miércoles, 6 de abril de 2016

BATALLA DEL ALTO DE LA ALIANZA 50 AÑOS DESPUÉS


LA RAZÓN Domingo, 25 de mayo de 1930

COMENTARIO GASTON CORNEJO BASCOPÉ
“Soldados de Chile…, vais a combatir enemigos dignos de vosotros; el soldado boliviano es uno de los mejores y más disciplinado; la infantería boliviana es una de las primeras infanterías del mundo… (ISIDORO ERRÁZURIS)

“ … Al enemigo es preciso darle batalla con fuerzas superiores “  
(EMILIO SOTOMAYOR)

Medio siglo ha transcurrido desde que para nosotros se cubrió  el campo de la Alianza con lampos de gloria ya que no con lauros de victoria.
Sorpresivamente arrastrados a una lucha desigual, más que esto – injusta – hubimos los bolivianos de sostenerla más bien como acto de dignidad que como defensa eficiente de nuestro hollado territorio, de nuestros derechos lesionados.
La suprema condenación del deber cívico, tiene lugar en el holocausto  de la vida ofrecido sobre el campo de batalla, frente al enemigo, al pie de la bandera, entre las espadas que flaman y las balas que perforan.
Ese deber sagrado, único digno de la gloria por su desinterés y por su decisión, llegó a lo sublime hace medio siglo, allá en los médanos que circundan a Tacna, la cautiva, la redimida. Soldados bolivianos y peruanos que habían abandonado el barreno y la azada, que habían permutado el combo por la espada y el arado por el fusil, cruzaron juntos sus armas con el chileno, defendiendo algo más que la integridad de sus respectivos territorios: la dignidad de su patria, el honor de su bandera.
Arrollados fueron por la superioridad del mayor número y de la mejor arma. En cuanto a coraje y hombría ahí están después de 50 años  blanqueando todavía los arenales y montículos en el "Alto de la Alianza”, los huesos de los que cayeron en la brega con denuedo, en medio a su patriotismo cumpliendo su deber como hombres buenos; arrollados pero no vencidos porque sucumbieron con la protesta en los pechos, con la maldición en los labios,  con la imagen de la patria en el corazón, con la idea de la venganza en el cerebro. Quien así sucumbe no está vencido, no está rendido.
Ahí están los Aromas, Canevaros. Ahí están sobre todo los Colorados cuyo recuerdo - estamos seguros - hará temblar nuevamente a los sobrevivientes que festejan las bodas de oro de un triunfo, que hará  estremecer de miedo otra vez, hoy en sus tumbas, a los chilenos que rindieron la vida ante su empuje.
Pero no, antes que restañar heridas que jamás cicatrizarán, concretamos nuestro homenaje a la admiración y glorificación de que se hicieron dignos los que defendieron a la patria  con esfuerzo rayano en  el heroísmo.
Para los manes de Murguía, Pérez, Rabsio, para los centenares de soldados desconocidos, nuestro recuerdo agradecido.
Para los vivos, para esos que llevan vida atormentada por las claudicaciones de la causa que defendieron con su sangre, para esos que arrastran una existencia dolorida por los sufrimientos físicos y las privaciones materiales, nuestras más cálidas simpatías y nuestras congratulaciones más vehementes.
Así se sirve  a la paria, con abnegación, con sacrificio,  muriendo por ella, ya en el campo de batalla, ya de hambre, agarrotado por la miseria!
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COMENTARIO GASTON CORNEJO BASCOPÉ
MARZO  2016. Han transcurrido 136 años desde aquella gesta heroica del Alto de la Alianza. Derrotados por diversas circunstancias, errores tácticos por presentar batalla en una enorme planicie sin defensivos naturales ante el doble de ejército implementado por artillería y caballería superiores en número y calidad ofensiva; sin preparación militar conjunta, bolivianos y peruanos, cayeron bajo el empuje horrendo del ejército chileno a quien se le ordenó no tomar prisioneros y pasar al degüello con el corvo, al “repase” hasta los heridos dentro de la propio Servicio de Ambulancias organizado por Bolivia a cargo del Dr. Dalence. En ese batalla cayó herido el General Eliodoro Camacho y llevado prisionero a Santiago fue tratado en forma selecta ante la posibilidad de su elección presidencial y guardar en él un adepto al enclaustramiento boliviano, él había servido perfectamente el plan  de organizar un golpe de estado al Presidente Daza. Campero que dirigió las fuerzas bolivianas también pecó por ineptitud, fue el responsable de dicha asonada en plena guerra y luego recibido en hombros se constitucionalizó su gesto artero. Ambos pertenecían a la Logia Valparaíso. Se afirma que Baptista y Arce también miembros conformaron el cuarteto fatal de la historia. A Daza lo asesinaron los guardias del gobierno de Baptista, y Huanchaca, propiedad de Arce, tuvo mucho que ver con las negociaciones posteriores.
La rememoración escrita en La Razón 30 años después, revela el patriotismo y la nobleza de los escritores nacionales quienes privilegiaron siempre  el honor a la historia nacional, patentizada en las letras con mayor intensidad que en el tiempo actual después de 136 años.
Al pie del escrito en letra menuda se lee lo siguiente: “Ha muerto un veterano de la Guerra del Pacífico. Ayer ha dejado de existir el Teniente D. José Luis Barrios, después de penosa y larga enfermedad. Le cupo la suerte de asistir a la batalla de San Francisco y después, al lado de los legendarios Colorados de Bolivia, combatió en el Alto de la Alianza. Este valiente soldado que defendiera a costa de su vida la integridad patria, ha bajado al sepulcro, la víspera del cincuentenario de la memorable acción de armas del 26 de mayo de 1880”
¡Honor a él y a todos los bolivianos que confrontaron la conquista de Chile!



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