“Ya para Bolivia, esta Patria que ya quiero
como propia, toda mi adhesión para su obra de paz y de armonía”
Ultima Hora Pág. 6. Martes 2 de Marzo de 1937
Lucidos alcances tuvo la
manifestación de numerosos intelectuales
artistas, que ofrecieron en obsequio del señor Aquiles Vergara Vicuña en
los salones del Círculo Militar. A los postres el Sr. Eduardo Diez de Medina,
en representación oficial, pronunció el siguiente discurso:
“No tan sólo están aquí congregados los
amigos del valeroso soldado que peleó
por Bolivia en los campos del Chaco; está también lo más lúcido de nuestra
aristocracia intelectual y social que desea tributar a un paladín de la
justicia su admiración y reconocimiento.
Porque
este singular Boyardo que corriera los campos de batalla en defensa y
holocausto de la verdad y la justicia, de esos campos volvió también para
consagrar su pluma a la defensa de la causa semejante en la que Bolivia cifra su
porvenir y en la que todos los hombres de bien, de los puntos de uno y otro
hemisferio, ven un ideal de justicia y un principio de derecho a restaurar en
la vida dolorosa de un pueblo sacudido por todos los embates de la suerte.
Es
Aquiles Vergara Vicuña, un hombre de espada y pluma, consagradas por entero al
servicio de la causas justas; defiende lo grande, lo bello, la vida de los pueblos dignos; no
emplea la una ni la otra para vilipendiarlos ni humillarlos, no para exhibir
sus miserias y dolores por los confines de toda la tierra, no para predicar en
cátedra de pesimismo o de oprobio, sino antes bien, para restañar heridas,
blandiendo esa pluma y esa espada aún contra sus propios intereses, por sobre
el legítimo orgullo de ser, él mismo, hijo predilecto de la Patria Grande.
Cuando
un hombre y un pueblo pueden así superar sus instintos primarios, su amor
propio, su primordial conveniencia, en aras del ideal, de un supremo anhelo de
verdad, ambos se elevan y siguen la ruta luminosa en donde sólo resplandecen la
virtud y el bien que aceran y nivelan a
débiles y fuertes. Con esas premisas asistió junto a los nuestros a la guerra
del sudeste.
En
su presencia es preciso abrir causes de reflexión que estudie la herida
ancestral del desencuentro de nuestros pueblos de Chile y Bolivia desde 1879.
La problemática resultante es la cuestión portuaria de Bolivia, no es ya un
problema a dilucidarse entre uno o varios pueblos. Es un problema continental
que afecta a la América toda, porque de
él depende la paz que tan vivamente desea ella afirmar, siendo éste un punto
neurálgico que la terapéutica política debiera
considerara a plazo breve.
Dado
que fuesen los actos concluidos y vigentes entre las naciones de 1879, definitivos
e irrevisables – lo que está lejos de ser
exacto ni justo – el problema se agudiza a medida del tiempo que
transcurre, colmando la importancia de un asunto fundamental para la vida, la
tranquilidad, la armonía y la paz del continente.
De
ahí que la cuestión no se limita hoy ni revista alcances de simple controversia
entre vecinos, afecta a la tranquilidad general, si se quiere preservar la paz a
costa de cualquier esfuerzo y para beneficio común. Es, por lo mismo, obra de
inteligente previsión la que realizan hombres como Aquiles Vergara Vicuña al
bregar por el derecho y la justicia que asiste a nuestra nación, por la
necesidad de desatar el nudo que obstruye y se interpone en la convivencia
internacional de este hemisferio.
Hombres
de tal temple que por sobre los intereses propios colocan el fiel de la
justicia, llámense Quintino Bocayuba, José A Suárez, Alberto Ulloa, Jacinto
López, Joaquín Eduards Bello, Renato Valdés, Aquiles Vergara Vicuña y cientos
más, no sólo pertenecen a la tierra chilena en que nacieron, son apóstoles de la
justicia que enaltece a hombres y naciones,
ciudadanos de la Patria grande y única en que soñó Bolívar profetizando la
unión de América, por el buen entendimiento y la armonía dentro todas las
naciones de un mismo origen.
