Sucre,
5 de julio de 1945-
A
los Excmos señores presidentes de la República y de la H. Convención Nacional.
La Paz.
Señores
Presidentes:
El
Congreso Extraordinario de Estudiantes Bolivianos, realizado en esta ciudad,
haciendo eco a las palabras del presidente Truman, en la Sesión de Clausura de
la Conferencia de San Francisco, repite “El
mundo ha aprendido nuevamente, que las
naciones, como los individuos, deben saber la verdad, si han de ser libres –
deben saber y escuchar la verdad: aprender y enseñar la verdad” – y las
repite, Excmos señores, porque hasta este momento parece que dichas palabras no
hubieran sido comprendidas por los actuales gobernantes bolivianos.
Los
universitarios reunidos en este Congreso
piden a los presidentes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, que respondan
de una vez, - consecuentes con sus actos – si realmente está vigente entre
nosotros el imperio de la Ley. Hablar de la Servidumbre que no mancha, de la
Ley” cuando la Nación contempla avergonzada y estremecida la actuación
fratricida de los gérmenes reverdecidos de las matanzas de Loreto, es mucha
comedia u olvido, de complicidad o servidumbre. Y preguntamos concretamente si
el Imperio de la Ley está vigente porque
resuenan en el ambiente boliviano, con caracteres de trágica actualidad,
las palabras del Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, cuando en su
Mensaje de despedida al Congreso de Bolivia decía: “Pues por fortuna la naturaleza me ha excluido de entre esos miserables
seres, que la casualidad eleva a la magistratura, y que entregados a sus ministros, renuncian
hasta a la obligación de pensar en los pueblos que dirigen…”
El
pueblo boliviano y con él los universitarios del país estamos cansados de los
sistemas de espionaje y delación políticos. Inútilmente aprendemos en las aulas
la inviolabilidad de las garantías constitucionales, el respeto y el derecho a
la vida, “a la vida libre de temor”, cuando esos principios son sangrientamente
infringidos en respetables ciudadanos y en catedráticos de la Universidad
Boliviana.
Los
universitarios del país no alcanzamos a comprender la dualidad de la conducta
de los personeros del régimen imperante. No sabemos qué pensar de un régimen
que por un lado busca el reconocimiento “con mil juramentos de fidelidad a la
Democracia”, que suscribe todos los documentos internacionales adversos a la
barbarie parda que oficialmente acaba de ser destruida en Europa y que por otro
lado, dentro de las fronteras tortura y martiriza a la ciudadanía independiente
y sigue utilizando las dosis nocivas del aceite inventado por Hitler y
Mussolini, para sancionar la adhesión a la Democracia.
Vivimos
Señores Excmos señores, en tiempos de progreso positivo y en épocas en que
merced a las radios y a las comunicaciones internacionales, ya no se pueden
ocultar las atrocidades que se cometen de puertas adentro, por más que impere
drásticamente la mordaza de la prensa independiente o se esterilicen los recursos
fiscales en núcleos mercenarios de
delación y de pesquisas políticas.
Los
universitarios del país, no alcanzamos a comprender cómo, mientras
exteriormente se procura recalcar la posición democrática del gobierno
boliviano, se mantiene como dignatarios de Estado a elementos descalificados.
No
concebimos los universitarios de Bolivia, cómo se puede permitir la
deliberación de una Asamblea Constituyente, cuya mayoría parlamentaria revela
una insolvencia moral tremenda.
Finalmente,
queremos recordarles una vez más, las palabras del Padre de la Patria. ¿Podrán
decir ustedes si vienen cumpliendo el mandato del Mariscal Sucre? Nunca, como ahora,
en nuestra convulsa vida republicana, tienen tanta actualidad esas palabras del
Vencedor de Ayacucho, cuando en aquel mismo Mensaje que enviara en su despedida
a los legisladores bolivianos, en agosto de 1828, decía: “ … en
medio de los partidos que se
agitaron quince años, y de la desolación
del país, no he hecho gemir a ningún boliviano; ninguna viuda, ningún huérfano
solloza por mi causa …” y concluye: “Preferí
el imperio de las leyes a ser el tirano o el verdugo que llevara siempre una
espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos”
Saludamos
a ustedes atentamente. Javier Torrez Goitia, Secretario General del Congreso.
Héctor
Rojas, Gustavo Diescher. Delegados de Cochabamba. Oscar Moscoso, René Miranda.
Delegados de Oruro; Alejandro Revilla, Juan Fanola. Delegados de Potosí. Walter
H Lizón, José Jiménez. Delegados de La Paz. Libio Pavicic, Julio Garret.
Delegados de Santa Cruz. Walter Maldonado, José Cassal. Delegados de
Tarija. Eduardo Rosso Valdivia, Luis Hurtado, Delegados de Sucre.
COMENTARIO: GASTON CORNEJO BASCOPE.
Se
me ha dado el privilegio de conocer esta bella Carta Universitaria, a 71 años
de haber sido escrita y elevada al gobierno de entonces. En ella reconozco a
cuatro galenos hermanos en el Juramento del Padre Hipócrates y el mensaje
universal del Dios de la Medicina. Esculapio.
El
manifiesto tiene contenido heroico y suprema dignidad, trascendencia en su
expresión sencilla pero directa en energía intelectual cual golpe contundente a
la barbarie de algunos gobernantes que extraviaron su compromiso con el pueblo
y que no dieron respuesta a las interrogantes ni a los cuestionamientos de los
valerosos estudiantes universitarios.
Dr.
Javier Torrez Goitia, entonces universitario y Secretario que pergeñó esta bella
argumentación intelectual que tiene el carácter de un puño cerrado al rostro
vergonzante, de un misil al corazón del responsable, tiene el historial del
mayor valor profesional, la significación de haber sido un gran médico, un
selecto ministro de salud, un político comprometido con la Patria, un
socialista verdadero, un ser lleno de grandeza humana. Continúa produciendo
ciencia jamás escuchada por los gobernantes que ignoran el significado del
SERVICIO NACIONAL DE SALUD, la medicina socializada de elevada organización y
objetivos altruistas que responden a los derechos constitucionales en salud, institución
libre de la corrupción y la injerencia
estatal improvisada. Yo le rindo pleitesía y honor al evocar sus
emprendimientos de Quijote Boliviano.
Y
con él, también a otros médicos ilustres que honraron mi existencia con su
amistad: el insigne, el Dr. Luis Hurtado Gómez, Dr. Julio Garret Ayllón y
Dr. José Cassal, Galenos insignes firmantes ambos el Manifiesto de Dignidad
transcrito. Y a todos los universitarios que llevan el Alma Mater en la
evocación de grandeza, en la
honorabilidad de la Historia de la Medicina y la Bioética; ahora en la
conceptualidad del patriotismo y los valores ciudadanos.
Gastón
Cornejo Bascopé
Ex Senador de Bolivia
Cochabamba
octubre 2016
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