martes, 26 de julio de 2016

MANIESTACIÓN EN HONOR DE AQUILES VERGARA VICUÑA.



 “Ya para Bolivia, esta Patria que ya quiero como propia, toda mi adhesión para su obra de paz y de armonía”
Ultima Hora Pág. 6. Martes 2 de Marzo de 1937 


Lucidos alcances tuvo la manifestación de numerosos intelectuales  artistas, que ofrecieron en obsequio del señor Aquiles Vergara Vicuña en los salones del Círculo Militar. A los postres el Sr. Eduardo Diez de Medina, en representación oficial, pronunció el siguiente discurso:

   “No tan sólo están aquí congregados los amigos del valeroso soldado  que peleó por Bolivia en los campos del Chaco; está también lo más lúcido de nuestra aristocracia intelectual y social que desea tributar a un paladín de la justicia su admiración y reconocimiento.
Porque este singular Boyardo que corriera los campos de batalla en defensa y holocausto de la verdad y la justicia, de esos campos volvió también para consagrar su pluma a la defensa de la causa semejante en la que Bolivia cifra su porvenir y en la que todos los hombres de bien, de los puntos de uno y otro hemisferio, ven un ideal de justicia y un principio de derecho a restaurar en la vida dolorosa de un pueblo sacudido por todos los embates de la suerte.
Es Aquiles Vergara Vicuña, un hombre de espada y pluma, consagradas por entero al servicio de la causas justas; defiende lo grande,  lo bello, la vida de los pueblos dignos; no emplea la una ni la otra para vilipendiarlos ni humillarlos, no para exhibir sus miserias y dolores por los confines de toda la tierra, no para predicar en cátedra de pesimismo o de oprobio, sino antes bien, para restañar heridas, blandiendo esa pluma y esa espada aún contra sus propios intereses, por sobre el legítimo orgullo de ser, él mismo, hijo predilecto de la Patria Grande.
Cuando un hombre y un pueblo pueden así superar sus instintos primarios, su amor propio, su primordial conveniencia, en aras del ideal, de un supremo anhelo de verdad, ambos se elevan y siguen la ruta luminosa en donde sólo resplandecen la virtud y el bien que aceran  y nivelan a débiles y fuertes. Con esas premisas asistió junto a los nuestros a la guerra del sudeste.
En su presencia es preciso abrir causes de reflexión que estudie la herida ancestral del desencuentro de nuestros pueblos de Chile y Bolivia desde 1879. La problemática resultante es la cuestión portuaria de Bolivia, no es ya un problema a dilucidarse entre uno o varios pueblos. Es un problema continental que afecta a  la América toda, porque de él depende la paz que tan vivamente desea ella afirmar, siendo éste un punto neurálgico que la terapéutica política debiera  considerara a plazo breve.
Dado que fuesen los actos concluidos y vigentes entre las naciones de 1879, definitivos e irrevisables – lo que está lejos de ser  exacto ni justo – el problema se agudiza a medida del tiempo que transcurre, colmando la importancia de un asunto fundamental para la vida, la tranquilidad, la armonía y la paz del continente.
De ahí que la cuestión no se limita hoy ni revista alcances de simple controversia entre vecinos, afecta a la tranquilidad general, si se quiere preservar la paz a costa de cualquier esfuerzo y para beneficio común. Es, por lo mismo, obra de inteligente previsión la que realizan hombres como Aquiles Vergara Vicuña al bregar por el derecho y la justicia que asiste a nuestra nación, por la necesidad de desatar el nudo que obstruye y se interpone en la convivencia internacional de este hemisferio.
Hombres de tal temple que por sobre los intereses propios colocan el fiel de la justicia, llámense Quintino Bocayuba, José A Suárez, Alberto Ulloa, Jacinto López, Joaquín Eduards Bello, Renato Valdés, Aquiles Vergara Vicuña y cientos más, no sólo pertenecen a la tierra chilena en que nacieron, son apóstoles de la justicia que enaltece a hombres  y naciones, ciudadanos de la Patria grande y única en que soñó Bolívar profetizando la unión de América, por el buen entendimiento y la armonía dentro todas las naciones de un mismo origen.
