viernes, 25 de marzo de 2016

RENUNCIOS HONORABLES

Gastón Cornejo Bascopé

Cochabamba, 21 de marzo 2016

El reciente gesto del respetable artista don Luis Bredow al premio Eduardo Abaroa 2015, otorgado por el Ministerio de Cultura, me incita a recordar otros casos de contexto.
En la década de los 60 del pasado siglo, la Fundación de Alfred Nobel seleccionó al poeta Boris Pasternak para ser el agraciado del famoso premio. No recibió por amenaza del gobierno dictatorial soviético y el poeta no asistió al acto en la sesión más noble de Estocolmo. Suecia. Pablo Neruda, amigo del poeta distinguido, lo defendió valientemente contrariando al régimen comunista. La inmensa obra poética fue leída por todo el mundo, de otro modo hubiera continuado en el olvido como sucede con la hermosa poesía de casi todos los poetas. Bien recuerdo que en Santiago de Chile, Pablo levantó una legión de adherentes a la obra de Pasternak y así limpió el espíritu de los chilenos amantes del verso y la alegría.
En la patria, otro señor de la escritura y la historia, don Roberto Querejazu Calvo, en tiempo del nefasto presidente Víctor Paz Estenssoro, rechazó con enojo el Premio Nacional de Cultura. Simplemente se negó a recibirlo. Sucede que habiendo sido perseguido políticamente y exiliado, no se le concedió el ingreso a la patria cuando su señora madre fallecía. No pudo llegar a las exequias y quedó profundamente herido. Entiendo que más tarde, cuando cambió el régimen, aceptó la presea con orgullo y merecimientos.
En el tiempo del Abrazo de Charaña, doña Gaby del Mar devolvió la presea otorgada por su enaltecedora conducta cívica, al Presidente Hugo Bánzer por su proyecto antipatriótico de transferencia territorial, entregándola a Monseñor Walter Rosales y repudiando así la traición a la patria gestada por el mandatario.
Ahora, don Luis Bredow nos da otra lección de nobleza. No acepta el premio del Ministerio de Culturas porque preserva su libertad de opinión y la obligación, a posteriori, de mantener gratitud al Ministerio otorgante. Posiblemente él conoce los trasfondos conductuales de un ex ministro que ordenó el 10% a todo proyecto educativo en el ministerio de Educación, el tema de su participación en la corrupción en Tiwanaku, comprometió a la Cancillería cuando le premiaron con una embajada en Paris ante la Unesco, y otras sombras actuales  como  los rituales de posesión, el Dakar, el haber debilitado la solidaridad en las colectividades de artistas y la incapacidad de promover políticas públicas de cultura.
Fue aplaudido en su papel teatralizado de Daniel Salamanca, de Hugo Banzer en el film Olvidados, y otros roles de dramatización perfectos.
Antes de morir, el Maestro Mario Leyes me confesó que fue parte de un reciente agasajo político a una centena de artistas e intelectuales seleccionados por el Ejecutivo para llevarlos a La Paz, invitarles un almuerzo, entregarles un diploma y someterlos a una perorata para que voten por el SI. Según dijo - un lavado cerebral, salí francamente molesto ante la presión contraria a la dignidad de mi persona, no pude devolver el diploma - comentó.
Estos elementos son parte de la bioética del arte y de la ética en profundidad filosófica tan ausente en nuestra contemporaneidad.

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