Cómo curar las heridas del pasado y obtener la vida
que mereces.
Gabriela Rodríguez
Casas.
Con ese
título tan sugestivo inicié la lectura del libro que inaugura la joven
profesional, doctora Gabriela Rodríguez Casas, hija del gran médico y poeta don
Julio Rodríguez Rivas (1); bisnieta del otro insigne personaje, sobresaliente
en la historia de la medicina nacional el Dr. Julio Rodríguez Morales (2).
Previo a
ingresar en el análisis de la obra, respetuosamente afirmo el axioma siguiente:
la nobleza espiritual viene sellada en impronta genética y se expresa en la
vida, los pensamientos y el quehacer de las generaciones que se cultivan en
seres privilegiados que honran la progenie familiar y se suceden en una
sociedad dada, en este caso la familia Rodríguez y en nuestra intelectualidad.
En comprobación de este aserto, evoco breves pensamientos de dos antepasados
suyos que así lo afirman.
El
mensaje de don Julio Rodríguez Morales en sus Bodas de Oro profesionales: “Sería
esta la ocasión de manifestar el resultado de mis largas meditaciones y de la
experiencia adquirida en la práctica profesional, pero qué deciros a vosotros
jóvenes que poseéis la ciencia nueva y los conocimientos modernos que los
hombres del siglo pasado alcanzábamos a vislumbrar imperfectamente. Que el amor
a la ciencia no os haga olvidar al hombre que sufre, y que vuestra principal
misión sea el arrebatarlo a la muerte, calmar sus dolores y consolar sus penas,
reanimando su espíritu. Tened siempre en cuenta que la inteligencia sola, no
gobierna el mundo sino está unida al amor y a la caridad”.
Y el
mensaje de Julio Rodríguez Rivas. El científico y poeta, el médico héroe de la
Guerra del Chaco que cayó prisionero por no abandonar a sus pacientes heridos,
en una heroicidad ejemplar de consagrado Hijo de Asclepio y de Hipócrates, que
entregó toda su vida a la formación de galenos ilustres … “Es por eso
que el médico no puede olvidar que, junto con las enseñanzas de las
innovaciones científicas y el mantenimiento de los imperecederos postulados de
la clínica hipocrática, debe tomar muy en cuenta el humanismo caritativo que lo
acerque bondadosamente al enfermo y utilice conscientemente los recursos de
apariencia mágica que le prestan su prestigio y su personalidad. No
olvidará la perfectibilidad de los valores primordiales del espíritu”
De esta
pasta humana está formada, el alma de Gabriela Rodríguez Casas.
Al
recibir el libro de manos de su autora que me honra con el análisis del mismo,
inmediatamente asocié creatividad superior emparentada con el fundador del
Neo-humanismo internacional, SILO, el argentino Mario Rodríguez Cobos, el
psicólogo cumbre que logró significación mundial con su obra difundida en todos
los continentes; con el filósofo Leonardo Boff y sus mensajes profundos
sobre el valor de la inteligencia cognitiva y la afectiva, sensibles; con
Albert Schweitzer el gran médico benefactor que trascendió en la historia de la
bondad; con el maestro Oswaldo Chaves de Ecuador y Ludwig Schmidt de Venezuela,
los mejores pedagogos de la bioética de Potter. Y, tratándose del contexto
grandioso entre el pensar, el sentir y el actuar, la armonía del pensamiento,
la paz, la alegría de vivir, es preciso atraer a nuestra interioridad a tantas
mentes genuinas de trascendencia, sabiduría y bondad: Romain Rolland, Stefan
Zweig, Dostoievski, Beethoven, para enriquecer el alma personal. Ahora, la
joven hija del Maestro de la medicina, Don Julio, que con orgullo proclama ser
la “Hija de su mente”, declaro que es un regalo aproximarme a sus pensamientos
reflexivos, sapientes, orientadores, escritos con sencillez coloquial de
elevada materia, adornados con una experiencia profesional relevante, y
novedosos en su contenido de praxis científica.
De
inicio, encuentro psicología pura, constructiva proyectada sobre los seres cuya
existencia cursa en la realidad del tiempo postmoderno cuando las agrupaciones
humanas confrontan intereses irreflexivos y la armonía del Bien Vivir se torna
conflictiva y difícil. Psicología profesional. Psiquismo, enorme campo del
funcionamiento cerebral, del conocimiento; estudio de la mente humana donde
anidan el pensamiento racional, las emociones, los sentimientos; la
psicopedagogía, el ámbito de lo cognitivo consciente y subconsciente, las
destrezas humanas, el desarrollo evolutivo del ser y sus caracteres dentro de
la eterna dialéctica del movimiento, la apropiación reflexiva del “Conócete a
ti mismo”, tiene en la obra presente, alcances extraordinarios.
Los
textos se inician quedamente analizando la mentalidad del nuevo ser, desde la
concepción, el estado intrauterino, la niñez, la adolescencia, la madurez, el
alcance de Adulto Psicológico, la perfectibilidad hasta la finitud; proceso que
hace del ser humano la cumbre antropocéntrica de la naturaleza. O el camino
inverso, la deformación del proceso natural hacia un equivocado desconocimiento
del poder innato que portamos dentro a partir de su instalación en nuestra
propia creación orgánica.
“Somos
la Inter relación entre genes y medio ambiente” – afirma. Efectivamente, entre el
genotipo y el fenotipo inter-actuantes, abiertos a la intervención, a la
comprensión, en pos de lograr la paz, la armonía, la felicidad.