El
gran estadista alemán que hoy rige el destino de su pueblo, acaba de proclamar con ruda pero admirable
fortaleza que Alemania retira solemnemente la firma que puso en un Tratado que quitaba a ese pueblo su igualdad de
derechos, degradándolo... No está Bolivia, en condiciones de formular análoga y parecida declaración y,
aún si lo estuviera, no intentaría introducir gérmenes de discordia en sus buenas relaciones con país
alguno, vecino y amigo.
Respeta,
por tanto, la fe de su palabra empeñada en solemnes pactos, más confía a la
vez, en la conciencia del Continente, en la obra de sus estadistas, y muy
particularmente, en la acción de las juventudes libres de América a las que
toca emprender esta noble cruzada porque se devuelva a un pueblo hermano privado de su derecho
esencial para su desarrollo y su vida, aquello que la imprevisión de los
hombres pudo de modo infausto arrebatarle un día.
Es,
pues, al hijo ilustre de un país hermano con el que Bolivia debe cultivar las
más estrechas relaciones y del que recientemente ha recibido muestras de
fraternal adhesión e interés, a quien ha tocado advertir que se relega al
olvido problema de trascendencia para cimentar la concordia de este hemisferio.
Bienvenida
esa voz de justicia que honra a quien la difunde con el arrojo con que tendió también
su espada en defensa de otra causa nuestra en el Chaco. Bienvenido todo
esfuerzo generoso porque desaparezca cualquier posible origen de futura
desinteligencia entre pueblos vecinos y hermanos; en fin. Bien venido el gesto
del caballero sin tacha que siendo ya ciudadano de dos patrias lo será también
de aquella con que soñó y por la que batalló el Libertador de un mundo.
Sin
investir representación oficial alguna, quien habla ahora, porque siente y
vibra a toda palpitación de la vida externa de Bolivia, viene a pediros que
alcéis esta copa en gratitud y afecto hacia el soldado y estadista, que si ganó
laurel inmarcesible en nuestros campos de batalla hoy se allega y para siempre,
a lo más hondo del corazón boliviano.
Sr.
Eduardo Diez de Medina,
…………………………………………………………………………………
Aquiles
Vergara Vicuña, el agasajado respondió en los siguientes
términos:
Vosotros, espíritus cultos y generosos, a la
vez que guiadores de la actividad humana en todas sus manifestaciones, y de los destinos de este noble país, me
hacéis en estos instantes la merced de un presente moral tan valioso como
inmerecido. Cómo podré agradeceros y qué podré deciros en cuanto que no sea el
recuerdo de este agasajo y el magnífico ofrecimiento que de él ha hecho el
boliviano ilustre y bondadoso amigo don Eduardo Diez de Medina; tendrán por
siempre en mi alma el sitio predilecto que sólo está reservado para los más
trascendentes y emocionados
acontecimientos de la existencia. Al fervor de este voto de gratitud y
amistad para vosotros y para vuestra patria, uno la intima satisfacción de
palpar, más que la presencia de un presentimiento cargado de buenos augurios, la certeza que me otorga vuestro
estímulo, que mi mente y mi corazón son peregrinos
que caminan por una ruta amplia y
luminosa, al final de la cual, más se adivina que avista una meta de real
comprensión entre dos naciones llamadas a entenderse y resguardarse
recíprocamente frente a las contingencias del porvenir. Bolivia y Chile hermanados
para siempre.
El
anhelo bolivariano que sería la concreción tangible de este ideal, aunque
profusamente admitido y aún propalado por la expresión aparente de las cancillerías, se ve cada vez más distante de una fórmula consagratoria.
Malhadadamente, el coeficiente de egoísmo ciego y empacado que muchos
ciudadanos hipertróficos de criterio, hace que los términos de los fenómenos
políticos generales, los problemas, se mutilen o falseen dilatando soluciones
con cargo al infinito, como si las agrupaciones humanas pudiesen prosperar y
aún vivir sin el calor de la justicia y bajo el signo del desconocimiento
pertinaz de sus necesidades vitales, sean éstas físicas o espirituales.