El gran estadista alemán que hoy rige el destino de su pueblo,  acaba de proclamar con ruda pero admirable fortaleza que Alemania retira solemnemente la firma  que puso en un Tratado  que quitaba a ese pueblo su igualdad de derechos, degradándolo... No está Bolivia, en condiciones de  formular análoga y parecida declaración y, aún si lo estuviera, no intentaría introducir gérmenes de  discordia en sus buenas relaciones con país alguno, vecino y amigo.
Respeta, por tanto, la fe de su palabra empeñada en solemnes pactos, más confía a la vez, en la conciencia del Continente, en la obra de sus estadistas, y muy particularmente, en la acción de las juventudes libres de América a las que toca emprender esta noble cruzada porque se devuelva  a un pueblo hermano privado de su derecho esencial para su desarrollo y su vida, aquello que la imprevisión de los hombres pudo de modo infausto arrebatarle un día.
Es, pues, al hijo ilustre de un país hermano con el que Bolivia debe cultivar las más estrechas relaciones y del que recientemente ha recibido muestras de fraternal adhesión e interés, a quien ha tocado advertir que se relega al olvido problema de trascendencia para cimentar la concordia de este hemisferio.
Bienvenida esa voz de justicia que honra a quien la difunde con el arrojo con que tendió también su espada en defensa de otra causa nuestra en el Chaco. Bienvenido todo esfuerzo generoso porque desaparezca cualquier posible origen de futura desinteligencia entre pueblos vecinos y hermanos; en fin. Bien venido el gesto del caballero sin tacha que siendo ya ciudadano de dos patrias lo será también de aquella con que soñó y por la que batalló el Libertador de un mundo.
Sin investir representación oficial alguna, quien habla ahora, porque siente y vibra a toda palpitación de la vida externa de Bolivia, viene a pediros que alcéis esta copa en gratitud y afecto hacia el soldado y estadista, que si ganó laurel inmarcesible en nuestros campos de batalla hoy se allega y para siempre, a lo más hondo del corazón boliviano.
Sr. Eduardo Diez de Medina,
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Aquiles Vergara Vicuña, el agasajado respondió en los siguientes términos:
  Vosotros, espíritus cultos y generosos, a la vez que guiadores de la actividad humana en todas sus manifestaciones,  y de los destinos de este noble país, me hacéis en estos instantes la merced de un presente moral tan valioso como inmerecido. Cómo podré agradeceros y qué podré deciros en cuanto que no sea el recuerdo de este agasajo y el magnífico ofrecimiento que de él ha hecho el boliviano ilustre y bondadoso amigo don Eduardo Diez de Medina; tendrán por siempre en mi alma el sitio predilecto que sólo está reservado para los más trascendentes y emocionados  acontecimientos de la existencia. Al fervor de este voto de gratitud y amistad para vosotros y para vuestra patria, uno la intima satisfacción de palpar, más que la presencia de un presentimiento cargado de  buenos augurios, la certeza que me otorga vuestro estímulo,  que mi mente y mi corazón son peregrinos que caminan por una ruta amplia  y luminosa, al final de la cual, más se adivina que avista una meta de real comprensión entre dos naciones llamadas a entenderse y resguardarse recíprocamente frente a las contingencias del porvenir. Bolivia y Chile hermanados para siempre.
El anhelo bolivariano que sería la concreción tangible de este ideal, aunque profusamente admitido y aún propalado por la expresión aparente de las cancillerías,  se ve cada vez más distante de una fórmula consagratoria. Malhadadamente, el coeficiente de egoísmo ciego y empacado que muchos ciudadanos hipertróficos de criterio, hace que los términos de los fenómenos políticos generales, los problemas, se mutilen o falseen dilatando soluciones con cargo al infinito, como si las agrupaciones humanas pudiesen prosperar y aún vivir sin el calor de la justicia y bajo el signo del desconocimiento pertinaz de sus necesidades vitales, sean éstas físicas o espirituales.
