domingo, 12 de agosto de 2018

Y con la resaca a cuestas, 14 años son suficientes

COMENTARIO DE GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ
Cochabamba 9 de agosto de 2018
Es una pintura escrita con rica semiología diagnóstica sobre el acontecer nacional y la bestialidad que nos caracteriza; violencia inherente a la involución humana de nuestro desarrollo político social dirigido desde el Palacio de Gobierno.
Yo podría agregar una serie de pinceladas pictóricas:
 Desmembramiento de Tupac Katari; suplicio y descuartizamiento de Alejo Calatayud; nefasto martirio y fusilamiento de Mariano Antezana en la plaza principal de Cochabamba; exilio, muerte de hambre y soledad del Gral. Esteban Arze en Santa Ana de Yacuma; baleadura al Mariscal Sucre en abril de 1828; Asesinato al Gral. Pedro Blanco en la Recoleta; Asesinato al poeta Néstor Galindo por Melgarejo en Potosí; exilio del Libertador León Galindo; degradación al Libertador O´Connor; exilio y decreto de muerte al Mariscal Santa Cruz; su muerte en Francia; muerte en el exilio de Linares, de Toro, en Chile; de Ballivián en Brasil, asesinato de Daza en Uyuni; regicidio de Gualberto Villarroel, colgamiento de Hinojosa, Ballivián, Uría de la Oliva; Toledo y Eguino; asesinato de Únzaga en La Paz, crimen de la calle Harrington, campos de concentración en Viacha, Carangas; exilio de familias a Chile y asesinatos a los patrones por indígenas del MNR; tortura y exilio a Colombia a los médicos poetas Rina Tapia y Alberto Guzmán, asonadas y cuartelazos repetidos como el mar, paramilitares; policía política, San Román, Blumfield, exilios y exilios renovados ……………………..   la hoja no da espacio para evocar tanta violencia acumulada en los recuerdos.

Por eso Alberto Guzmán López en su poesía titulada. ¿Qué le debo a la vida? Decía hermosamente:
“Le debo el odio a todos los tiranos / y mi agonía intensa en las prisiones, / el precio de la sangre de los otros /y un pasaporte de emigrante. / Les debo en fin, / el odio y las tinieblas, / mi largo caminar y mi amargura / por un camino de distancias.
Le debo finalmente / el alma redimida /a la honda tierra chibcha, /  le debo un vendaval en los caminos / y un loco frenesí: / el de mi sangre / sembrada por su suelo y su raigambre.
Me deuda de nostalgias ya concluye, / le debo eternidades a la tierra / y eternidades a toda la gente, / por eso he de pagarte / con otra eternidad / que es nuestra muerte / para volver para siempre / a nuestra tierra madre”.
Logré rescatar un epitafio para aquellos que, exiliados, murieron alejados de la Patria:
“Morirse en el destierro, eso es morirse./  Dime …¿No te ha quedado grande la mortaja? /  La tierra en que duermes, ¿No traspira sabor a pan ajeno? / Tu propio cementerio ¿No te parece acaso hotel macabro,/ y tú el desconocido pasajero?”.

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