Y
esto que, aun respetando al individuo aislado, adquiere un interés indiscutido
en lo que se refiere a la propia existencia de una colectividad soberana y
consciente de sus destinos, tiene que adquirir por propia gravitación las
proporciones de un problema máximo e impostergable. – “de punto neurálgico
que la terapéutica política debiera considerar a plazo breve” como lo ha
dicho con propiedad don Eduardo Diez de Medina – y si no se lo entiende así, la
paz y la armonía, conceptos metafísicos tan traídos por la diplomacia oficial y
los besamanos protocolares, caerán en irremediable descrédito, se abrirá una
era regresiva en que la desconfianza, la acrimonia, y preferentemente, el
estado de paz armadas, constituirán la única ley en las relaciones de los
pueblos de este continente prodigioso donde sobran territorios, costas y
riquezas que podrían holgadamente albergar y dar bienestar a la totalidad de
los habitantes del globo.
Mi
amor a mi patria me hace desear para la tierra que me vio nacer y a la cual me
siento ligado íntimamente, prosperidad y paz; más, no pocos de los pseudo
patriotas que se limitan a ocupar un casillero de presupuesto o a la inofensiva
tarea de emitir sentencias y admoniciones en materia de desaires, extraídas
casi siempre de la ropavejería de lo insulso y de lo convencional, y que en el
fondo no trasuntan ni capacitación ni la equidad, ni siquiera el sentido común,
para que mi país pudiera llegar a estar envuelto en una contienda que no tenga
sólidos basamentos de una moral de tipo superior.
Permitidme
amigos, que aunque amigo y servidor muy sincero de Bolivia, os diga, que en el
rumbo que he diseñado mis modestas publicaciones acerca del requisito “sine qua
non” a cumplirse para lograr la perfecta convivencia de Chile y Bolivia, he
creído bregar primordialmente, no por incomprendido, con inferior nobleza, por
el prestigio, la salud y el futuro de Chile, lo que en rigor de lógica nunca
estarán contrapuestos con el mayor progreso y el crecimiento, indefinidos de
Bolivia, para cuando se restañen las viejas y recientes heridas, esta patrio
adoptiva pueda sentirse señora de su existencia bajo el soplo vivificante y
concitador de nuevas energías con las brisas del Mar de Balboa.
Millares
de chilenos de calidad sienten este ideario de conciliación y de prudente
rectificación de imprevisiones que han malogrado por muchas generaciones la
obra de colaboración recíproca de nuestras jóvenes nacionalidades; y los hechos
demuestran cada día que la filosofía política de Koening que vino a cerrar brutalmente
un período que parecía ser auspicioso en
las relaciones de Chile y Bolivia, abrió otro anodino y carente de visión del futuro,
el mismo que debe ser proscrito por estéril, injusto y peligroso.
No
es menos cierto que la razón oficial, influenciada casi siempre por el orden
político interno o la presión tumultuaria de los que nada saben ni quieren
comprender, podrá por el momento oponer un veto al anhelo que fluye de mis
palabras, pero las causas puras no suelen imponerse de modo inopinado,
requieren un largo proceso de gestación comúnmente matizado por la
incomprensión, cuando no, por toda una suerte de reacciones malsanas, hasta
llegar en veces al sacrificio y al dolor que es una alborada del éxito
definitivo.
Tal
ocurrirá seguramente en el proceso de las nuevas relaciones entre Bolivia y
Chile; lo que ayer parecía imposible, hoy se comienza a aceptar por el consenso
público, no obstante el halo oficial aún reticente, y mañana acaso podrá
cristalizar en una triunfal realidad sin que para ese logro ninguno de los
pueblos tenga que experimentar la más leve ansiedad por su suerte.
Esta
es mi esperanza de combatiente del Chaco que contribuyó en forma mínima pero desinteresada, guiado y embargado
por una irrefrenable tendencia del espíritu proclive a la más pujante
aspiración de soberanía que Bolivia ha hecho en éste siglo. Al continuar más
tarde dentro de la normalidad sirviendo tan justa causa, no he perdido por un
instante la visión de lo que serían nuestros dos países marchando unidos bajo
un común impulso fraterno y práctico.
