Sr.
Lic. Juan Cristobal Soruco
Cochabamba
22 de Febrero 2016
Ref:
Réplica a un escrito sobre las armas de Cochabamba.
Distinguido
señor Director:
En
la edición del domingo 21 del presente, Los Tiempos publica un escrito
titulado: “El escudo de la ciudad de Cochabamba” con autoría del Dr.
José Luis Baptista Morales, en el que se alude a un escrito aparecido en
internet con el título “Plaza 14 de septiembre”
El
señalado autor, en un comentario acerca del escudo de Cochabamba colocado en
nuestra plaza principal al pie de la Columna de los Héroes, defiende su vigencia histórica y manifiesta con
ironía mi posición personal. Por ello me permito, en derecho de réplica, enviar
un análisis puntual para su publicación, si ha lugar, y si usted, Señor
director lo considera conveniente.
El
suscrito respeta la posición del autor de reconocida probidad, empero una cosa
es el problema fáctico y otra el análisis valorativo de los hechos sucedidos
que concitan una apreciación histórica moral.
A
tiempo de reiterar mis afectuosos saludos, reciba usted las expresiones de mi
mayor consideración.
Gastón
Cornejo Bascopé
Presidente
de la Sociedad de Geografía e Historia Cochabamba.
******************
ARMAS
DE COCHABAMBA
“Los historiadores que de
mentira se valen habían de ser quemados, como los que hacen moneda falsa” Don Quijote. Segunda parte. Cap III.
Efectivamente
fue Francisco de Toledo, V visorrey, quien comisionó al Capitán Gerónimo Osorio
la fundación de la Villa en el Asiento de Kanata, (por los indios kanas habitantes
mitimaes del Cusco y otros) Valle de Kjochapampa. Comisión otorgada el 2 de
agosto de 1571, efectuada 13 días después.
Y en una segunda ordenanza, cuatro años más tarde, a Barva de Padilla que
junte a los indios de distintos asientos para que edificara dicha población, el
2 de Enero de 1574.
Efectivamente
fue Francisco Álvares de Toledo, hermano del verdadero Conde de Oropesa en
Toledo, España, el responsable de la fundación mediante esa doble Ordenanza de
la Villa por voluntad propia y la de Carlos III, “por la Gracias de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón …etc en
atención al desempeño con que la Villa de Cochabamba y su provincia han
acreditado su fidelidad en los recientes alborotos y sublevación exitada por
los indios de algunas provincias inmediatas (aymaras de Tupak Katari 1781); he venido entre otras cosas en conceder el título de Ciudad con el
dictado de leal y valerosa a la Villa de Cochabamba, Real Cédula, 20 de junio
de 1786”
(También
fue el autor de la fundación de las Villas de San Bernardo de la Frontera de
Tarija y de Santiago de Tomina (Chuquisaca)
El
historiador Adolfo Morales reproduce el Documento Nº 3 (Legajo 1567), el
Ordenamiento de Toledo a Osorio: “Por la presente …/ Os doy comisión y facultad
para que en dicho valle de Cochabamba, en la parte y lugar más cómodo que os
pareciere al cual para los efectos que dicho es, tomeis el nombre que os
pareciere “de donde se infiere que el nombre de Villa de Oropesa lo dio
Osorio”- por devoción al Virrey y a la ciudad natal del virrey).
Sobre
el blasón: Don Aníbal Capriles toma en copia del original del Guía del
forastero del Virreinato de Buenos Aires para el año de 1803, por don Diego de
la Vega, Visitador General de la Real Hacienda, el blasón concedido por el señor
Toledo: “La Villa de Oropeza (z) usa por
armas un escudo de Campo azul; en medio un León; y a su círculo 10 cabezas
degolladas y son las mismas de los condes de Oropeza, de cuya casa fue dicho
señor Toledo quien lo concedió” Año
1803. El Gobernador Intendente Viedma en su informe al Virrey Arredondo
asegura que “las armas que usa son las
mismas de dicha Casa de Oropeza” Fue el primer escudo de Cochabamba
ordenado por la autoridad del Perú.
El
escudo republicano conocido por todos, (Digesto de Ordenanzas, Reglamentos y
Decretos de la H Municipalidad, publicación ordenada por el Concejo Municipal
de 1893, a cargo de los señores Enrique Soruco y Wladislao Montenegro), tenía
la silueta del Tunari pintada por doña Adela Zamudio, fue modificada cinco años
después; con la rúbrica de don Venancio Jiménez y la de Julio Quiroga.
