LA
RAZÓN Domingo, 25 de mayo de 1930
COMENTARIO
GASTON CORNEJO BASCOPÉ
“Soldados de Chile…, vais
a combatir enemigos dignos de vosotros; el soldado boliviano es uno de los
mejores y más disciplinado; la infantería boliviana es una de las primeras
infanterías del mundo… (ISIDORO ERRÁZURIS)
“ … Al enemigo es preciso
darle batalla con fuerzas superiores “
(EMILIO SOTOMAYOR)
Medio
siglo ha transcurrido desde que para nosotros se cubrió el campo de la Alianza con lampos de gloria
ya que no con lauros de victoria.
Sorpresivamente
arrastrados a una lucha desigual, más que esto – injusta – hubimos los
bolivianos de sostenerla más bien como acto de dignidad que como defensa
eficiente de nuestro hollado territorio, de nuestros derechos lesionados.
La
suprema condenación del deber cívico, tiene lugar en el holocausto de la vida ofrecido sobre el campo de
batalla, frente al enemigo, al pie de la bandera, entre las espadas que flaman
y las balas que perforan.
Ese
deber sagrado, único digno de la gloria por su desinterés y por su decisión,
llegó a lo sublime hace medio siglo, allá en los médanos que circundan a Tacna,
la cautiva, la redimida. Soldados bolivianos y peruanos que habían abandonado
el barreno y la azada, que habían permutado el combo por la espada y el arado
por el fusil, cruzaron juntos sus armas con el chileno, defendiendo algo más
que la integridad de sus respectivos territorios: la dignidad de su patria, el
honor de su bandera.
Arrollados
fueron por la superioridad del mayor número y de la mejor arma. En cuanto a
coraje y hombría ahí están después de 50 años
blanqueando todavía los arenales y montículos en el "Alto de la Alianza”,
los huesos de los que cayeron en la brega con denuedo, en medio a su
patriotismo cumpliendo su deber como hombres buenos; arrollados pero no
vencidos porque sucumbieron con la protesta en los pechos, con la maldición en
los labios, con la imagen de la patria
en el corazón, con la idea de la venganza en el cerebro. Quien así sucumbe no
está vencido, no está rendido.
Ahí
están los Aromas, Canevaros. Ahí están sobre todo los Colorados cuyo recuerdo -
estamos seguros - hará temblar nuevamente a los sobrevivientes que festejan las
bodas de oro de un triunfo, que hará estremecer
de miedo otra vez, hoy en sus tumbas, a los chilenos que rindieron la vida ante
su empuje.
Pero
no, antes que restañar heridas que jamás cicatrizarán, concretamos nuestro
homenaje a la admiración y glorificación de que se hicieron dignos los que
defendieron a la patria con esfuerzo
rayano en el heroísmo.
Para
los manes de Murguía, Pérez, Rabsio, para los centenares de soldados
desconocidos, nuestro recuerdo agradecido.
Para
los vivos, para esos que llevan vida atormentada por las claudicaciones de la
causa que defendieron con su sangre, para esos que arrastran una existencia dolorida
por los sufrimientos físicos y las privaciones materiales, nuestras más cálidas
simpatías y nuestras congratulaciones más vehementes.
Así
se sirve a la paria, con abnegación, con
sacrificio, muriendo por ella, ya en el
campo de batalla, ya de hambre, agarrotado por la miseria!
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COMENTARIO
GASTON CORNEJO BASCOPÉ
MARZO 2016. Han transcurrido 136 años desde aquella
gesta heroica del Alto de la Alianza. Derrotados por diversas circunstancias,
errores tácticos por presentar batalla en una enorme planicie sin defensivos
naturales ante el doble de ejército implementado por artillería y caballería
superiores en número y calidad ofensiva; sin preparación militar conjunta,
bolivianos y peruanos, cayeron bajo el empuje horrendo del ejército chileno a
quien se le ordenó no tomar prisioneros y pasar al degüello con el corvo, al “repase”
hasta los heridos dentro de la propio Servicio de Ambulancias organizado por
Bolivia a cargo del Dr. Dalence. En ese batalla cayó herido el General Eliodoro
Camacho y llevado prisionero a Santiago fue tratado en forma selecta ante la
posibilidad de su elección presidencial y guardar en él un adepto al
enclaustramiento boliviano, él había servido perfectamente el plan de organizar un golpe de estado al Presidente
Daza. Campero que dirigió las fuerzas bolivianas también pecó por ineptitud,
fue el responsable de dicha asonada en plena guerra y luego recibido en hombros
se constitucionalizó su gesto artero. Ambos pertenecían a la Logia Valparaíso. Se
afirma que Baptista y Arce también miembros conformaron el cuarteto fatal de la
historia. A Daza lo asesinaron los guardias del gobierno de Baptista, y
Huanchaca, propiedad de Arce, tuvo mucho que ver con las negociaciones
posteriores.
La
rememoración escrita en La Razón 30 años después, revela el patriotismo y la
nobleza de los escritores nacionales quienes privilegiaron siempre el honor a la historia nacional, patentizada
en las letras con mayor intensidad que en el tiempo actual después de 136 años.
Al
pie del escrito en letra menuda se lee lo siguiente: “Ha muerto un veterano de la Guerra del Pacífico. Ayer ha dejado de
existir el Teniente D. José Luis Barrios, después de penosa y larga enfermedad.
Le cupo la suerte de asistir a la batalla de San Francisco y después, al lado
de los legendarios Colorados de Bolivia, combatió en el Alto de la Alianza.
Este valiente soldado que defendiera a costa de su vida la integridad patria,
ha bajado al sepulcro, la víspera del cincuentenario de la memorable acción de
armas del 26 de mayo de 1880”
¡Honor
a él y a todos los bolivianos que confrontaron la conquista de Chile!
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