Y esto que, aun respetando al individuo aislado, adquiere un interés indiscutido en lo que se refiere a la propia existencia de una colectividad soberana y consciente de sus destinos, tiene que adquirir por propia gravitación las proporciones de un problema máximo e impostergable. – “de punto neurálgico que la terapéutica política debiera considerar a plazo breve” como lo ha dicho con propiedad don Eduardo Diez de Medina – y si no se lo entiende así, la paz y la armonía, conceptos metafísicos tan traídos por la diplomacia oficial y los besamanos protocolares, caerán en irremediable descrédito, se abrirá una era regresiva en que la desconfianza, la acrimonia, y preferentemente, el estado de paz armadas, constituirán la única ley en las relaciones de los pueblos de este continente prodigioso donde sobran territorios, costas y riquezas que podrían holgadamente albergar y dar bienestar a la totalidad de los habitantes del globo.
Mi amor a mi patria me hace desear para la tierra que me vio nacer y a la cual me siento ligado íntimamente, prosperidad y paz; más, no pocos de los pseudo patriotas que se limitan a ocupar un casillero de presupuesto o a la inofensiva tarea de emitir sentencias y admoniciones en materia de desaires, extraídas casi siempre de la ropavejería de lo insulso y de lo convencional, y que en el fondo no trasuntan ni capacitación ni la equidad, ni siquiera el sentido común, para que mi país pudiera llegar a estar envuelto en una contienda que no tenga sólidos basamentos de una moral de tipo superior.
Permitidme amigos, que aunque amigo y servidor muy sincero de Bolivia, os diga, que en el rumbo que he diseñado mis modestas publicaciones acerca del requisito “sine qua non” a cumplirse para lograr la perfecta convivencia de Chile y Bolivia, he creído bregar primordialmente, no por incomprendido, con inferior nobleza, por el prestigio, la salud y el futuro de Chile, lo que en rigor de lógica nunca estarán contrapuestos con el mayor progreso y el crecimiento, indefinidos de Bolivia, para cuando se restañen las viejas y recientes heridas, esta patrio adoptiva pueda sentirse señora de su existencia bajo el soplo vivificante y concitador de nuevas energías con las brisas del Mar de Balboa.
Millares de chilenos de calidad sienten este ideario de conciliación y de prudente rectificación de imprevisiones que han malogrado por muchas generaciones la obra de colaboración recíproca de nuestras jóvenes nacionalidades; y los hechos demuestran cada día que la filosofía política de Koening que vino a cerrar brutalmente un período que parecía ser  auspicioso en las relaciones de Chile y Bolivia, abrió otro anodino y carente de visión del futuro, el mismo que debe ser proscrito por estéril, injusto y peligroso.
No es menos cierto que la razón oficial, influenciada casi siempre por el orden político interno o la presión tumultuaria de los que nada saben ni quieren comprender, podrá por el momento oponer un veto al anhelo que fluye de mis palabras, pero las causas puras no suelen imponerse de modo inopinado, requieren un largo proceso de gestación comúnmente matizado por la incomprensión, cuando no, por toda una suerte de reacciones malsanas, hasta llegar en veces al sacrificio y al dolor que es una alborada del éxito definitivo.
Tal ocurrirá seguramente en el proceso de las nuevas relaciones entre Bolivia y Chile; lo que ayer parecía imposible, hoy se comienza a aceptar por el consenso público, no obstante el halo oficial aún reticente, y mañana acaso podrá cristalizar en una triunfal realidad sin que para ese logro ninguno de los pueblos tenga que experimentar la más leve ansiedad por su suerte.
Esta es mi esperanza de combatiente del Chaco que contribuyó en forma  mínima pero desinteresada, guiado y embargado por una irrefrenable tendencia del espíritu proclive a la más pujante aspiración de soberanía que Bolivia ha hecho en éste siglo. Al continuar más tarde dentro de la normalidad sirviendo tan justa causa, no he perdido por un instante la visión de lo que serían nuestros dos países marchando unidos bajo un común impulso fraterno y práctico.
