lunes, 24 de julio de 2017

LUIS LUKSIC (Segunda Parte)

AUTOBIOGRAFÍA DE DON NADIE

Yo afirmo pretenciosamente
que soy mucho más que el señor
y dueño del Universo,
pero me escupe la brisa,
me taladra el día su horrendo desprecio.

Yo afirmo que soy eso
de que se habla en los tratados de
anatomía y fisiología:
soy el hombre, el
rey de toda la naturaleza, pero
me envuelve la ciudad, la
solemne superioridad de
los rascacielos y
las montañas, el yugo de los
grandes capitalistas y tengo
que meterme las manos en el
bolsillo y preguntarme:
¿Quién soy...?
¿Quién soy...?
¿Quién soy...?

En vano oigo aclarar mi
situación aleco, a la constelación, al árbol
herido por la montaña azul.

Soy el gran Señor del Universo
con un sueldo miserable,
soy el Gran Señor del Universo con los zapatos destrozados y
la gran ventana manchada de metales y días que
caen como mariposas de grasa y humo
soy el Gran Señor del Universo
con la jeta caída por no
poderle comprar un juguete a mi niño.

Soy el Gran Señor del Universo
que no se afeita ni se
baña desde hace diez años.

Saludo en la callea otro Gran Señor del Universo
con los pantalones rasgados y
lloviendo piojos como yo.

Hablo en esta esquina,
con otro Gran Señor del Universo
y este Dios tan maravilloso como
Jesucristo, llora por el atardecer y por la flor que
se desmaya en el parque y se seca las lágrimas con
un pañuelo que siembra pus en la brisa húmeda.

Somos los Grandes Señores del Universo...
los Grandes Señores del Universo.

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CANTO DE ALAMBRE

Yo soy el atleta de los sueños,
cuando pienso, mi cabeza redonda se agranda;
cuando hablo, de mis labios sale
un vuelo de palomas
y mi cabeza redonda se achica y se llena
de sombras y las sombras miran
por mis ojos, pero yo no tengo ojos
y miro con toda la cara, con todo el cuerpo.

Toma este mi dedo florecido de otoños
y mira cómo ve las cañerías de luz
que circulan en tus manos.

¿Sabías que tus manos eran
de algas marinas
hechas en la primer
vereda del Universo?

El atleta da un salto de innumerables
vueltas mortales sobre las
capitales del mundo...

Amiga mía,
¿has visto las pupilas de los ojos de Dios?

Esta mañana las dejó a secar en tu balcón
y un organillo que pasó
las puso en su molinillo
y una canción se columpió del alambrado de la
vecina lavandera.

¿Has visto, vecina, las pupilas de los ojos de Dios?
Eran alargadas, como tus dedos,
o como esos que dices son tus dedos
y son columnistas de nácar,
columpiados de la cola de un cometa pirata.

¡Ah! Los ojos de Dios
miran el fondo del mar.

Organillero, ¿has visto los ojos de Dios?
¿Esos ojos que funden las paredes
y se caen al fondo del lago?
Cada semáforo es nudo de una conspiración
cada baldosa es un gendarme.

Se ha encendido la revolución
y se han perdido los ojos de Dios.

Los revolucionarios agitan banderas de ecos
y un clarín flamea en el panorama
de los últimos adioses.

En la vertical del alba forma la cruz
roja de las luciérnagas.


Una bandada de esqueletos sigue el entierro
de un cajón de anilina.

La estación radiotelefónica pierde
el control de sus aventuras.

Ahora, ¿comprendes amiga
por qué tus manos son ala?
¿Por qué tus labios son trino?
Acabo de descubrir que tú no has
andado nunca, que siempre han
sido tus pasos los que han venido
a buscarte desde el horizonte...

A la sombra del Mundo
como un quitasol está nuestro sueño,
¿Qué has hecho de aquel monetario de tiempo
acurrucado a tus sienes silenciosas?
¿y la baraja del jugador?
¿y el diamante de la mujer embarazada?

Tesorera que atesoras
el silencio y la ausencia
dame un billete de emociones
quiero beber mi juventud en el
vaso de tus ojos.

Yo a la distancia soy una banderola de cemento.
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