Cuando murió de un infarto el Gral. Pando,
resguardado una noche de tempestad en la casa de los tres hermanos Jáuregui, su
cadáver fue echado por ellos a un barranco, ebrios y temerosos de un proceso
criminal. Fueron apresados y sindicados de haber efectuado un horrendo crimen.
El proceso duró más de 12 años por falta de pruebas de culpabilidad. Después de
ese tiempo, el juez creyó dar una sentencia salomónica dictaminando
fusilamiento para quien le toque en suerte el bolo negro. Le tocó al menor
quien tenía menos de 17 años cuando el deceso del ex presidente y no era
imputable por ser menor de edad. Frente al patíbulo tomó la palabra, declaró su
inocencia y denunció la injusticia proveniente de un juez infame; finalmente,
pidió la maldición del Supremo a ejecutarse en la persona de un familiar íntimo
del juez equivocado. Pasaron los años. El 21 de julio de 1946, la poblada
criminal de La Paz, ingresó al Palacio de Gobierno, dio con Luis Uría de la
Oliva, el nieto del juez de marras, le tomó a golpes de muerte, lo lanzó vivo
por el balcón a la calle, fue arrastrado hasta el farol, colgado y muerto. La
venganza del menor de los hermanos Jáuregui se cumplió patéticamente.
En la obra “Ben-Hur”, cuando ingresaba a
Judea el nuevo Cónsul romano, el personaje principal, junto a su hermana
observaban la marcha militar. Apoyados en la cumbrera del balcón de su casa, se
desprendió una teja que cayó estrepitosa a los pies de la autoridad, el mismo
que fue lanzado del asiento por el caballo encabritado. Ben-Hur terminó de esclavo
en las galeras, la hermana y la madre en la prisión hasta contraer lepra. Fue
un accidente involuntario y su juzgamiento y castigo por autoridades
imperiales y soberbias fue totalmente injusto.
Traigo a colación estos dos relatos
relacionados en contexto con los abogados y jueces que juzgaron “a la
boliviana”; es decir, con negligencia bioética manifiesta. Los principios
básicos de la Bioética Universal son cuatro: Autonomía, Justicia, Beneficencia
y No maleficencia. El desiderátum para los profesionales de la justicia es el
de actuar con meridiana justicia y no hacer daño alguno; aquí, tanto
abogados, fiscales y magistrados son injustos y obran con maleficencia,
por tanto ameritan una sentencia pública por negligencia profesional en la
justicia.
El enfermo que falleció, motivo de un
proceso, acudió al médico de la CNS por dolores cólicos abdominales debido a
piedras en la vesícula que producen inflamación y a veces cáncer; su
tratamiento es la extirpación del órgano. La mejor técnica indicada para ello
es la colecistectomía laparoscópica (técnica que tiene un porcentaje muy bajo
de complicaciones pero como cualquier otra, no ofrece ninguna garantía para
evitarlas, salvo la maestría quirúrgica del cirujano. (posibilidades de clips
que se aflojan y permiten la salida de bilis con peritonitis biliar
consiguiente, o clips que por excesiva presión de cierre dan necrosis del
conducto cístico, con idéntica complicación, (en estadísticas mundiales se
registra su ocurrencia entre 0.1 a 3%). A diferencia de la técnica
“abierta”, es casi indolora, no permite la introducción de
compresas y permite el alta al próximo día. Ésta fue la técnica empleada en la
paciente del óbito en la que el cirujano no introdujo cuerpo extraño alguno.
Algo sucedió después de la cirugía con los
clips, se aflojaron o deslizaron y dieron lugar a un grave problema de
peritonitis biliar postoperatoria. Reingresó al hospital Obrero de la CNS a las
37 horas de su alta. Recibida por el médico de Guardia, fue re-hospitalizada el
18 de enero 2013. Se pidieron los estudios pertinentes y en tres ocasiones se
valoró la evolución donde no existieron signos de agravamiento (estaba la
peritonitis en curso). Sin embargo, al amanecer, el cirujano Residente, sin
convocar al cirujano, decidió intervenir a la paciente a las 7 horas de
observación por evidenciar deterioro clínico, según el expediente. Al parecer
efectuó una “Laparostomía contenida”, es decir con técnica abierta del abdomen,
efectuó limpieza, dejó abierta la pared abdominal colocando un paquete de
compresas para evitar la salida de los intestinos (evisceración). Queda en
Terapia Intensiva pero evoluciona mal, a pesar de las transfusiones de sangre,
plasma y medicamentos administrados para regularizar el estado cardiovascular
deficiente.
El cirujano inicial acudió temprano y decide
volver a ingresar al quirófano para ver qué hizo el Residente y tratar la causa
del persistente agravamiento de su paciente. No puede comenzar la tercera
operación porque se anuncia un Paro Cardíaco. Efectuada la resucitación apenas
se logró una mejoría temporal, y nuevamente, otro paro define la muerte de la
enferma.
Un familiar próximo acusó al cirujano inicial
de negligencia profesional. Se efectuaron los peritajes técnicos; Los jueces,
después de 3 años, sin conocer la intimidad del problema, emitieron una
sentencia condenatoria científicamente injusta. Tres peritajes de connotados
expertos que firman conclusiones coincidentes sobre el caso, confirman mi
aserción.
Existe un cuarto peritaje de un perito de
INASES, inadmisible en su lectura. Se colige que fue efectuado por algún
auxiliar invitado, que emitió una certificación con visibles lapsus de
ortografía, sintaxis y terminología médica. Realizado - según aseguran dos
expertos - con confusión mental e irresponsabilidad.