Secretario. Este bello escudo y ningón otro fue respetado hasta 1978 en que
Adolfo Morales logra reproducir la imagen que está en la losa sepulcral de la
tumba del III Conde de Oropesa, padre del Virrey Toledo, blasón monárquico que
el Municipio desde entonces lo hizo suyo. (32 años)
En
un reciente escrito publicado en Los Tiempos (22 Febrero), un abogado me
critica en estos términos: “El blasón de la casa de Oropesa ha causado
consternación a un ciudadano que, rasgándose las vestiduras en señal de dolor, se
ha pronunciado en sentido de que tal emblema debe ser descartado porque él le
ha otorgado, por sí mismo y ante sí mismo, el carácter de signo ignominioso de
un periodo de oprobio y esclavitud”
Efectivamente,
mi escrito aseguraba que tal escudo monárquico era un adefesio con banderas,
lanzas, medialunas árabes, torres en damero, una corona con piedras preciosas, sobre
él un ángel femenino de abundante cabellera, bata cuadriculada, alas plegadas,
espada en la mano derecha, mundo sostenido en la izquierda, y una inscripción
latina TV-IN-EA-EGO-PRO-EA (?). Identifiqué inmediatamente el escudo del Virrey
Toledo - el asesino mayor durante el Coloniaje en América - que dio término a más
de cinco millones de indígenas en los socavones del cerro de plata en la Mita
genocida; y este personaje tiene una estatua y una plaza en la ciudad.
Toledo
nombrado Virrey el 7 de noviembre de 1568, posesionado en 1569 tres años
después llegó a Potosí 1572, cuando bajaron los quintos de plata destinado al
Rey en 52% considerado alarmante. Fue él quien ordenó se implante la MITA en 1573; sistema que no
dejó de ser aplicado hasta que se fueron los españoles, de ahí el Decreto de
Bolívar desde el Cusco el 4 de julio de 1825. Toledo fue el gran tirano de los indios por haber explotado a los indios de forma inhumana y haber ejecutado al último inca de Vilcabamba Tupac Amaru I.
No fue precisamente un santo pero está enterrado al pie del Altar Mayor en la iglesia del convento de San Bernardo, quizá porque su secretario Eusebio de Arrieta fue autoridad del Santo Oficio limeño y él mismo instaló el Tribunal de la Inquisición.
No fue precisamente un santo pero está enterrado al pie del Altar Mayor en la iglesia del convento de San Bernardo, quizá porque su secretario Eusebio de Arrieta fue autoridad del Santo Oficio limeño y él mismo instaló el Tribunal de la Inquisición.
Según
Bartolomé De las Casas – y el Virrey lo escuchó en Valladolid - “En
Potosí la mortalidad indígena se elevó a 50 mil al año”, lo cual significa
8 millones en 150 años y la Colonización duró 3 siglos. Se afirmaba que “los indígenas vivían en pecado y eran seres
irracionales, tan diferentes a los
españoles como los monos son a los hombres” “siervos por naturaleza”
Sugiero
al ex Magistrado, autor del artículo mencionado, consulte investigadores del
tema, la historiadora Dra. Itala de Mamán o bien con el Lic. Rector de Univalle
Dr. Gonzalo Ruiz Martínez, cuál el significado de la Institución de la Mita plasmado
en su libro “El despojo de América”, entonces me dará la razón a la rasgadura
de mis vestiduras, en señal de dolor.
La
verdadera historia no es una mera descripción de los hechos, existe una
historia valorativa del significado moral, el contenido ético, de lo que
sucedió; y eso explica mi “consternación” al ver el escudo de Toledo al pie de
la columna de los Héroes.
Gastón
Cornejo Bascopé
Cochabamba
febrero 2016.
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LA PLAZA 14 DE SEPTIEMBRE (COCHABAMBA - BOLIVIA)
Gastón Cornejo Bascopé
Cochabamba Enero 2016.
Me cumple felicitar al nuevo Burgomaestre José María Leyes por la remodelación de la Plaza de Armas, 14 de Septiembre corazón histórico de Cochabamba.
A pesar de la lluvia y el gélido del ambiente, visité el lugar sagrado de los cochabambinos para permitirme una rápida evaluación. De inicio sentí encontrarme en la plaza principal de Santa Cruz, naturalmente con la diferencia del calor humano oriental, el aspecto agradable de los seres del llano, y la frondosa vegetación de toboroches.
