Gastón Cornejo Bascope
Cochabamba, 22 de junio de 2018
En
la nueva Constitución Política del Estado se inscriben la medicina
tradicional
y la hoja de coca. En la primera, aun no ha sido posible elaborar un protocolo
científico basado en evidencias y en la segunda, su sacralidad es discutible,
hoy se sabe que se constituye en una etiología comprobada de enfermedad.
Como
especialista cirujano comprobé que esta patología era similar a la del Brasil
descrita por Carlos Chagas, quien descubrió su etiología parasitaria, el
plasmodium que habita en el intestino de la vinchuca infectada para luego
trasmitirla, por picadura, al organismo humano donde destruye los nervios del
intestino y del corazón produciendo
Actualmente,
me avergüenzo de no haber dado crédito a las afirmaciones empíricas de los
galenos de antaño que tenían razón absoluta. Un trabajo científico regional,
leído en México, logró el premio internacional a la excelencia de
investigación. No se difunde aún tal estudio por razones obvias.
La ignorancia induce al error. El Artículo 384 de la CPE expresa: “La hoja de coca es un factor de cohesión social.
En su estado natural no es estupefaciente. La revalorización, producción, comercialización e
industrialización se regirá mediante ley”. Se sabe ciertamente que, es un agente dañino para la
salud y cuando se mastica en la forma tradicional produce la “Esteatosis
intestinal-megacolon y vólvulo” de elevada mortalidad. El trabajo fue premiado
en México pero en Bolivia, donde se encuentra la víctima, un ser humano
respetable en dignidad, recién se publicará debidamente en una revista
científica.
La querida imagen de la patria se encuentra afectada,
no sólo por las tasas de salud deplorables, también por la producción y
exportación de cocaína y, por la masticación crónica altamente dañina para la función
natural de los sistemas nervioso, cardíaco e intestinal.
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