Gabriela
condensa en una veintena de capítulos, sus pensamientos de elevada cultura,
sintetiza en ellos todo el conocimiento de la materia en las dimensiones macro
de astrofísica y de profundidad cuántica, la funcionalidad de la psique y la
espiritualidad.
Es
relevante el capítulo titulado: “Encuentro con la causa primigenia y
eterna”, es sencillamente grandioso en su exposición y es una puesta
al día sobre la esencia material de la persona humana conectada con el todo.“Somos
la materia que ha despertado al conocimiento de sí misma” Se adentra
en las profundidades de la naturaleza física, biológica; nos pasea por el
tejido celular, la inteligencia ubicada en el núcleo celular y en la membrana;
la realidad del átomo ahora divisible en sus partículas descubiertas, las
ondas, los fotones, los paquetes de energía, y más allá, el misterioso vació
cuántico de donde emerge la realidad concreta; la interconexión universal de
nuestra esencia con la acepción - divina - de la existencia en plenitud
de amor.
Concluye
afirmando que el amor y el respeto a uno mismo constituyen la clave de la
felicidad, y en estos dos principios, la estrategia de curar las desviaciones
del desarrollo armónico de la mente.
Todo
apunta – mediante la evolución obligada a la perfectibilidad del ser
humano, quien llegará indefectiblemente a aprender su identidad, a crecer en
sabiduría, a asumir felicidad, a convivir armoniosamente en la nación
humana universal; o bien, su antípoda, la desintegración entrópica, las fuerzas
del mal y la violencia que reactiven el genocidio colectivo y definan el
ecocidio planetario terminal.
Lograr
el Poder personal, el control psicológico, la madurez de la persona Adulta
psicológica, saturada de grandeza y espiritualidad, es el objetivo del hermoso
camino trazado por la autora en su libro, saturado de pensamientos altruistas
propios de una profesionalidad sublime.
Nos
introduce en la utilidad de la meditación. Nos revela la intervención nociva
del dogma, la culpa original, el lavado cerebral, el pregonado castigo
religioso, elementos que más tarde proporcionan dolor y somatizan patologías
psicosomáticas de difícil terapéutica – “que perturban el diario vivir y la
salud” - obligándonos a la reflexión del amplio tema de la Higiene mental y la
liberación personal del encuadramiento dogmático religioso.
“No
existe otro tú, ni existió ni existirá, y como eres único en el planeta Tierra,
tu valor es incalculable”. De ahí la cultura de la vida y el respeto por cada ser humano, milagro
irrepetible. No lo expresa, pero está escrito entre líneas, la contrariedad con
quienes cultivan la cultura de la muerte, los violentos que relativizan la
excelsitud de la vida y perturban la dignidad de persona.
En
delicado magisterio Gabriela enseña el significado de la consciencia
automática, la consciencia consciente, la consciencia trascendente, hacia la
espiritualidad perfecta. Madura su exposición describiendo en este último
estadio “la percepción de la fuente infinita es una experiencia de epifanía”
En todo
el texto es remarcable el concepto siguiente: “La apropiación de poder
decidir qué se piensa, qué se siente, qué se hace” y en sus
propias palabras mensajeras: “La energía reverbera dentro de tí, en tu
entorno, y en los otros seres humanos, y llega a todo el universo del micro y
macrocosmos” “
He copiado
un párrafo a leerlo en recitativo solemne: “La responsabilidad de la
persona “Adulta psicológica” es procurarse un techo espiritual adecuado, que le
permita saber quién es uno, de qué está hecho y de amarse con un amor
espiritual elevado; techo lleno de comprensión y compasión por uno mismo, por
el prójimo, que proviene de aprender a través de la ciencia que existe un
“Dios”, que no es una entidad fuera de uno, un ser vigilante que premia o
castiga, sino que es la infinitud en su sentido más profundo, manifestado en la
energía, en la materia, en la organicidad, en la evolución a la complejidad, en
la entropía, porque lo es absolutamente todo y, está en todos nosotros. Es la
inteligencia que implica el universo astronómico y también el cuántico, y es el
amor que anida en cada célula humana, a tal punto que sin ella se cae en el
marasmo, en la muerte, en la desintegración”
Finalmente,
concluyo haciendo mía su sentencia: “Yo honro mi ser, mis palabras, mis
valores, mis principios, mi esencia espiritual”
Relato
que he conocido y amado a un ser femenino maravilloso, se llamaba Juliana Pozzi
Cordano, era un ser superior en cultura y en espiritualidad; aceptó la muerte
tranquila y segura de su trascendencia universal. Ahora, reencuentro otra dama
de vibraciones semejantes, se llama Gabriela Rodríguez Casas. Me congratulo por
ello, y acojo sus pensamientos con cálido afecto y profunda respetabilidad.
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba, diciembre 2015.
Dr.
Julio Rodrguez Rivas (1)
Ilustre
medico y científico boliviano conocido a nivel mundial por sus amplios
conocimientos en medicina, arqueología, antropológicos y su espíritu literario.
Nació en Cochabamba en 1908, graduándose en medicina en 1035 durante el
conflicto bélico de la guerra del Chaco a la cual Asistió como profesional
Dr. Julio Rodríguez Morales (2)
Médico,
Hijo de un militar peruano enrolado en el Ejercito del Libertador, estudio
medicina en la Universidad de S. Francisco Xavier de Chuquisaca (1866) Se
instalo en Cochabamba, se dedico de lleno al ejercicio de su profesión.
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