Encontré un lugar de espacios agradables y amplias aceras, pintados los asientos, los jardines bien diseñados; el conjunto marca satisfacción. Extrañé la música de fondo de las pequeñas aves en trance del ocaso. Mirando al cenit, las añosas palmeras me dijeron que el esfuerzo municipal debía premiarse. Las tres gracias más bellas que nunca. Remozado el Obelisco erigido para conmemorar el grito libertario de septiembre y limpias las placas conmemorativas de la acción patriótica dispuesta por Ordenanza del Presidente Municipal don Domingo Soruco el 30 de diciembre de 1875.
Sin embargo, una nota de disgusto arrancó de mi interioridad un profundo alarido. Llegando al pie de esta columna sacra coronada por un viejo cóndor que no alcanza a alzar el vuelo, espantado, observé en el piso tres escudos. Al norte el emblema nacional muy bien logrado; al oeste el verdadero escudo municipal; y al este, un adefesio con banderas, lanzas, medialunas árabes e inscripción latina, identifiqué inmediatamente el escudo del Virrey Toledo - el asesino mayor del Coloniaje en América que dio término a cinco millones de indígenas en los socavones del cerro de plata en la Mita genocida.
Para conocimiento del Señor Alcalde y sus asesores: la historia del escudo de Cochabamba se inicia con la imagen que el Virrey nombrado pergeñó para la Villa, la figura del mayor cinismo y crueldad colonial, un león rampante central rodeado de seis cabezas de indios degollados; imagino la reacción del pueblo al real insulto. Con la Independencia, tuvimos el magnífico blasón que simbolizaba nuestra riqueza agrícola cultural. En el Digesto de Ordenanzas, Reglamentos y Decretos de la H Municipalidad, publicación ordenada por el Concejo Municipal de 1893, a cargo de los señores Enrique Soruco y Wladislao Montenegro, se configura originalmente el emblema departamental que tiene tres cuarteles, la cordillera del Tunari abajo: dos cuadriláteros superiores, a la derecha una gavilla de trigo emblema de la riqueza vegetal; a la izquierda dos serpientes de caduceo (la paz y el comercio que también figura en la moneda boliviana). Se alza sobre dos ramas de laurel, el triunfo alcanzado por las luchas de la libertad, una cinta tricolor y a los lados 12 estrellas representando a las provincias.
Cinco años después, un artista local pintó al óleo sin firmar el escudo que figuró en el Salón de Actos Públicos con las modificaciones dispuestas el 17 de octubre de 1898 por el H. Concejo Municipal:
“El escudo departamental tiene la forma francesa dividido en tres cuarteles; el primero de la derecha lleva en campo de gules, tres espigas de oro entrelazadas con cintas del mismo color; el de la izquierda en campo de oro un caduceo de azur con las serpientes de sinople; y el tercero que ocupa la parte inferior una balanza en equilibrio, en cuyo primer platillo hay tres pilas de monedas de oro y en el segundo dos pesas. El escudo con una corona cívica en cuyo centro se lee: “14 de Septiembre” rodeado de estrellas. El conjunto adornado por un trofeo de armas, 4 bayonetas de fusiles, un cañón en dirección diagonal (utilizados en Aroma, la Coronilla, Sipe-Sipe, Hamiraya, Quehuiñal), un hacha (emblema del trabajo cuyo mango representa la makana legendaria empleada por los bisoños de la Patria naciente); dos pabellones superpuestos sostenidos por astas y terminados en lanceta”. La modificación lleva la rúbrica de don Venancio Jiménez (Presidente del H. Concejo y ex Gobernador que dio libertad a la estatua “Cobija” detenida en prisión policial) y la de Julio Quiroga. Secretario.
El tercer escudo que motiva mi enojo particular y que se atribuye el Municipio actual, es un error histórico a modificar prontamente. Se trata del escudo del Virrey Toledo, cuya imagen original tallada en piedra cubre su mausoleo familiar en Madrid, figura aportada por Adolfo Morales y acogida por el Municipio hispanófilo de entonces.
Según fuentes, "El CONDADO DE OROPEZA no fue heredado por Francisco Álverez de Toledo 1516 - 1581, conocido como el V Virrey del Perú (1569 - 1581). Fue únicamente hermano del verdadero Conde de Oropeza".