Con esta declaración me enfrento a los que guiados
por un deplorable chauvinismo ofuscándose introspectivamente, tratan de
entorpecer con argumentos absurdos la obra serena e inobjetable de las gentes
de buena voluntad que va labrando surcos en el corazón chileno, hasta que un
día cualquiera, ante la América y el mundo, haga refulgente eclosión la gloria
de un nuevo entendimiento entre estas dos naciones tan dignas de mejor suerte
en su vida de vecindad.
Para
vosotros señores, todo el tributo de mi conmovida gratitud; y para Bolivia,
esta patria que yo quiero como propia, toda mi adhesión para su obra de paz y
de armonía, a la vez que mi admiración, pues tuve la grata fortuna de poder
aquilatar testificalmente, durante un largo período, el temple y el valor de
sus hijos en los terrenos de la verdad y de la entereza que son los verdaderos campos
de batalla.
Por
la grandeza de Bolivia y por su justa y tranquila aparición sobre el Mar del
Sud Pacífico.
Aquiles Vergara Vicuña.
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Asistieron
86 personalidades ilustres del ámbito militar, civil, artístico, político,
literario, entre las cuales podemos destacar algunas figuras reconocidas como las
siguientes: Carlos, Mariano y José Aguirre, Alcides Arguedas, TteCnel. Germán
Busch, Juan Francisco Bedregal, Manuel Carrasco, Eduardo y Carlos Diez de Medina, Dionicio
Foianini, Enrique Finot, Néstor, Humberto y Julio Galindo, Carlos Guachalla, Guillermo Gonzales Quint, Gustavo Medeiros,
Gregorio Mendoza Catacora, César Muñoz Reyes, Tcnel. Oscar Moscoso, Gral.
Filiberto Osorio, Alberto Ostria Gutiérrez, Javier Paz Campero, Claudio
Pinilla, Rafael Taborga, Jorge Vargas Guzmán, José Gabino Villanueva, Gral.
Carlos Blanco Galindo, y otros connotados ciudadanos y militares de entonces.
COMENTARIO
GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ.
Fue
un encuentro histórico social sucedido hace 79 años. La más pura
intelectualidad boliviana en La Paz agasajaba a un connotado militar, diplomático
y escritor chileno. Nieto del historiador Benjamín Vicuña Mackena que describió
los eventos de la Guerra del Pacífico, habíase allegado a nuestra Patria para
adscribirse como Teniente Coronel, oficial chileno de artillería, para luchar
con las huestes bolivianas en el Chaco. Él describe magistralmente los detalles
de la gran derrota de Picuiba, porque allá se encontraba muriendo de sed con
los soldados bolivianos; el rescate de Carandaití y la Defensa de Villamontes.
Más
tarde fue el paladín de la aproximación imposible entre gobiernos distanciados para
restañar heridas y lograr el Mar de Bolivia con soberanía. Murió en nuestra
patria a la que él amó, tanto como a su patria de nacimiento, Chile, el país de
su actividad política frustrada.
Se
encuentra en ambas piezas de oratoria, la de los dos insignes varones Eduardo
Diez de Medina y Aquiles Vergara Vicuña, elevadas expresiones de forma diplomática
depurada. Diez de Medina, ex Canciller y culto ciudadano, encara el tema
geopolítico con delicadeza y justicia histórica; el agasajado con mensajes
constructivos que sortean el chauvinismo sempiterno creado por los gobiernos
extremistas de Chile y de Bolivia, con figuras literarias de elevada tesitura.
En ciertos párrafos Aquiles Vergara se refiere con acrimonia a las autoridades
de su país, pero concluye casi sin expresarlo, exigiendo la justicia de
recuperar el mar para Bolivia.
La
herida de 1879 sangra constantemente, y retorna a sangrar en cualquier momento,
a propósito de una simple mención de los vocablos: “Enclaustramiento” “Bofedal” “Silala”
“Cobija” “Abaroa” “Lauca” “Chuquicamata” “Camarones” Pisagua” “Grau” “San
Francisco” “Alto de la Alianza” “Ambulancias” “Repase” “V División” “Campero”
“Camacho” “Huáscar” “1904” “Tratado de Tregua” “Ex Combatientes” “Salitreras”
“Caracoles” “Yungay” “Paucarpata” “Atacama” “Koening”, en fin, vocablos
quemantes de esa historia.
