Gastón
Cornejo Bascopé
Febrero
2018
DESPUÉS DE LA TRAGEDIA DE ENERO 2018
EN LA QUE EL LODO DEL LA TORRENTERA DE TIQUIPAYA CUBRIÓ Y ENTERRÓ VIVIENDAS
DEJANDO LUTO Y DOLOR HUMANO.
Mi cordillera del Tunari. Crecí bajo
tu augusta presencia de extraordinaria belleza y fue remarcable tu imagen en la
interioridad de mi ser desde la más tierna infancia.
Recorrí tu cordillera elevada sobre
brioso centauro, des Huayllani a Caluyo, sintiéndome triunfador de valientes
combates de ensoñación juvenil; sobre hermoso caballo, lleno el imaginario, entre
ventiscas y truenos, orillando lagunas, repasando la extendida estructura del
khapaj Ñan incaico construido por nuestros mayores. En mis viajes repetidos subía
el repechón de la cuesta, bestia y jinete jadeantes, volvíamos, en escala
ascendente, la mirada al valle, la turquesa nuestra, poblada de molles y sauces
llorones.
Fue mía tu forma, tu esencia, tus
nieves, tu naturaleza intrínseca de rica existencia, tus aves excelsas,
vicuñas, alpacas y llamas de pieles sedosas. Desde entonces sé que las lomas y
meandros de tu superficie retienen el líquido claro del cielo en húmedos lagos.
Los sueños guardan para mí tu hermoso paisaje de glaucos colores, colinas
surcadas de siembras, laderas curvadas de rocas y empinadas cumbres de níveas
coronas.
Los encuentros y viajes tuvieron su
término; advino el viaje a Chile, a cumplir promesas, a llegar a médico, a
servir a los campesinos de Palca y Caluyo. Como una tempestad llegó el Movimiento,
la reforma agraria, el divorcio de tus habitantes y el rencor hincó sus
rodillas en todas las almas.
Ya médico, maduro de instancias,
asistí a la cita del sabio Alejandro Ovando S. que contó las penas de la
cordillera de Cochabamba, que ésta tenía las dotes de un parque natural y
abrazaba la ciudad del valle; que sus formas eran femeninas y su rostro tenía la
imagen de un digno monarca: el Tunari. Don Bennu Marcus inició el cultivo de
árboles plantando eucaliptos para enriquecerla. Luego, persistió la trágica
historia.
Reciclados seres de oscuro horizonte
la fueron dañando, talando y sembrando cemento al pie de los cerros, de sus
torrenteras; violando los conos sensibles de deyección natural a sus faldas.
Avasallamiento, comercio de tierras, construcción de casas, bosque del cemento
en lugar de árboles, muros en lugar de flores.
Yo sé, el parque es un ser vivo que
se auto regula, se mantiene incólume y a pesar del odio de los gobernantes,
protege la vida del hombre valluno; generoso acompaña el ciclo vital de los
nuestros y de los futuros, entrañables seres que amamos.
La agresión continua, la depredación,
el ambición de insanos políticos, es una ofensa a su natural derecho de existencia
digna. Quienes admiramos al Parque Tunari, percibimos la red interactiva entre
el Parque y nosotros, surgen entre ambas presencias niveles de emotiva subjetividad
y de enriquecida historia.
Las quemas y talas, el abandono de
autoridades responsables, la rotura de sus praderas en pos del comercio
urbanizador, la hirieron y el daño hoy se expresa con síntomas de reservado pronóstico.
Ha estallado enfermo y furioso el Parque cual paciente en caquexia vomitó sus
males sin reserva alguna, destruyendo vidas y enterrando casas.
Ante esta tragedia, con piedad le pido,
en rezo profundo, que amaine sus furias, que tenga piedad de los inocentes. Responde
impasible y advierte: ¡Los cochabambinos han olvidado que la humanidad es un
vasto universo en evolución dinámica, que la tierra entera es nuestro hogar y es
vida! ¡Que es nuestro padre y madre; por tanto, merece nuestra reverencia, respeto
a su dignidad y honor al común destino, a nuestro parentesco!
Su mensaje va dirigido a los jóvenes
de corazón tierno, que exijan cuidado de las torrenteras, se deje limpios los conos
de deyección, se cuiden los árboles que insumen acuíferos, no más casas de
urbanización ni fríos cementos.
Parque Nacional Tunari, Padre y Madre
nuestro, que estás en los cielos de nuestra querencia.
hermoso homenaje a la Cordillera del Tunari, de un hijo de la Tierra y fiel devoto de la naturaleza que nos brinda tanto. nos refiere sus tempranas incursiones porque sus padres desde Sacaba poseyeron la heredad hasta las elevadas Cumbres. somos testigos de su amor por esa montaña que con justicia llama Gastón "madre y padre de los cochalas". me inclino reverente ante tanto amor y no quedan palabras de admiración y respeto por esta invocación a respetar la natura tan próxima a la llajta.
ResponderEliminarGracias MIL querido Gastón. VOY A COMPARTIR CON UN GRUPO DE ACTIVISTAS QUE LUCHAMOS PARA QUE NUNCA MAS VUELVA A OCURRIR LA TRAGEDIA del 2018. Abrazote de guerrera quienquiera, amante del Tunari
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