(Virrey Francisco de Toledo)
Según fuentes, "El CONDADO DE OROPEZA no fue heredado por Francisco Álverez de Toledo 1516 - 1581, conocido como el V Virrey del Perú (1569 - 1581). Fue únicamente hermano del verdadero Conde de Oropeza".
Lo interesante es que siendo genocidad de América sus restos descansan al pie del altar mayo de la Iglesia de San Bernando, construida seguramente con los doblones de plata llevados de Potosí.
En 1568 fue nombrado Virrey del Perú. Al año siguiente llegó a Lima y luego emprendió una visita General para conocer información del virreinato y organizarlo. Así pudo reglamentar las mitas y obrajes. Implantó las reducciones indígenas y ejecutó a Túpac Amaru I, el último Inca. Tambien implanto el Tribunal de la Santa Inquisición.
Así mismo, la bandera celeste, insignia monárquica de los Borbones, que reemplazó la roja de Alejo Calatayud, el platero rebelde asesinado salvajemente y de Esteban Arze, el creador de Bolivia exiliado injustamente a Santa Ana de Yacuma por el español argentino Antonio Álvarez de Arenales Gobernador de Cochabamba en 1813 y 1815.
Para coleto del pueblo, a propósito de Gobernadores, (guardo la nómina) es bueno recordar que hasta 1825 existieron 19, que desde la República hasta el primer Centenario se contaba 109 Prefectos. Camino al Bicentenario de Bolivia, el número se aproxima a los 300. Por orden política todos fueron excluidos de la memoria y sus retratos, de la Galería de homenaje, fueron echados al canasto.
Se extrema la ignorancia histórica cuando adviene la interrogante: ¿Por qué se cambió el título de Villa por Ciudad de Cochabamba? Porque fue valerosa y leal al monarca español, porque sus indígenas quechuas ayudaron a matar a los aymaras rebeldes de Túpac Katari en 1781. Toledo tiene una estatua y una plaza.
Es difícil ser consecuente con la veracidad histórica. De todas maneras, Felicidades noble Alcalde por el esfuerzo en la remodelación de la Plaza de Armas. Aplausos, le ruego ordene se corrija el agravio histórico.
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EXTRAVÍO DE UN PATRIMONIO HISTÓRICO EN LA CANCILLERÍA
Gastón Cornejo Bascopé
Ex Senador de la República de Bolivia.
Cochabamba. Enero 2016.
Comenté el renuncio de la Cancillería sobre el Pre Acuerdo del SILALA 2009, que tuvo características de una grave ¡Traición a la Patria! en su análisis de compromiso firmado por el vicecanciller Hugo Fernández y responsabilidad del actual Ministro David Choquehuanca. Pues ahora, incidentalmente, descubro también por evocación y testimonio personal, otro grave pecado: el extravío imperdonable de un patrimonio histórico. Se trata de la pérdida, descuido, hurto – cualquier calificativo - de los retratos de los Libertadores Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, los Padres de la Patria, confiados a la Cancillería.
Relato los detalles: Los descendientes del ex Presidente Carlos Blanco Galindo hicieron entrega oficial de las retratos originales pintados en 1825 en la ciudad de Sucre por un artista ecuatoriano y donados por ambos Libertadores al Gral. León Galindo el año 1826, cuya originalidad consta en documentos epistolares del año 1919. Bajo un contrato de recepción del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto representado por el Dr. Jorge Gutiérrez Granier, entonces Vice Ministro. Bienes patrimoniales que debían ser protegidos, preservados y cuidados con espíritu de grandeza histórica. En la cláusula tercera se señala textualmente: “Por la naturaleza de los objetos de valor histórico transferidos, los mismos no pueden ser llevados al exterior de la República, razón por la cual y con el propósito de resguardarlos, se transfiere al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, siendo las características y dimensiones de los retratos las siguientes: Pinturas originales al óleo sobre lienzo, enmarcados en madera, con yeso color dorado, con dimensión aproximada de 65 de alto y 53 de ambos cuadros, haciendo constar dos perforaciones en la parte superior del cuadro del Mariscal Sucre. Firman de conformidad con todas las cláusulas, en la ciudad de La Paz, el primer día del mes de octubre de mil novecientos noventa y tres años.
