.
El escritor Augusto Céspedes confirma lo descrito y textualmente afirma en la
Pág. 226 de su libro “El Dictador Suicida”· que Galindo no participó en el acto
de violencia; asegura que, si Bilbao quedaba en Arica, llegaba a la Presidencia
de la República casi inmediatamente. Más tarde fue Nivardo Paz con Eliodoro
Galindo quienes publicaron la respectiva aclaración histórica.
El
ex Presidente Gral. Carlos Blanco Galindo, dos meses previos a ese ataque, había
ofrecido un homenaje al Jefe de Estado Mayor Gral. Bilbao en Cochabamba en su
calidad de Presidente del Comité Pro Cochabamba. Luego de conocer la noticia
del vejamen, envió un telegrama a Quintanilla el 30 de Octubre 1939, en los
siguientes términos:
Al Presidente de la
República. Carlos Quintanilla. La Paz.
“Le saludo
respetuosamente. En mi calidad de ex Presidente y General de la República, así
como he invocado los sentimientos patrióticos de mis camaradas de ésta
Guarnición en mi conferencia de esta semana, invoco de Ud. igualmente los
vínculos de amistad y camaradería, pidiéndole acordar una solución que a mi
juicio no menoscaba la autoridad del gobierno.
La Guarnición de
Cochabamba está dispuesta a continuar sus actividades normales, a sostener y
respetar al Gobierno que Ud. preside resguardando el orden y el prestigio del
Ejército, con el regreso del General Bernardino Bilbao, Comandante en Jefe del
Ejercito, quien parece haber sido objeto de vejámenes.
La Guarnición estima que el
retorno del Gral. Bilbao hasta el 10 de noviembre es inconveniente y constituye una dilación innecesaria; en
consecuencia debería comunicarse al
Gral. Bilbao que debe volver de inmediato al ejercicio de sus funciones. Stop.
Creo que ante la grave situación que se ha planteado y siendo el propósito del
Gobierno disponer el retorno del Gral. Bilbao en el curso de los primeros días,
no se desmedra su autoridad al telegrafiar al Gral. Bilbao para que se disponga
a regresar. Stop.
Invoco una vez más sus
altos sentimientos cívicos y estoy seguro de que con buena voluntad evitaremos
una situación de anarquía que sería fatal para Bolivia Stop.
Debo agregar que me
consta que varias guarniciones de otros departamentos han manifestado su conformidad con puntos de
vista de esta Guarnición Stop. Los jefes me han expresado que su actitud
obedece simplemente se debe resguardar el prestigio del Ejército y sus medidas
son exclusivamente militares sin tener alguna conexión política ni extremista
que mantienen el orden inalterable en esta ciudad Stop. Finalmente, me permito
indicar conveniencia de no efectuar cambios de destino que agravaría la
situación. Stop hablaré con Sr Ostria” Fdo. Gral. C.Blanco.
RESPUESTA DEL PRESIDENTE
QUINTANILLA: La Paz. 30 de Octubre 1939. Gral. C. Blanco G.
A
suyo de hoy agradezcole gestiones realizadas por bien País confiando que su
alta personalidad influya en ánimo Jefes esa Guarnición para que cordura y
patriotismo se impongan objeto acatar determinaciones Gobierno, mostrando así
disciplina y unidad debe reinar en ejército Stop. Únicos responsables cualquier
situación a crearse serían jefes esa guarnición, todas las demás han expresado
su apoyo al Gobierno. Stop. Acuerdos tomados ésta a que se refiere su
telegrama no pueden modificarse por seriedad mi Gobierno. Afectuosamente Gral.
Quintanilla.
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Comento
ambos gestos. Conocidos los vejámenes ejecutados por lo logia “tarijeña” ordenados
por el Gral. Carlos Quintanilla al insigne patriota en los pasillos del Palacio
de Gobierno, y luego su exilio inmediato a Chile, encendieron la indignación de
autoridades y jefes de la institución armada motivaron, mediante la autorizada
voz del ex Presidente Carlos Blanco Galindo, un concienzudo reclamo exigiendo
el inmediato retorno del militar vejado.
La
respuesta telegráfica del autor y presidente Carlos Quintanilla revela la
significación psicológica de un ser violento y soberbio que asumió el mando del
Estado en forma arbitraria. Su fracaso y responsabilidad en el evento heroico
de Boquerón, y su participación en el vejamen al Héroe Bernardino Bilbao Rioja,
no le eximen de un juicio histórico necesariamente acusatorio.
Se
sabe que Bernardino Bilbao Rioja, luego de un breve exilio temporal, viajó a
Europa para continuar su formación personal. Más tarde, el Gobierno de
Peñaranda, en acto de desagravio, le encargó una misión diplomática importante.
Retornó a la Patria a servirla, siempre, hasta la muerte. Y nuestro héroe
Bilbao, vejado en Palacio, no tiene hasta el presente, el monumento proyectado
mediante Ley, de erigir en homenaje a los Combatientes del Chaco con la figura enhiesta
de Bernardino Bilbao Rioja. Sus restos descansan en el Mausoleo de los Ex
Combatientes del Chaco, a punto de derrumbarse en el Campo Santo cochabambino, por
descuido municipal.
Como
describe Mariano Baptista Gumucio en su Libro “Historia del Palacio Quemado”, y comenta
Ricardo Aguilar Agramont (La Razón, 26 de febrero 2012)
“Este edificio del poder político es el
testigo del destino político nacional”. Concluye con este
pensamiento patético “La presencia de esta vieja casona, su frontis, sus rincones, sus
alrededores, sus interiores, son la imagen condensada de una ausencia: el
pasado histórico de Bolivia”
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba,
julio 2016.
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