Y
cuando se abren las páginas de “El Heraldo” o “El Comercio”, donde se
encuentran los poemas de “Soledad” joven angustiada por las derrotas; los
discursos del Rdo. Benjamín Quiroga o su hermano Daniel Quiroga, en la
Catedral, emitiendo arengan de lucha: ¡Que la Patria se convierta en un
cementerio de cadáveres antes de firmar la paz con el invasor!. Cuando la
prensa informa que los liberales el gobierno pugnan por aprobar con 2/3 el
inicuo Tratado en el Congreso: la nota irritativa y descarada de Koening. Los soldados descalzos
y heridos caminando por el desierto con pesados rifles de pólvora prensada; recién
percibimos cuán terribles los sentimientos de encono causados por esa malhadada
guerra que nos quito el mar y encerró a Bolivia sin libertad y espíritu, entre
las montañas de repetido enclaustramiento.
Más,
quien ha vivido en el seno del territorio austral, y conoce la profundidad el
alma del pueblo chileno y ha tenido la vivencia de atender el sufrimiento de
los enfermos obreros de la Pampa Grande, Tal-Tal y Antofagasta; quien testimonia
la penuria de las poblaciones de la periferia citadina y ha impreso en el alma
los versos de sus bardos insignes. Quien logró cultivar la amistad de sus seres
humanos y quedó sorprendido con la inteligencia y la cordialidad de los
corazones de su pueblo, no puede menos que desear, de todo corazón, se aplaquen
los sentimientos encontrados; y en el mejor de los gestos, se realice el sueño
que embarga a todos los bolivianos…Mar para Bolivia, nuestra Patria presente y
soberana en el Pacífico, presta al progreso, a la comunicación continental y a la
disposición fraternal que aúna a los hermanos de la familia americana.
Un
desierto de paisaje lunar nos separa, una línea fronteriza artificial
resultante de la guerra nos enemista. Lejos de nuestra Bolivia está el mar
bravío, el salado pulmón que la aproxime al mundo exterior. Lejos, particularmente
hoy, más distante que nunca en nuestra historia, cuando los insultos, van y
vienen, peligrosamente.
2016.
Las disidencias entre las autoridades de Bolivia y Chile se encuentran más
tensas; se procesan dos juicios ante la Corte Internacional de Justicia de La
Haya
¿Cuántos
Aquiles Vergara Vicuña, serán suficientes para curar las heridas entre las dos
naciones?
Requerimos los necesarios, multiplicados al
infinito. Lombardos armados de pluma y sable, marchando y dirigiendo el reencuentro
de nuestros pueblos, chilenos y bolivianos, en un apretado, verdadero, sincero abrazo.
Será preciso organizar una guerra de afectos, batallas de comunión intelectual
y espiritual, a la orilla del mar congregados, armados de amistad, expresada y
cultivada entre cruzados chilenos, peruanos, bolivianos, nuevos ciudadanos de sentimientos
depurados. En lugar de carabinas, poesías compartidas para olvidar la historia
de ignominia que escribieron los antepasados guerreros, y también los actuales,
ofensivos, insensibles de futuro, enemistados con la integración de la Patria
Grande, de ambos países.
Que
las nuevas generaciones de nuestras patrias agraviadas, porten banderas de paz
y armonía; justamente congregados en el punto preciso del encuentro guerrero
que fue, para tornar la espuma del mar en llamarada, las tinieblas de la muerte
en lampos de luz, y de fondo vibrantes sinfonías de Mahler y luz estelar iluminando
el futuro de nuestras patrias distanciadas, libres del encono, gozosas de
existencia en la nueva dignidad histórica.
Muchos,
muchos sueños, en la brevedad del tiempo existencial, mas es preciso soñar e
insistir en el ensueño, antes de entrar en el olvido.
Gastón
Cornejo Bascopé
Ex
Senador del Estado Pluricultural de Bolivia
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