Sobre su originalidad trascribo una nota del Gral. Carlos Blanco Galindo (Pag. IV del Prólogo del libro publicado sobre la correspondencia epistolar entre Sucre y León Galindo. Imprenta “Moderna. La Paz 1918). También otra cita del personaje que tiene el membrete del Colegio Militar. Bolivia. Avenida Villazón No 23 Apartado 349 teléfono 312. Desde La Paz 9 de septiembre de 1919 a la Señora Amelia Galindo Argüelles. (Octava hija del Gral. León Galindo y doña Antonia Argüelles) “Querida tía: Ruego a Ud. Indicarme, al pie de la presente carta, y con la firma e dos testigos de prestigio, todo lo que sepa referente a los retratos que Ud. me regaló de los Generales Bolívar y Sucre, y la manera como dichos retratos fueron obsequiados por dichos Próceres a mis abuelos, el General León Galindo y Doña Antonia Argüelles de Galindo. Esperando de Ud. esta declaración le saluda con todo afecto, su sobrino que la quiere”
La respuesta de doña Amelia Galindo Argüelles: “Mi querido hijo Carlos. Tus anteriores letras vienen a avivar en mi memoria recuerdos de aquellos inolvidables días en que mi madre la señora Antonia A. de Galindo narraba en familia sucesos de la guerra de emancipación y a propósito de ellos, las reuniones tenidas en mi casa por el Mariscal Sucre, el Libertador Bolívar i otros próceres en trato íntimo con mi padre el General Señor León Galindo. Concretando mi recuerdo a los retratos puedo asegurar que fueron obsequiados formalmente por los…mismos Sucre i Bolivar a tus abuelos, i guardados en casa cual reliquias sagradas de la Patria. Los he entregado después á tu respetuosa veneración como el más llamado á conservarlos por tus sentimientos de elevado civismo i tu honrrosa profesión militar. Para afirmar la veracidad de aquel amable obsequio me bastará anotar lo que decía mi madre i no se ha olvidado en familia que cuando ella al recibirlos observó a Sucre que su retrato llevaba la nariz torcida, le contestó con estas palabras: “Qué quiere U. Antuquita si el original es así”. Entrego esta declaración a la fe patriótica de los caballeros abajo suscritos, cuya honorabilidad es digna de tanta distinción como respeto. Te saluda con particular cariño tu tía Amelia Galindo”
Al pie de la nota: “Tenemos a mucha honra acreditar que la dignísima señora Amelia Galindo merece por su habitual sinceridad que se dé entera fe a su anterior declaración. Ut supra Aníbal Capriles - José Melchor Cuadros” (El primero distinguido parlamentario sacrificado en Chuspipata; el segundo Presidente del H. Senado y prestigioso hombre de leyes)
Cuando oficié de Senador, el año 2006, tuve oportunidad de observar el cuadro de Sucre caído en el piso de la oficina del Canciller David Choquehuanca. Reclamé oportunamente sin lograr una respuesta oficial. Años más tarde, acompañado de mi esposa llegamos a la cancillería con el fin de reclamar la existencia de dichos cuadros. Acusamos el objeto del viaje y esperamos hasta el cansancio; luego, se nos envió a otro edificio en la calle próxima, aledaño a la CNS, donde dicen se guarda el patrimonio cultural. El Jefe de la repartición preguntó ¿Cuándo se efectuó la entrega de los cuadros? En 1993. La respuesta definitiva: ¡Imposible encontrar nada antes del año 2000 pues el inventario fue efectuado en años posteriores. En concreto los cuadros ya no existen!
Claro, fueron extraviados por la improvisación habitual existente. Tengo la obligación de efectuar la denuncia que señala responsabilidad a la Cancillería actual, pues el documento tendría que estar anotado en el algún archivo pertinente; las pinturas deberían estar presentes en un salón de homenaje patrio como reliquias realzadas y registradas en copias fotográficas, privilegiadas y vigiladas en su cuidado, ad eternum. ¿Será posible que la confrontación ideológica de República VS Estado Multinacional, sea el motivo de la irrespetuosidad de trato con el bien patrimonial? Pasaron diez años de mi denuncia primaria; veinte y tres desde la entrega de los cuadros de los Libertadores a la Cancillería. ¿Cuántos desde su pérdida?
Los documentos rescatados del archivo familiar y el presente escrito, honran al Hombre símbolo, abogado y militar, General Carlos Blanco Galindo, insigne patriota de grandiosa participación en diversos momentos históricos y eventos de honor en la historia de Bolivia.
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