EL ARTÍCULO QUE MOTIVÓ MI EXPULSIÓN COMO COLUMNISTA
DE OPINIÓN
Preocupado de dos males, la adulación y la soberbia, que
cunden epidémicamente investigué a “Alma Fuerte”, don Pedro Palacios, el gran
escritor argentino que pocos argentinos conocen, como me apercibí visitando
Buenos Aires y Córdoba, De él extraje estos conmovedores pensamientos sobre la
adulación:
“No pidas nunca… No pidas nunca en el platillo cincelado
de la adulación: así piden los pillos. Ya es bastante desgracia tener que
pedir, para que todavía le añadas un poco de vileza; la de las mentiras laudatorias.
Yo no quiero decir que seas altivo hasta la insolencia, pero tampoco debes caer
en la adoración de tus protectores; ponte en el justo medio. Di: “quiero,
necesito, me muero de hambre“ y muestra tu cuerpo flaco y tus miembros
temblorosos, que eso es un hermosísimo valor; pero no digas nunca: “¡oh. Señor
inconmensurable como el espacio, absoluto como el universo, eterno como
el tiempo, soy el único conocedor de tu grandeza y quiero ser tu único
contemplador! No, no digas así, nunca, jamás, aunque eso te valiera, no
ya el pedazo de pan, en mendrugo durísimo que consigue la verdad y la
sencillez. El dolor, como padre de las ideas, no puede ser más sagrado; pero
ese mismo dolor, como generador de la mentira y la adulación, no puede ser más
despreciable. Y tú, que crees en la grandeza, a tu manera, no la sahúmes de ese
modo, que, si ella existe, ¡debe ser enemiga fiel del humo!”
Con esta introducción debo evocar los numerosos testimonios
que registré en el entorno palaciego durante mi tiempo parlamentario
(2006-2009), mismos que la picardía política gobernante pretende borrar de la
historia. La exaltación del líder dio lugar a esta grave deformación
conductual. ¿Qué puede decirle un indio al rey de España? – escuché la duda
racional del humilde. Ante el envanecimiento hipertrofiado del poder político,
recuerdo que fue correcta la respuesta ofrecida: ¡Recuerda que eres mortal! Sí,
era la imagen del General romano que ingresaba a la Roma imperial luego del
triunfo guerrero, coronado de laurel, elegante y soberbio, en cuadriga de lujo,
altivo, pero acompañado a su diestra de un viejo poeta que repetía al oído
atento del victorioso militar: ¡Recuerda que eres mortal!
Sobre la soberbia, varias investigaciones científicas han
demostrado que cuando
una persona obtiene aunque sea una pizca de poder, el
funcionamiento del cerebro se ve afectado y la capacidad de sentir empatía muy
reducida. En cambio, la adulación es un acto consciente de baja moral
La soberbia y la adulación, dolencias patológicas patéticas
en nuestra querida Bolivia. Sucede en los ciudadanos que prestan juramento de
compromiso en el servicio público al ser convocados para servir a la sociedad.
Todo lo saben, todo lo pueden y así encumbrados pierden el juicio de realidad.
¡Juráis…! ¡Sí, Juro! Entonces, ahí emerge la arbitrariedad y en su entorno la
adulación comentadas, desmedidas, y el añadirle al gesto un poco o mucho de
vileza. Y cuando detrás están guardados opulentos beneficios personales, se
revelan inmoderadas hasta el delito. Soberbia y adulación, dos pecados
políticos frecuentes e inaceptables. Perversidad en la preservación del poder
que el encumbramiento entraña, o bien, endiosamiento al líder para preservar
canonjías. Se agravan cuando está en peligro el caerse del “Caballo del corregidor”.
Algunos tienen éxito a bala, como sucedió con Mariano
Melgarejo que sobrevivió un sexenio de tiranía, otros deben huir como ocurrió
con Hernando Siles de la mano de Hans Kundt. La dolencia puede acarrear la
ausencia definitiva del empecinado pero también dejar grave lesión orgánica al
interior de la sociedad involucrada, como sucedió con todas las experiencias
populistas de la historia.
Importa prevenir y curar estas falencias con el arma y la
estrategia del magisterio moral. Para los pesimistas que no encuentran figuras
humanas trascendentes capaces de portar la bandera del patriotismo, es preciso
asegurar la confianza en el éxito de las nuevas generaciones actualmente en
proceso de formación política, científica y sobre todo ética. En el nuevo
milenio cumplirán 16 años; pero podrán gobernar desde los 20 o 25; conforman la
esperanza de la patria.
Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba, 27 de Diciembre 2015.
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