 Con esta declaración me enfrento a los que guiados por un deplorable chauvinismo ofuscándose introspectivamente, tratan de entorpecer con argumentos absurdos la obra serena e inobjetable de las gentes de buena voluntad que va labrando surcos en el corazón chileno, hasta que un día cualquiera, ante la América y el mundo, haga refulgente eclosión la gloria de un nuevo entendimiento entre estas dos naciones tan dignas de mejor suerte en su vida de vecindad.
Para vosotros señores, todo el tributo de mi conmovida gratitud; y para Bolivia, esta patria que yo quiero como propia, toda mi adhesión para su obra de paz y de armonía, a la vez que mi admiración, pues tuve la grata fortuna de poder aquilatar testificalmente, durante un largo período, el temple y el valor de sus hijos en los terrenos de la verdad y de la entereza que son los verdaderos campos de batalla.
Por la grandeza de Bolivia y por su justa y tranquila aparición sobre el Mar del Sud Pacífico.

Aquiles Vergara Vicuña.
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Asistieron 86 personalidades ilustres del ámbito militar, civil, artístico, político, literario, entre las cuales podemos destacar algunas figuras reconocidas como las siguientes: Carlos, Mariano y José Aguirre, Alcides Arguedas, TteCnel. Germán Busch, Juan Francisco Bedregal, Manuel Carrasco,  Eduardo y Carlos Diez de Medina, Dionicio Foianini, Enrique Finot, Néstor, Humberto y Julio Galindo,  Carlos Guachalla,  Guillermo Gonzales Quint, Gustavo Medeiros, Gregorio Mendoza Catacora, César Muñoz Reyes, Tcnel. Oscar Moscoso, Gral. Filiberto Osorio, Alberto Ostria Gutiérrez, Javier Paz Campero, Claudio Pinilla, Rafael Taborga, Jorge Vargas Guzmán, José Gabino Villanueva, Gral. Carlos Blanco Galindo, y otros connotados ciudadanos y militares de entonces.  
COMENTARIO GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ.
Fue un encuentro histórico social sucedido hace 79 años. La más pura intelectualidad boliviana en La Paz agasajaba a un connotado militar, diplomático y escritor chileno. Nieto del historiador Benjamín Vicuña Mackena que describió los eventos de la Guerra del Pacífico, habíase allegado a nuestra Patria para adscribirse como Teniente Coronel, oficial chileno de artillería, para luchar con las huestes bolivianas en el Chaco. Él describe magistralmente los detalles de la gran derrota de Picuiba, porque allá se encontraba muriendo de sed con los soldados bolivianos; el rescate de Carandaití y la Defensa de Villamontes.
Más tarde fue el paladín de la aproximación imposible entre gobiernos distanciados para restañar heridas y lograr el Mar de Bolivia con soberanía. Murió en nuestra patria a la que él amó, tanto como a su patria de nacimiento, Chile, el país de su actividad política frustrada.
Se encuentra en ambas piezas de oratoria, la de los dos insignes varones Eduardo Diez de Medina y Aquiles Vergara Vicuña, elevadas expresiones de forma diplomática depurada. Diez de Medina, ex Canciller y culto ciudadano, encara el tema geopolítico con delicadeza y justicia histórica; el agasajado con mensajes constructivos que sortean el chauvinismo sempiterno creado por los gobiernos extremistas de Chile y de Bolivia, con figuras literarias de elevada tesitura. En ciertos párrafos Aquiles Vergara se refiere con acrimonia a las autoridades de su país, pero concluye casi sin expresarlo, exigiendo la justicia de recuperar el mar para Bolivia.
La herida de 1879 sangra constantemente, y retorna a sangrar en cualquier momento, a propósito de una simple mención de los vocablos:  “Enclaustramiento” “Bofedal” “Silala” “Cobija” “Abaroa” “Lauca” “Chuquicamata” “Camarones” Pisagua” “Grau” “San Francisco” “Alto de la Alianza” “Ambulancias” “Repase” “V División” “Campero” “Camacho” “Huáscar” “1904” “Tratado de Tregua” “Ex Combatientes” “Salitreras” “Caracoles” “Yungay” “Paucarpata” “Atacama” “Koening”, en fin, vocablos quemantes de esa historia.