El funcionario de la institución pública
resultaría ser un improvisado, y esto es gravísimo, pues su informe
sirvió de base para el dictamen erróneo de los magistrados. Desconoce que la
“Laparostomía contenida” deja un material para evitar la evisceración, y que en
el presente caso la compresa no tiene significación vital-
El Paro Cardíaco impidió la re-intervención
del cirujano tratante, que ahora es víctima de una mala lectura, debido a una
escasa acuciosidad investigativa o el desconocimiento de quienes tienen el
deber de administrar meridiana justicia en estos casos de grave complejidad.
Imagino la Fisiopatología de la presente
complicación: Si por falla hermética de los dos o tres clips de cierre
instalados en el conducto cístico se aflojan o deslizan, fluye bilis al
peritoneo - que irritado - manifiesta síntomas de complicación que exigen
reintervención de urgencia. Reoperado en forma “abierta”, se aspira y
lava, se limpian los compartimientos abdominales donde se está depositada la
bilis dentro del peritoneo. Generalmente, no se cierra el abdomen, se cubren
los intestinos con una pieza de nylon o compresas en paquete, para evitar la
evisceración postoperatoria. Es la técnica salvadora denominada “Laparostomía
contenida”. Varios días después, en re-operaciones similares, es posible
ejecutar cerrar definitivamente la herida abdominal.
Para la lectura científica y conocimiento de
los magistrados que sentenciaron al cirujano por dejar una compresa, el
suscrito reflexiona profesionalmente: ¿Cuándo se introduce y se deja una
compresa al interior del abdomen? En un paciente operado de Colecistectomía
laparoscópica. ¿Jamás y es imposible como en el caso presente!
Los profesionales en Derecho que juzgaron el
caso dictaminaron sobre estos problemas tan complejos y posiblemente jamás
ingresaron a un Pabellón de operaciones. El cirujano que adquirió la maestría
en 7 a 10 años de estudio y entrenamiento bajo la mirada de un connotado
maestro de la cirugía y en un servicio de prestigio – reitero - no dejó ninguna
compresa. No es posible establecer la causa de la fuga
biliar; existió pero no se produjo durante la cirugía laparoscópica; fue
posterior sin precisar si fue inmediata o mediata en el postoperatorio.
Esta “iatrogenia”, así se titula el
deslizamiento de los clips metálicos produjo una peritonitis biliar, sepsis,
falla orgánica múltiple, paro cardiovascular irreversible y muerte. La causa de
muerte sólo se conoce con la autopsia que aparentemente no fue realizada, y si
lo fue, habría que ver si fue practicada con profesionalidad científica.
Constituye un pesar irreparable la pérdida de
un ser querido, la muerte de cualquier existencia humana, pero la medicina no
es matemática ni es una ciencia exacta, no puede garantizar ausencia de
complicaciones. Sus seguidores son sacerdotes del bien, y siempre, siempre,
tratan de curar los males y salvar la vida, con los mejores instrumentos de su
arduo entrenamiento y el constante estudio durante toda su vida.
La ignorancia puede traer graves
consecuencias. Los profesionales de la Justicia no leyeron los peritajes de los
tres expertos; tienen la obligación de rechazar el informe de INASES por la
criticable ineficiencia del informe. Ese ya es un tema político, no hay
meritocracia en las instituciones públicas; jamás un concurso de competencia y
méritos.
El abogado defensor debe asumir la
argumentación científica y demostrar la verdad de los hechos, para que no se
repita la injusticia sucedida con el menor de los hermanos Jáuregui, ni
tengamos inocentes víctimas de los errores profesionales de las autoridades del
Derecho. La sugerencia correcta a futuro es que, quienes tienen la elevada
función de administrar justicia, visiten el quirófano, soliciten presenciar una
cirugía laparoscópìca y también el funcionamiento de un servicio de cirugía y
determinar la co-responsabilidad de los jefes y directores hospitalarios. De
otra parte, los cirujanos deben invitar a los familiares al quirófano y
explicarles los resultados de la técnica, las alternativas y las eventuales complicaciones
durante el procedimiento.
Sé que la Sociedad de Cirugía que fundé en
Cochabamba salió por los fueros del cirujano víctima, también sé que la misma
criticará arduamente a INASES por las deficiencias expuestas, pero ¿y las otras
instituciones?¿Las autoridades de la Caja Nacional de Salud también
responsables? ¿El Colegio Médico nacional? ¿La Federación de Profesionales de
Cochabamba, los Comités de Bioética de las Universidades públicas y privadas,
los expertos en Bioética y Deontología del Derecho y la Medicina? ¿Por qué no
se pronuncian? ¿Temerosos que la sentencia también caiga sobre la dignidad
profesional atropellada, callan misteriosamente? El Colegio Médico
departamental publica una extensa nota generalizada e incluso sugerente de un
encarecimiento de costos ante la judicialización; soslaya el tema sin precisar
la defensa correcta al cirujano víctima, ni involucra a la institución de la
CNS, la verdadera responsable de la postergación terapéutica del infausto
suceso.
Gastón Cornejo Bascopé
Ex Presidente de la Sociedad Nacional de
Cirugia.
Ex Presidente del Comité de Bioética de la
Facultad de Medicina UMSS.
Ex Senador de Bolivia.
Cochabamba, diciembre 2015
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