Y cuando se abren las páginas de “El Heraldo” o “El Comercio”, donde se encuentran los poemas de “Soledad” joven angustiada por las derrotas; los discursos del Rdo. Benjamín Quiroga o su hermano Daniel Quiroga, en la Catedral, emitiendo arengan de lucha: ¡Que la Patria se convierta en un cementerio de cadáveres antes de firmar la paz con el invasor!. Cuando la prensa informa que los liberales el gobierno pugnan por aprobar con 2/3 el inicuo Tratado en el Congreso: la nota irritativa y  descarada de Koening. Los soldados descalzos y heridos caminando por el desierto con pesados rifles de pólvora prensada; recién percibimos cuán terribles los sentimientos de encono causados por esa malhadada guerra que nos quito el mar y encerró a Bolivia sin libertad y espíritu, entre las montañas de repetido enclaustramiento.    
Más, quien ha vivido en el seno del territorio austral, y conoce la profundidad el alma del pueblo chileno y ha tenido la vivencia de atender el sufrimiento de los enfermos obreros de la Pampa Grande, Tal-Tal y Antofagasta; quien testimonia la penuria de las poblaciones de la periferia citadina y ha impreso en el alma los versos de sus bardos insignes. Quien logró cultivar la amistad de sus seres humanos y quedó sorprendido con la inteligencia y la cordialidad de los corazones de su pueblo, no puede menos que desear, de todo corazón, se aplaquen los sentimientos encontrados; y en el mejor de los gestos, se realice el sueño que embarga a todos los bolivianos…Mar para Bolivia, nuestra Patria presente y soberana en el Pacífico, presta al progreso, a la comunicación continental y a la disposición fraternal que aúna a los hermanos de la familia americana.
Un desierto de paisaje lunar nos separa, una línea fronteriza artificial resultante de la guerra nos enemista. Lejos de nuestra Bolivia está el mar bravío, el salado pulmón que la aproxime al mundo exterior. Lejos, particularmente hoy, más distante que nunca en nuestra historia, cuando los insultos, van y vienen, peligrosamente.
2016. Las disidencias entre las autoridades de Bolivia y Chile se encuentran más tensas; se procesan dos juicios ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya 
¿Cuántos Aquiles Vergara Vicuña, serán suficientes para curar las heridas entre las dos naciones?
 Requerimos los necesarios, multiplicados al infinito. Lombardos armados de pluma y sable, marchando y dirigiendo el reencuentro de nuestros pueblos, chilenos y bolivianos, en un apretado, verdadero, sincero abrazo. Será preciso organizar una guerra de afectos, batallas de comunión intelectual y espiritual, a la orilla del mar congregados, armados de amistad, expresada y cultivada entre cruzados chilenos, peruanos, bolivianos, nuevos ciudadanos de sentimientos depurados. En lugar de carabinas, poesías compartidas para olvidar la historia de ignominia que escribieron los antepasados guerreros, y también los actuales, ofensivos, insensibles de futuro, enemistados con la integración de la Patria Grande, de ambos países.
Que las nuevas generaciones de nuestras patrias agraviadas, porten banderas de paz y armonía; justamente congregados en el punto preciso del encuentro guerrero que fue, para tornar la espuma del mar en llamarada, las tinieblas de la muerte en lampos de luz, y de fondo vibrantes sinfonías de Mahler y luz estelar iluminando el futuro de nuestras patrias distanciadas, libres del encono, gozosas de existencia en la nueva dignidad histórica.
Muchos, muchos sueños, en la brevedad del tiempo existencial, mas es preciso soñar e insistir en el ensueño, antes de entrar en el olvido.

Gastón Cornejo Bascopé
Ex Senador del Estado Pluricultural de Bolivia


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